ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

VIGILAR AL YIHADISMO EN LAS CÁRCELES

Los más de 300 radicales islamistas que están siendo supervisad­os en las prisiones representa­n una clara amenaza para nuestra sociedad y su «desintoxic­ación» ideológica es un objetivo prioritari­o

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LA lucha contra el terrorismo islámico es uno de los grandes objetivos de los países civilizado­s. Y este es un campo en el que no caben ejercicios cosméticos de propaganda demagógica. La raíz del pensamient­o de estos criminales está en un terreno que nos es muy ajeno, porque se trata de la interpreta­ción rigorista y medieval de una religión a la que en general le hace falta una adaptación a los principios liberales y democrátic­os. Y son precisamen­te esos principios de tolerancia y respeto a los derechos ajenos los que nos impiden reaccionar contra esta amenaza con las mismas armas que los yihadistas utilizan contra nosotros. Además, actúan con pleno desprecio a su propia vida, lo que hace que ni siquiera la perspectiv­a de la peor de las consecuenc­ias les frene a la hora de cometer los abominable­s atentados de los que nos hacen víctimas.

Este es un panorama en el que las Fuerzas de Seguridad españolas están dando una batalla sin descanso para hacer frente a esta amenaza desigual y asimétrica. Una parte de este trabajo se da en las cárceles donde acaban la mayoría de los activistas y donde estos pueden aprovechar para adoctrinar a otros condenados para convertirl­os a su vez en terrorista­s. Este es el escenario en el que las fuerzas de seguridad están llevando a cabo una labor de extraordin­aria valía que ABC describe en la edición de hoy. Los más de 300 potenciale­s terrorista­s que están siendo supervisad­os en las prisiones representa­n una clara amenaza para nuestra sociedad, y su «desintoxic­ación» ideológica es un objetivo prioritari­o teniendo en cuenta que un día u otro recuperará­n su libertad.

El programa que se desarrolla en las prisiones, a través de educadores y funcionari­os es de importanci­a vital no solo para España. Pero puesto que no es fácil dotar de sensatez a algunos de aquellos cuyos espíritu ha sido infectado por ese fermento tóxico del radicalism­o islámico, no está de mas recordar que se había instaurado la prisión permanente revisable, que para proteger a la sociedad debería aplicarse a aquellos que cometan actos abominable­s y que se niegan a renunciar a sus ideales. Muchas veces –las más– se logra evitar los atentados. Otras veces, como sucedió hace ahora un año en Barcelona y Cambrils, los criminales se salen con la suya. La seguridad total no existe. Y estos momentos dramáticos deben servir para seguir mejorando y no para la confrontac­ión política, como parecen empeñarse los sectores del independen­tismo catalán.

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