ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Raciones imposibles

La costumbre de compartir platos a veces se convierte en un disparate por el tamaño de los mismos

- CARLOS MARIBONA Próxima entrega Gazpachos y salmorejos industrial­es

Un coqueto restaurant­e en San Pedro de Alcántara, Marbella, con una carta variopinta que incluye platos asiáticos y americanos en una peculiar fusión. Hora de la cena. Dos matrimonio­s se sientan en una de las mesas y piden varios primeros para compartir. Entre ellos unas gyozas (empanadill­as japonesas) de carne de cerdo y unas albóndigas de pato laqueado. Cuando llegan a la mesa, en cada uno de los dos platos hay cinco unidades. Cinco para cuatro personas. ¿Qué hacen con la albóndiga que sobra? ¿Y con la gyoza? ¿Las parten en cuatro mínimos trozos o las sortean entre ellos? Este es un caso real sucedido hace escasos días, pero que se repite una y otra vez en los restaurant­es. Ceñirse a unas raciones de tamaño invariable (absurda- mente impares casi siempre) demuestra una falta de flexibilid­ad muy preocupant­e.

Desde hace unos años, en España hemos ido renunciand­o a la forma clásica de comer, que incluía un primero y un segundo para cada comensal, con un postre para rematar. Ahora, lo habitual empieza a ser compartir entre todos algunas raciones, o medias raciones cuando estas aparecen en la carta, que se colocan en el centro de la mesa. En los restaurant­es más sofisticad­os incluso esas raciones que se comparten se emplatan individual­mente para cada persona. Es sin duda una fórmula más divertida e informal, que

Preguntar primero Cuando pidan unas raciones para compartir pregunten cuantas unidades llevan. Y pidan que se las adapten al número de comensales. Si el maître es un buen profesiona­l, intentará atender a lo que solicitan. Pero sigue habiendo restaurant­es donde son inflexible­s y no les darán facilidade­s. Sitios para no volver. permite probar más cosas y rompe con la rigidez anterior. Una rigidez que curiosamen­te se mantiene en muchos establecim­ientos. No en todos, porque hay sitios donde se especifica el tamaño de la ración y se ofrece la posibilida­d de redondearl­a. Incluso, en algunos, más inteligent­es, se cobra por unidades. Si somos cuatro, otras tantas albóndigas, o gyozas, o croquetas, o lo que sea. No parece tan difícil. Simplement­e hace falta una mentalidad abierta para adaptarse a las necesidade­s de los clientes.

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