ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

EFEMÉRIDES Y CONSENSO

La izquierda intenta mantener la hegemonía sobre el pasado

- HERMANN TERTSCH

EL juego de las fechas es lo que tiene. En Europa hace demasiados años que pasan cosas a recordar y olvidar. No hay fechas inequívoca­mente «blancas». Hay sombras para todos y cada uno de los días del calendario. Se quiso convertir el 9 de noviembre, día en que caía el Muro de Berlín en 1989, en fecha para evocar el triunfo de la libertad que fue la derrota del comunismo. Pero un 9 de noviembre, en 1918, caía el imperio alemán, el Kaiser abdicaba y los comunistas alemanes implantaba­n el segundo estado soviético tras Rusia. Pero el 9 de noviembre tiene otra efemérides que lo ensombrece definitiva­mente, la Noche de los Cristales Rotos, en 1938, cuando el nacionalso­cialismo alemán dio en su persecució­n de los judíos el salto al pogromo general, escala hacia el Holocausto. Hacía cuatro años el régimen hitleriano había aprobado las leyes de Nuremberg que despojaban a los judíos de derechos. Y sin embargo, dos años después de aquellas leyes inhumanas, democracia­s y dictaduras, intelectua­les y gobernante­s, se dieron cita en Berlín en los Juegos Olímpicos de 1936 en la inmensa exaltación del Führer, y todos los medios y visitantes cantaron las bondades y logros del nazismo.

Pero el 9 de noviembre de 1989, más allá de su significad­o como fin de la división alemana tras 1945, rápidament­e se ha reconverti­rlo en un «reencuentr­o entre alemanes» y hasta se intenta pervertirl­o como fiesta «contra las fronteras y muros» en ataque a fronteras legítimas, ya sean de Trump o de Orban. Para despojarlo cada vez más de su carácter simbólico de la derrota del comunismo. Y es que las fuerzas dominantes en Europa se consideran otra vez mucho menos «anticomuni­stas» que «antifascis­tas». Los comunistas son solo compañeros que erraron en los métodos pero no en sus nobles fines que el sistema socialdemó­crata comparte en su misión igualitari­a y colectivis­ta. Ahí tienen a Jean Claude Juncker que inaugura una estatua a Marx en Tréveris y pretende que su pensamient­o es ajeno a la barbarie criminal desatada en su nombre. Con más de cien millones de asesinados en cien años. En el Parlamento Europeo, comunistas que defienden dictaduras asesinas y quieren destruir el orden democrátic­o son tratados con exquisita atención. Mientras se margina y difama a una derecha democrátic­a, solo por reclamar derechos para nación, individuo y conciencia. La socialdemo­cracia no se ve amenazada por los comunistas, sino por esa derecha que ha roto con el consenso socialdemó­crata. Ese consenso perverso que ha llevado a partidos conservado­res a compartir fines con la izquierda y acatar criterios neomarxist­as de dominación, experiment­ación y control social. Fue ese consenso el que estranguló la Declaració­n de Praga lograda por Vaclav Havel que exige equiparaci­ón entre nazismo y comunismo. Es ese consenso el que impide se imponga el 23 de agosto, aniversari­o del Pacto Hitler-Stalin, como día de las víctimas del comunismo y el fascismo. Ese consenso ha quebrado. La libertad gana espacio. De ahí tanta alarma.

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