ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Rezar por costumbre
Desde 1857, tres años después de la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de María, impulsada por nuestro país, acude el Obispo de Roma a la plaza de España para rezar ante el monumento erigido por Pío IX. Cada 8 de diciembre, el Papa se inclina ante la Virgen, a la que lleva una corona de flores que los bomberos colocan ante la imagen de la Inmaculada. La visita pontificia se repite con muy ligeras variaciones. Cambia el embajador de España ante la Santa Sede, se suceden los Papas en la silla de Pedro, y los turistas, ahora con pantallas táctiles, sustituyen progresivamente a los fieles en una ceremonia que se ha hecho rutinaria y previsible para quienes consideran a la Iglesia como parte del mobiliario urbano de Occidente, cuando no un obstáculo.
Ayer en Mosul, y por primera vez desde la reconquista de la ciudad, los caldeos también rezaron a la Inmaculada. Lo hicieron en una de las iglesias que Daesh profanó y destruyó cuando instaló su «califato» en la localidad iraquí. Las misas no son en Mosul una rutina, ni la excusa para un puente festivo, sino la expresión suprema de la libertad, no solo religiosa, que les quitó el fundamentalismo para celebrar un dogma que vino de España y pasó por Roma, justo allí donde, entre selfies y exceso de confianza, rezar apenas tiene ya significado.