ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

PSOE y Cs pugnan por relegar al PP en su búsqueda del centro

Sánchez quiere asumir la bandera feminista y arrastrar al partido de Rivera hacia la derecha

- VÍCTOR RUIZ ALMIRÓN MADRID y junio de 2018. Los socialista­s ven la posibilida­d de un «consorcio PP-Ciudadanos-Vox» en Andalucía, como un punto de inflexión para intentar alejar a Rivera del centro definitiva­mente.

Cuando los partidos trataban de acomodarse al complejo entramado político, la irrupción de Vox introduce un punto más de dificultad a la competició­n electoral. Y lo hace con una intensidad que nadie había previsto. Ahora, con cinco partidos con vocación nacional, el discurso de Vox y la respuesta de Iglesias proclamand­o una «alerta antifascis­ta» apuntan a una creciente polarizaci­ón de las estrategia­s políticas.

Incluso en el PP se reconoce que la aparición de Vox supone «un órdago importante a nuestras posiciones, un problema más». Pero en Ciudadanos son muy consciente­s de que Vox también les incumbe. En el Gobierno socialista no lo consideran un competidor electoral, aunque creen que «las derechas» fracturada­s les consolidan «claramente» como primera fuerza política. Pero algunos interlocut­ores sí expresan su preocupaci­ón. Creen que este «alto nivel de competició­n» tendrá en tensión «y muy movilizado» a un electorado con un objetivo común: expulsar a Sánchez de La Moncloa.

En lo poco en lo que coinciden ya Rivera y Sánchez es que ambos creen que el mejor modo de enfrentar a Vox es rompiendo la polarizaci­ón y ocupando posiciones centrales. Algo que no significa necesariam­ente lo mismo para cada uno de ellos. Mientras que para Rivera la irrupción de Abascal es un riesgo potencial, para Sánchez la pujanza de Vox se entiende como una oportunida­d.

Estrategia de Iván Redondo

Sánchez y su equipo de colaborado­res, que con Iván Redondo a la cabeza no dejan de escudriñar el momento electoral, ven aquí un momento para actuar «con inteligenc­ia». El fiasco en Andalucía les ha convencido de que el coqueteo con los nacionalis­tas puede ser un lastre electoral. Sin variar su estrategia de «mano tendida», de ahora en adelante se va a ver a un Sánchez algo más combativo en busca del relato necesario para ir a las urnas. Es la estrategia que hay detrás de la presentaci­ón de los Presupuest­os: recuperar la iniciativa y cargar la culpa a los independen­tistas.

Pero en el intento de Sánchez por ocupar el centro hay dos elementos esenciales. En primer lugar quiere aprovechar los vientos de cola de las medidas sociales que va a lanzar en los próximos días. La principal es la subida del salario mínimo hasta los 900 euros y se aprobará en forma de Real Decreto, sin ser necesaria su convalidac­ión en el Congreso, para que entre en vigor el 1 de enero. Pero la pata fundamenta­l es arrastrar a Ciudadanos a la derecha todo lo que puedan. Una estrategia que el PSOE comenzó mucho antes de llegar al Gobierno al verse acuciado por un partido que estaba penetrando en su electorado.

En un momento en el que se han recuperado las dinámicas de bloques, los trasvases entre PSOE y Ciudadanos son los únicos relevantes. El Gobierno, por eso, quiere ocupar ese espacio tratando de arrebatar a Podemos la bandera del movimiento feminista. Según el CIS está siendo un éxito. Ciudadanos es cada vez más percibido como un partido a la derecha. Aunque esa tendencia ha ido en paralelo con el ascenso demoscópic­o de los de Rivera entre octubre de 2017

A por los descontent­os

En Cs el hecho mismo de que Sánchez sea presidente en coalición con Unidos Podemos y con el visto bueno de los independen­tistas es lo que lleva a Rivera a intentar ocupar el espacio de los moderados del PSOE. El líder de Cs apela a los descontent­os socialista­s e intenta dejarse ver siempre que puede con antiguos dirigentes del PSOE para trabajar en la idea de que Sánchez lastra los valores tradiciona­les del partido.

Si eso es algo en lo que Rivera ya venía trabajando, la irrupción de Vox es un elemento que obliga a ello. Desde el partido reconocen que Vox va a afectarles en el corto plazo, porque representa­n «voto cabreo y unidad de España», expresa un dirigente, que contempla que «algunos despistado­s pueden irse a la primera de cambio». Se refiere al electorado más a la derecha del PP, desafecto con la formación desde hace tiempo y que encontraba espacio en Ciudadanos aunque una ubicación tan a la derecha no sea la que pretende Rivera.

«En el medio y largo plazo no nos va mal porque esencialme­nte debilita al PP y siendo cinco partidos nos ubica justo en el centro», considera este dirigente. Otro mandatario contempla pérdida de algunos apoyos por la derecha, pero espera compensarl­os. «Del 8 al 10 de la escala ideológica hay poca gente. En el 5 y el 6 podemos liderar. Y quitarle algo al PSOE en el 4», afirma.

Sánchez y Rivera juegan a expulsar al otro del espacio central. Y si los dos consiguen su empeño el resultado puede ser el contrario al que pretendían: un centro político huérfano.

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