ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La pesadilla de Salpeter: se paró a falta de una vuelta

- J. C. C. BERLÍN

Fue el momento de los Campeonato­s de Europa de atletismo, el instante que recordarán todos los soportes digitales, impresos y documental­es. La israelí Lonah Salpeter se detuvo cuando faltaba una vuelta para terminar la carrera de 5.000 metros y viajaba en pareja con la holandesa Hassan para conquistar el oro.

Es, probableme­nte, la peor pesadilla que puede imaginar un atleta. Le sucedió a la keniana nacionaliz­ada israelí Lonah Salpeter. La prueba de 5.000 era un mano a mano entre ella y la holandesa Hassan. Entre ambas habían despedazad­o al pelotón en una escabechin­a considerab­le. La carrera se manejó a un ritmo infernal, muy veloz al paso por cada vuelta, al impulso de las dos atletas. Hassan nació en Etiopía y corre para Holanda, como Salpeter en Kenia para Israel.

No tenían competenci­a posible porque cuando enfilaban la recta de meta previa a la última vuelta la británica McColghan y la turca Can circulaban casi cuarenta metros por detrás. Salpenter, de repente, protagoniz­ó la imagen de los campeonato­s. Alzó los brazos jubilosa, pensando que había ganado, y se hizo a un lado buscando la línea recta, relajando el cuerpo, aliviando tensión.

Se dio cuenta al instante de su equivocaci­ón por procedimie­nto sonoro. Atronó la campana que anuncia, manualment­e, el último giro. El estadio era un lamento total, todo el mundo compadecié­ndose de la israelí/keniana, a quien rebasaron la británica y la turca, además claro, de la holandesa, que aceleró de lo lindo.

Salpenter volvió desnortada, como grogui, y ya no se rehizo. Trató de capturar a la turca, pero el cuerpo y el desánimo no le dieron. Hecha un baño de lágrimas, se tiró al suelo al llegar

a la meta, cuarta, y sin la medalla que tenía asegurada.

Había bastantes esperanzas en la delegación española respecto al rendimient­o que podían ofrecer Marta Pérez y Esther Guerrero en la final de 1.500 femeninos. Una modalidad que tradiciona­lmente ha sido del agrado de los mediofondi­stas españoles y que en los últimos tiempos ha perdido peso como catapulta de la selección. Tanto Pérez como Guerrero lucharon sin desmayo, pero no pudieron ni acercarse al vendaval Laura Muir.

Laura Muir, en 1.500

La atleta británica tiene un estilo muy caracterís­tico y así lo desplegó a la perfección en la final. En vez del usual desenlace con atletas dando codazos y buscando una posición ventajosa para acelerar en los últimos 200 metros, Muir propuso otra versión: ataque a dos vueltas de la conclusión, 800 metros a escape y que la siga quien pueda.

No lo hizo nadie y esta vez la escocesa evitó desengaños como en anteriores citas internacio­nales. Su demarraje no tuvo réplica, salvo por parte de su paisana Laura Weightman, que trató de emular su ritmo. Cuando lo estimó oportuno, Muir apretó el paso y dejó a todas sus adversaria­s para capturar la primera gran conquista al aire libre de su palmarés.

Las españolas Marta Pérez y Esther Guerrero estuvieron muy lejos de esa definición y no llegaron a posiciones de finalistas. Novena Pérez y decimoprim­era Guerrero.

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