ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La catedral de Cuenca ya exhibe el retablo de González de Cañamares

La pieza gótica flamenca del siglo XV ocupa la capilla del Socorro del templo

- FRANCISCA RAMÍREZ CUENCA

La catedral de Cuenca vuelve a exhibir uno de los tesoros que han permanecid­o ocultos durante un tiempo para los conquenses y visitantes. Desde esta semana en la capilla del Socorro luce en todo su esplendor el retablo de Santa María de Todos los Santos, una pieza gótica del siglo XV, de autoría desconocid­a, que fue adquirida por el canónigo bachiller, Gonzalo González de Cañamares, en el año 1486.

Así lo explica a ABC el capellán mayor y director de la Catedral de Cuenca, Miguel Ángel Albares, quien ha agradecido el trabajo de restauraci­ón realizado por la escuela Superior de Conservaci­ón y Restauraci­ón de Bienes Culturales de Madrid y la colaboraci­ón de la Fundación Iberdrola, para conseguir sacar a la luz esta valiosa pieza artística.

El director de la catedral señala que la capilla se encuentra en la girola del templo primado y surgió como resultado de una ampliación que se realizó en el templo a partir del siglo XV. Fue en el año 1486 cuando el Gonzalo González de Cañamares pidió permiso al cabildo para edificar una capilla en la que pudiera ser enterrada toda su familia.

Por aquella época, concretame­nte en el año 1481, González de Cañamares compró las famosas Casas Colgadas de Cuenca, con el objetivo de ampliar la residencia familiar. Según explica Miguel Ángel Albares, la familia Cañamares ocupó estas casas desde el siglo XV hasta el XVII.

Tras la adquisició­n de la capilla, el canónigo conquense la dotó de un ajuar, que incluía entre otras cosas el retablo de Santa María de todos los Santos, que desde esta misma semana ha vuelto a ocupar el Altar Mayor de este espacio. Es un retablo excepciona­l de estilo gótico flamenco del siglo XV.

Pieza gótica y flamenca

Albares informa de que para la restauraci­ón del retablo han estado trabajando durante nueve meses diez personas del cuarto curso de la Escuela de Restauraci­ón de Madrid, bajo la dirección del director de la escuela, Luis Priego, y el auspicio de la Fundación Iberdrola.

La figura central del retablo es la Virgen María coronada, con el Niño Jesús en sus brazos. Alrededor de esta figura hay 16 «fantástica­s» tallas de

madera policromad­a, que se agrupan de dos en dos, en ocho hornacinas distintas y que representa­n a todos los santos: San Pedro, San Pablo, San Juan Bautista y los apóstoles. «Son bellísimas y, sobre todo, conforman un mosaico de altísimo valor para la época», afirma el capellán mayor.

«Es probable que este mosaico, con el que Don Gonzalo González de Cañamares quería dotar capilla, llegara a Cuenca de Flandes, de los Países Bajos. Es una de las joyas más primitivas que conservamo­s en la catedral de Cuenca y que valía la pena recuperar y poner en valor», manifiesta el director de la catedral.

El retablo, que forma parte del legado del templo primado, ha sido instalado

en el lugar que debió ocupar inicialmen­te. Junto a la Virgen del Socorro, que ocupa el altar mayor, están los de San Antonio de Pauda, el de Martín de Aldehuela, además del arca que contuvo los restos de San Julián desde su exhumación hasta 1760.

Finalmente, explica Miguel Ángel Albares, dentro de los proyectos de rehabilita­ción en los que ya se está la Catedral de Cuenca, se encuentra el retablo de San Fabián y San Sebastián, una obra excepciona­l de Diego de Tiedra, un tallista y cantero renacentis­ta del siglo XVI, cuyo proceso durará como mínimo los dos próximos años. Por eso, vuelve a reiterar su agradecimi­ento a las dos institucio­nes que han hecho posible este proyecto artístico.

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CATEDRAL La pieza, de incalculab­le valor, ocupa un lugar destacado en el templo

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