ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Benidorm, un himno al sol

Décadas atrás llegó a la Costa Blanca en busca de las huellas de su familia paterna. Desde entonces, ha hecho de este rincón de Levante su segunda casa

- MARÍA ROSA JORDÁN ARGENTINA

Llegué a Benidorm cuando no era más que un pueblecito de pescadores con una bien merecida fama como hombres de mar y, sobre todo, como expertos en la difícil tarea de la pesca de la almadraba. Me sorprendió aquel microclima ideal durante todas las estaciones, tal y como hoy sucede, tal y como ha hecho de este lugar una prodigiosa Babel en donde se escuchan todas las lenguas unidas en un himno al sol.

Mis frecuentes viajes de Argentina a España me sirvieron para conocer en profundida­d la Costa Blanca, origen de mi familia paterna; y en concreto en este rincón del litoral levantino, donde me deslumbró la belleza de cinco de sus playas y calas –Poniente, Levante, Tío Ximo, Mal Pas y Almadraba–, con sus aguas transparen­tes y templadas. ¡Me alegra tanto que un año más se haya renovado la bandera Qualitur, acreditand­o así su calidad y excelencia!

De aquellos primeros momentos

recuerdo que me interesó vivamente el yacimiento arqueológi­co, ubicado en el Tossal de la Cala, que en la década de los 40 del pasado siglo comenzó a ser excavado. Me maravilló descubrir ese asentamien­to romano, con sus calles y casas, con un templo en su cima y con miles de otros objetos –como la diosa Tánit, asociada a la Luna y la Fertilidad– que hoy se muestran en el Museo Arqueológi­co de Alicante. Y en torno al Castell, ubicado en un espectacul­ar paraje, dominando las dos playas, Poniente y Levante, que en tiempos era sometido a los frecuentes y terribles ataques de los piratas, me llamó poderosame­nte la atención el hecho de que este enclave se sitúe en la que hoy es la tercera ciudad de Europa con mayor número de rascacielo­s, sólo por detrás de Londres y Milán.

Fue en 1952 cuando el alcalde Pedro Zaragoza le dio un gran impulso turístico a aquel pueblito pesquero, la mañana en la que, a lomos de su vespa, hizo el camino hacia el palacio del Pardo para entrevista­rse con el jefe del Estado. ¿Su petición?, que permitiera que las chicas se mostraran en biquini en las playas de Benidorm. Obtuvo la venia y estas costas se convirtier­on las primeras en España en que el dos piezas para el baño pudo exhibirse sin pudor. Seis años más tarde, Marbella y Santander siguieron sus pasos.

Raphael

De los años dorados del Festival Internacio­nal de la Canción aún resuena en mis oídos aquella edición de 1962, en la que Raphael salió como triunfador con «Llevan». Cincuenta años más tarde, en 2012, el Ayuntamien­to le rindió homenaje y yo pude disfrutarl­o. Pasear por Lort de Colón, visitar sus parques temáticos –Aqua Natura, Mundomar, Terra Mítica, Terra Natura o Aqualandia– o salir de excursión en mini cruceros son costumbres a las que no renuncio. Y en especial, navegar hasta la isla de Benidorm, bautizada en 1970 como la «isla de los periodista­s». Desde ella, no me caso de admirar las playas y los altísimos edificios de una ciudad que me conquistó hace ya muchas décadas.

CONTRASTE Me sorprenden enclaves como el Castell en una ciudad de rascacielo­s

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