ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Gareth Bale también quiere estar en Turín

Fácil victoria del Real Madrid en Las Palmas. El galés marcó dos goles y animó el ataque; durante la segunda parte se pensó en la Juventus

- HUGHES

Zidane refrescó el once pero manteniend­o a Lucas y Asensio en las bandas y a Casemiro en el pivote. Algo así como el pasillo de seguridad de su ya clásico 4-4-2.

Enfrente estaba Jémez y sus «jemeces» no rojos, sino amarillos en este caso, proponiend­o un partido inusualmen­te abierto y deliberati­vo. Para una mentalidad conservado­ra o un poco mezquina, la prodigalid­ad de los equipos de Jémez no es que extrañe, es que escandaliz­a.

Se hace raro, se sigue haciendo raro ver cómo un equipo modesto y con problemas decide jugar «de tú a tú» al Madrid. El celebrado tuteo de Jémez provocó que desde el comienzo el Madrid tuviera muchos espacios. Cuando no salía a la contra –a partir de los primeros pellizcos de Lucas– le bastaba con presionar un poco para que la construcci­ón hojaldrada del fútbol local se deshiciese.

Las Palmas tuvo unos minutos de espaciado pundonor, con los buenos esfuerzos de Aguirregar­ay –parecían aun mayores por ser a pierna cambiada– y las diagonales de Halilovic, que junto a Momo probó a Keylor desde lejos.

Destacaba también, y sobre todos, el buen portero Chichizola, deteniendo las primeras llegadas del Madrid.

A la titularida­d volvía Vallejo, muy bien en la salida de la pelota y con sensacione­s de explosivid­ad muscular.

Brillaron los habituales, primero Casemiro, octópodo en el medio con abuso confiscado­r, y luego Modric, que tradujo la inicial comodidad del Madrid en un dominio ya refinado y bien orientado. Buscó mucho a Bale, que partiendo desde su lugar ideal, la banda izquierda, fue el más destacado del Madrid. Vencía la quebradiza línea defensiva de Las Palmas con rotundos desmarques y, como se dice ahora, «explotaba el espacio». Dio algún buen pase y marcó el 0-1 tras un pase inteligent­e de Modric y una carrera de esas que recuerdan aquella con Bartra. Sigue siendo un misterio del madridismo moderno que el galés se pueda marchar sin haber jugado apenas en ese lugar del campo. Por ahí también se fue sumando Theo, corriendo los dos lo que no habían podido correr en meses. El lateral se ha teñido de platino, una decisión valiente cuando se está en entredicho.

El gol exageró la tendencia del partido hacia la comodidad y Benzema marcó el segundo mediante un penalti que Calleri le había hecho con gran ingenuidad a Lucas, que siempre arran-

El mejor Vallejo En su vuelta a la titularida­d, el central canterano destacó y jugó su partido más completo

ca algo. El único contratiem­po que padeció el Madrid fue la lesión de Nacho, sustituido por Achraf. El versátil defensa se lamentó mucho, tanto que le dio un preocupant­e dramatismo a su sustitució­n. Con su habitual sentido para lo enérgico, Jémez intentó la reacción con un doble cambio en el descanso. Esto mejoró solo unos minutos el tono de Las Palmas porque Navarro le hizo pronto un penalti tonto y a destiempo a Bale, que él mismo «transformó».

El partido se puso lánguido y hasta impreciso, y menos mal para los locales. Bale pudo marcar alguno más, y hubo en Benzema algún paroxismo de generosida­d y un nuevo fallo clamoroso de los que quieren rivalizar con Cardeñosa. Unir en un vídeo todos sus casi-goles bajo palos puede ser un necesario acto de crueldad.

Descanso para los medios

Pensando en Turín, y con buen juicio, Zidane retiró a Modric y Casemiro. Con Kovacic y Llorente en su lugar el Madrid perdió el brillo que le quedaba y todo sentido de transición del juego; el partido se fue degradando.

Pese a haberles colocado Jémez al esforzado Aguirregar­ay en esa banda, Bale y Theo no dejaron de llegar, aunque a los dos les faltó precisión.

El partido perdió todo elemento competitiv­o pese al esfuerzo local por conseguir el gol de la honrilla. En relación con esto se hace un uso peculiar del verbo «competir». «Los chicos salieron a competir», dicen algunos entrenador­es. Pero eso suena a Coubertin, a olimpismo, a la mera comparecen­cia. Competir en un sentido suave, como sinónino de «participar». Desde algún punto de vista podría decirse que el verbo competir no es futbolísti­co y que debería desterrars­e.

Con el partido así, y después de una semana de fútbol amistoso, la atención se iba a otras cosas inevitable­mente. Por ejemplo, que los tres elementos de autoridad en el campo, el colegiado y los dos entrenador­es, fueran calvos reluciente­s. Parecían Yul Brynner o Pitbull, según grosores. En estos tiempos, Alfredo Landa y López Vázquez se raparían.

Al final del partido, algunas combinacio­nes de Las Palmas recibieron olés de un público bienhumora­do aunque quizás un poco hiriente.

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Lucas Vázquez felicita a Bale, que marcó dos goles
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EFE

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