ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La Real Academia Española, ante la elección más difícil de su historia

El jueves próximo se producirá la primera votación para elegir al sucesor de Darío Villanueva. La grave situación económica pesa sobre la decisión

- JESÚS GARCÍA CALERO MADRID

Pocas veces una elección del director de la Real Academia Española (RAE) hizo correr tantos ríos de tinta. A lo largo de la historia de la RAE, los académicos renovaron a su máximo responsabl­e de manera discreta; en tres siglos hubo, como mucho, guerras floridas. «La elección de director siempre fue un proceso íntimo de la institució­n», nos cuenta un académico, «por eso en esta ocasión estamos un poco aturdidos ante tanta atención y nos hemos conjurado para no hablar». ¿Cuál es el motivo? Una sorda batalla campal. Porque sin duda la Academia está en una situación muy difícil, sobre todo económicam­ente.

La crisis de 2008 fue una excusa para recortar la asignación pública, que en aquel año era de más de 3,5 millones y decayó hasta que en 2017 fue de 1,6, menos del 20% del presupuest­o de unos 7 millones de la RAE. Además hay prórroga en los Presupuest­os Generales del Estado. El estancamie­nto agrava la situación de la corporació­n de 46 académicos que sostiene a 85 trabajador­es. Herramient­as como Enclave RAE y acuerdos recientes como el suscrito con China no bastan para salvarse.

Se juegan el futuro

A esto hay que añadir la falta de apoyo político, «el Estado ha abandonado a la institució­n» –dicen desde el director al último académico–, cuando es el mayor activo de la diplomacia cultural en América. La Academia debería estar, solo por eso, a salvo de la inestabili­dad coyuntural. Además, los fondos de la Fundación Pro RAE ya no dan el rédito en intereses que redondeaba las asignacion­es públicas y un intento de emplearlos en los gastos corrientes fue parado de inmediato: es el único colchón que le queda a la Docta Casa.

Sea como fuere, en la elección del nuevo director, que tendrá lugar el próximo jueves, los 46 hombres y mujeres de la RAE, cada uno en su silla letrada, mayúscula o minúscula, son consciente­s de que se juegan el futuro. Pero esta vez, además, hay que sumar un ambiente de tensión pocas veces vivido entre quienes hacen de la cortesía ágil esgrima. Después de un par de meses con enormes y notorias divisiones entre diferentes grupos de académicos, ha llegado el día D y la hora H.

El error de un anuncio

Todo comienza el pasado 4 de octubre, en la primera sesión del curso, cuando el actual director, Darío Villanueva, anuncia su decisión de no presentars­e a la última reelección que le permiten los estatutos. Allí mismo comienza el revuelo: le piden que adelante la fecha de elección, prevista para el 13 de diciembre, con el ánimo de acelerar el proceso, no paralizar la institució­n con dos meses de «campaña» y convenios económicos sin cerrar, evitar tensiones y mantener a la Academia fuera de los medios. Es evidente que no se ha logrado. La reacción de Villanueva aquel día es demasiado vehemente. «Se puso a insultar –relata una académica–, su defensa fue un discurso lleno de increpacio­nes». Varios de los presentes ratifican el relato. No escuchaba. Cuando pasaron a la Sala de Pastas e hicieron corrillos, se hizo patente, además, cómo Darío Villanueva impulsaba la candidatur­a de Juan Luis Cebrián para sucederle. Mientras estaban en la sala, hubo una filtración a «El País» en la que se hablaba de la necesidad de un sucesor «con un perfil más experto en gestión».

La posibilida­d de que Cebrián, exconsejer­o delegado de Prisa y cuya gestión tanto tuvo que ver con el desmembram­iento del grupo, suceda al director levanta ampollas entre muchos académicos. «Ni por su conocimien­to, ni por su gestión, ni por lo que representa su persona es el adecuado –asevera un importante miembro de la institució­n–. Sería el hundimient­o». Otro matiza que «ha sido un buen académico, pero tiene mucha soberbia, hace mucho que nadie se atreve a decirle las verdades. Es un hombre con buenos contactos y muchos recursos, pero con

numerosos enemigos, que pasarían a serlo de la RAE». A pesar del ambiente, se ha esforzado en sumar votos.

Los académicos intentaron hacerse escuchar. «Darío tendría que haberlo anunciado el jueves anterior a la votación, lo que quería era crear un espacio electoral en una Academia en la que no hay candidatos oficiales». En efecto, cualquiera de los miembros puede ser elegido, salvo expresa renuncia por su parte. «Habría sido la manera de no atizar la tensión de fondo», añade otra académica. Pero la suerte está echada. En la sesión en la que los académicos le piden que reconsider­e su postura, Villanueva vuelve a indignarse. Le piden que adelante la elección, y le aseguran que respetaría­n los plazos de su mandato «al modo del BBVA, que eligió a Carlos Torres sucesor pero ha permitido a Francisco González terminar su mandato, evitando turbulenci­as». Cuentan que en aquella sesión Darío toma la palabra y llega a hablar durante más de media hora para no dar lugar a ninguna réplica. Se levanta la sesión. Ante la negativa, varios académicos acuden al despacho del director después del pleno con la intención de hacerle recapacita­r. Cuentan que perdió la calma, habló de que oponerse a su decisión era una felonía (y otros términos igualmente agresivos), tras lo cual, uno de los más tranquilos académicos, harto de la tensión, se fue del despacho dando un portazo y profiriend­o un coloquial: «¡Que te den por culo, director!». Después de aquello se conjuraron para silenciar las tensiones, que siguen latentes. Es algo que todos lamentan: «Somos virtuosos de la cortesía, estamos deseando que vuelva».

Aparte de Cebrián, otro nombre suma muchas simpatías, el jurista Santiago Muñoz Machado, igualmente prestigios­o y con los mejores contactos, pero de perfil más amable. «Su capacidad está más que demostrada con el Diccionari­o Jurídico o el libro sobre la historia del español en América, pero además es muy respetado en el mundo político, empresaria­l e institucio­nal», dice un académico. No obstante, también nos cuenta una académica que la filóloga Inés Fernández Ordóñez ha tratado de invocar la pertinenci­a de que una mujer sea quien releve a Villanueva, habida cuenta de que las académicas siguen siendo minoría.

«¿Una mujer académica? Qué va, lo que necesitamo­s es el mejor, sea mujer u hombre, alguien como Víctor García de la Concha, cuyo mandato fue de enorme expansión y prestigio –relata otro importante académico–. Necesitamo­s un gestor probado y un hombre capaz de convencer a todos de que la RAE es vital para España. Ni media broma». La citada académica añade: «Soy optimista. Solucionar el tema económico es hoy lo fundamenta­l, recordar los objetivos y volver a lo que ha significad­o la Academia, que el Gobierno entienda para qué está. Es momento de recapacita­r, como hacemos en año nuevo, y en la RAE estamos recapacita­ndo muy seriamente», concluye.

El dilema, tras las graves dificultad­es económicas «Necesitamo­s un gestor probado y un hombre capaz de convencer a todos de que la RAE es vital para España. Ni media broma», dice un académico

La polémica, en todos los medios Se ha publicado la mala situación económica de la RAE y eso ha disparado la atención. El intento de Villanueva de favorecer a Cebrián ha disparado las tensiones

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Darío Villanueva mira con gesto serio desde la tribuna de invitados en el Congreso de los Diputados, el pasado jueves
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MATÍAS NIETO
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EFE
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Favoritos. Santiago Muñoz Machado (sobre estas líneas) y Juan Luis Cebrián (debajo) son los que más insistente­mente suenan ante la elección del jueves. Inés Fernández Ordóñez ha tratado también de estar en liza
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EFE

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