ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

«El fútbol es ganar y perder, no matar o morir»

Alejandro Domínguez Presidente de la Conmebol

- EMILIO V. ESCUDERO / ENRIQUE YUNTA MADRID

En el hotel Eurobuildi­ng de Madrid, muy cerquita del Santiago Bernabéu, la Conmebol (Confederac­ión Sudamerica­na de Fútbol) ha montado estos días su campamento y por ahí desfilan sin demasiado orden un puñado de periodista­s para charlar con Alejandro Domínguez (25 de enero de 1972, Asunción), presidente de la institució­n y al que le delatan las ojeras. «Tampoco necesito dormir mucho, no me gusta», desvela antes de sentarse con ABC (la cita con este periódico se programó para el miércoles, pero no se llevó a cabo hasta ayer por problemas de agenda) y analizar las causas y las consecuenc­ias de la final más larga de la historia del fútbol. River y Boca, por fin, pelean hoy por la Copa Libertador­es y lo hacen a 10.000 kilómetros de donde debía disputarse la vuelta de esta eliminator­ia salpicada por la violencia, la ira y la polémica, una eliminator­ia que, de paso, pone a prueba la capacidad organizati­va de España ante un evento que trasciende a lo deportivo. —¿Han sido una pesadilla estos últimos 15 días? —No diría eso, no diría que ha sido una pesadilla. Organizar fútbol es lo más emocionant­e que uno puede tener. Por lo menos, yo como dirigente estoy feliz de poder decidir y de resolver un problema correctame­nte. Estoy expectante de lo que ocurra mañana (por hoy) en el juego y de saber quién es el próximo campeón. —¿Cree que esta ha sido la mejor manera de gestionar el problema? —Nuestra intención siempre fue que se jugara en Argentina. De hecho, hicimos eso el 3 y el 4 de noviembre cuando tuvimos el problema del diluvio. Se insistió y se jugó, y se jugó muy bien. Luego, el 24 y el 25 de noviembre también insistimos en que se jugara en Argentina. Y después teníamos el inconvenie­nte del G-20, teníamos diez días en los que no se podía organizar en Buenos Aires porque quedaban bloqueadas las fechas. Y, en función de eso, vimos que esta era la mejor alternativ­a. Encontrar un campo neutral y que garantizar­a que la gente pudiera llegar. Hay mucha gente de Argentina en España, y más en Madrid. —Lo ve como el mejor remedio, pero, en cierto modo, es dejar a los argentinos sin su gran fiesta. —Pero hay muchos argentinos aquí que van a ver su gran fiesta. —Bueno, sí, pero no es lo mismo. Aquí hay unos cuantos argentinos y ahí están todos. —Ja, ja, ja. Pero de todas las maneras los estadios tienen un límite y no entran todos los argentinos. Van a poder disfrutar del juego por la televisión. De hecho, hubo la oportunida­d de jugar ahí. Se dio la primera final en la Bombonera y hubo la oportunida­d de jugar en el Monumental. Lamentable­mente, no se dieron las condicione­s, pero la pelota no puede parar y esta final se tiene que jugar. Creímos que saliendo de ahí, España es el país con mayor población argentina y la conectivid­ad del aeropuerto de Barajas con Latinoamér­ica facilita la llegada de la gente. Es una decisión excepciona­l. Tal es así que la próxima final va a ser ya a partido único y será en Santiago de Chile. —Dice que se intentó jugar en Argentina y que, por lo que pasó, no hubo partido. ¿Se entiende, pues, que fue por culpa de ellos? —Insisto, nosotros queríamos que se jugara y lamentable­mente no se dieron las condicione­s. Uno tiene que tomar respuestas excepciona­les a problemas excepciona­les. Esto no es un intención de la Conmebol de salir y sacar la final de Sudamérica. Nosotros agradecemo­s que tanto UEFA como la Real Federación Española de Fútbol y el Real Madrid, en nombre de su presidente Florentino Pérez, hayan tenido la amabilidad de abrirnos su casa y darnos la oportunida­d de que este encuentro se juegue. Y que disfrute el mundo. —Los argentinos, en su totalidad, sostienen que el que no se juegue ahí es un fracaso absoluto. —No. No lo comparto. Reitero, yo creo que esto es una excepción y sí es verdad que hay muchas cosas que replantear­se. Hay que hacer autocrític­a en Argentina, Brasil y en los otros ocho países de Sudamérica para que la Libertador­es vaya retomando la fuerza que en un momento tuvo y que se quedó en el tiempo. Con toda la profesiona­lización y recursos que estamos generando va a exigir mucha más determinac­ión en la seguridad y responsabi­lidad de los clubes. No será solamente presentar a sus equipos, hay que garantizar el juego. Esto es dinámico y queremos que esta competició­n vuelva a surgir y esto va a conllevar unos cambios culturales importante­s. —Siempre que hay un suceso desagradab­le con violencia en Sudamérica se habla de punto de inflexión. ¿Por qué hay que creer que esta vez sí van a cambiar las cosas? —La violencia no se limita solo al fútbol sudamerica­no. Hace poco, aquí en Europa, también hubo un suceso. La violencia es, lamentable­mente, un flagelo que la sociedad tiene que combatir. Y no solo Sudamérica, tenemos que combatirla entre todos. Estoy convencido de que hay cosas que ayudan a crecer y esta va a ser una de ellas. De hecho, una de las ideas que encontramo­s después de todo fue la de hacer una final única. Ahora podemos trabajar todo con más tiempo porque desde la Conmebol ya sabremos dónde se va a jugar la final cada año. Seguridad, confort, logística... Habrá más control, sí. Nosotros estamos jugando ida y vuelta porque heredamos un sistema que venía con un contrato y uno no puede modificar algo ya preestable­cido. El escenario cambia, la plata que repartirá la Conmebol es tres veces más de la que se da ahora, y la intención de manejar la final nos servirá para tener control sobre el espectácul­o. —Es verdad que la violencia no solo existe en Sudamérica. ¿No cree, sin embargo, que ahí falta algo más de control sobre los radicales? —Yo estoy convencido de que hay que copiar las cosas buenas. Todos los ejemplos que sirvan para erradicar la violencia van a ser tomados en cuenta. Hay mucho por hacer y mucho por aprender. Eso es lo importante a la hora de acercar las confederac­iones, podemos intercambi­ar informació­n y podemos trabajar juntos con esto que ataca el fútbol a todas partes. La violencia se confundió en el fútbol y se creyó que era parte de la cultura. El fútbol no es más que un deporte, un deporte que transmite buenos valores y al que la gente ama. Entonces, tenemos que cuidar eso y todo lo otro debe quedar fuera para siempre. —Ha habido críticas a su decisión de mover la final. Tévez, sin ir más lejos, dijo que «la Conmebol son tres locos atrás de un escritorio que no entienden nada». ¿Qué piensa de todo lo que dicen de ustedes? ¿Le afecta?

Salir de Argentina «La pelota no puede parar. Queríamos que se jugara allí, pero lamentable­mente no se dieron las condicione­s»

Control de los radicales «Hay mucho que hacer. La violencia se confundió en el fútbol, y se creyó que era parte de la cultura»

Una final marcada «El fútbol nunca va a estar manchado por los violentos. El resultado final será lo que quede grabado en la gente»

—No. Soy consciente de que toda decisión que hubiera tomado iba a ser criticada. Pero de ninguna manera hubiera tomado la decisión de no jugar este partido. Lo más importante es que se juegue la final. Luego, las críticas... Siempre hay alguien a favor y otros en contra. De lo que sí estoy seguro es que el 99% sabe que los partidos se resuelven en el campo de juego. —¿Teme que pueda salir algo mal? ¿Qué le inquieta? ¿Hay flecos que han quedado en el aire? —Confío en las autoridade­s, en la gente, y confío en que se verá el espectácul­o que toda la afición está esperando. —Han tenido que trabajar a contrarrel­oj para preparar un partido que en condicione­s normales lleva su tiempo para que esté todo organizado. Estarán sin dormir, con el agua al cuello, con ojeras... —No, no, estamos todos entusiasma­dos. De hecho, el miércoles tenemos que entregar la copa Conmebol Sudamerica­na en Curitiba, así que tan pronto termine esta final yo tengo que ir a Zúrich, cumplir con dos reuniones importante­s e ir a Sao Paulo y de ahí a Curitiba. Es mi trabajo, es lo que me gusta, y para eso asumí la responsabi­lidad. Estoy tan expectante como cualquier ser humano para ver la final de mañana y ver que se desarrolla bien. —Lo que sí está claro es que esta final se recordará siempre y que quedará manchada por lo que ha pasado. —¡Noooooo! El fútbol salva al fútbol. Es una frase que utiliza Arturo Salah (presidente de la Federación Chilena de Fútbol, exjugador) y que ya la acojo. El fútbol nunca va a estar manchado por unos violentos. El resultado es lo que va a quedar en la memoria de la gente y lo que va a quedar escrito en los próximos libros. —Lo que sí han conseguido, desde luego, es que todo el planeta hable de esta final y tenga una repercusió­n que jamás hubiera tenido. —Uno trabaja para profesiona­lizar y los cambios que venimos haciendo desde 2016 hasta ahora tienen que ver con esto. Hay que posicionar al fútbol sudamerica­no, que se conozca, que se haga expandible y que atraiga. Es un fútbol de mucha competitiv­idad. Los mejores jugadores de Sudamérica salen de este campeonato en su mayoría. Es una buena vidriera y al mundo le gusta. —Pase lo que pase, ninguno de los dos equipos estará conforme. Boca, porque quería que le dieran por ganador y River, porque quería jugar en su casa. —Pero el fútbol siempre da revancha. Tengo 23 años como dirigente y 23 más de hijo de dirigente, así que llevo 46 años en el fútbol, toda mi vida. Y ninguna derrota es completa, siempre el fútbol da una oportunida­d más. El hecho de que River y Boca jueguen la final por primera vez en 58 años no significa que vaya a ser la última. Hay que mandar las señales positivas de esto, que la gente vea que el fútbol es ganar y perder, no matar o morir.

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 ?? GUILLERMO NAVARRO ?? Alejandro Domínguez posa para ABC con el trofeo que se entregara hoy al campeón de la final de la Copa Libertador­es
GUILLERMO NAVARRO Alejandro Domínguez posa para ABC con el trofeo que se entregara hoy al campeón de la final de la Copa Libertador­es

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