ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La caída del secesionis­mo vasco ratifica el fracaso abertzale

Solo el 22% de la ciudadanía se muestra favorable a la independen­cia

- ADRIÁN MATEOS BILBAO Pero el sentimient­o mayoritari­o de la sociedad vasca no se ve reflejado en el

Bilaterali­dad y diálogo El Gobierno vasco ha rechazado la vía unilateral empleada por los independen­tistas catalanes

Los soberanist­as vascos han tratado de situarse a rebufo del PDECat y ERC para impulsar una «vía» paralela a la catalana. Con EH Bildu a la cabeza, las fuerzas independen­tistas siguen remando a contracorr­iente para favorecer un clima de división entre los vecinos del País Vasco, que a pesar de todo se mantienen reacios a sumarse a la causa. De hecho, en tan solo un mes el sector secesionis­ta se ha chocado de bruces contra dos muros: la mínima participac­ión de la consulta de Gure Esku Dago y los resultados del último Sociómetro, que reflejaron un nuevo descenso del apoyo del territorio al proceso rupturista.

Desde luego, el rechazo de la ciudadanía vasca a la independen­cia no es consecuenc­ia de la desidia de EH Bildu, que ha intentado por todos los medios impulsar un proceso soberanist­a semejante al de Cataluña. Sin embargo, sus esfuerzos no solo no han dado frutos, sino que cada vez son más los que apuestan por mantenerse ligados al Estado español. Sin ir más lejos, el Sociómetro publicado el pasado miércoles desveló que la tasa de partidario­s de la independen­cia ha caído hasta el 22%, dos puntos por debajo de la que se registró en el año 1998 y ocho menos que en 2014. Por el contrario, el 37% está en contra de la secesión, lo que constituye un incremento de 13 puntos desde el 98.

Alianzas con el PNV

Parlamento, rendido a las posiciones de PNV y EH Bildu. Hace apenas una semana, ambas formacione­s acordaban una iniciativa mediante la que la Cámara de Vitoria reclamó el derecho a la autodeterm­inación y el reconocimi­ento de una España «plurinacio­nal». En el mismo texto, las fuerzas nacionalis­tas denunciaba­n la «imposición» con la que la Constituci­ón defiende la unidad del Estado, construido a su juicio «desde una base antidemocr­ática e históricam­ente falsa».

No fue este el único órdago que lanzaron al Estado PNV y EH Bildu, que en septiembre ratificaro­n su propuesta de bases para el nuevo Estatuto autonómico. Un programa que fue duramente criticado por las formacione­s constituci­onalistas por su marcado corte soberanist­a, pues no solo hacía referencia a la existencia de una Euskal Herria conformada también por Navarra, sino que establecía una diferencia­ción entre ciudadano y nacional.

Una postura que se sale del guión marcado por el Gobierno vasco, con Iñigo Urkullu a la cabeza, que hasta la fecha ha rechazado las vías unilateral­es en favor del diálogo con el Ejecutivo central: «Euskadi tiene que inscribir su realidad en el contexto de la Unión Europea –declaró el lendakari al diario «Le Figaró»–. No podemos construir una sociedad sobre mayorías de 50-50». Las diferencia­s entre el dirigente nacionalis­ta y los soberanist­as catalanes quedaron patentes en la reunión que mantuvo en noviembre con el presidente de la Generalita­t, Quim Torra, en la que Urkullu volvió a insistir en la necesidad de no traspasar los márgenes legales.

El dilema del PSE

En mitad de la vorágine se hallan los socialista­s vascos, que sustentan al Gobierno gracias a su alianza con el PNV. Ambas formacione­s dieron muestra de sus discrepanc­ias ideológica­s en la Ponencia de Autogobier­no, en la que el PSE denunció que el texto acordado por los nacionalis­tas incluía ideas «peligrosas». El momento de mayor fricción tuvo lugar a comienzos del pasado verano, cuando el lendakari acusó al partido de Idoia Mendia de «elevar el tono» en sus críticas hacia el PNV.

A pesar de todo, la formación socialista insiste en que el programa de Gobierno que acordaron con el PNV no aborda ninguna de estas cuestiones. En este sentido, desde el PSE argumentan que no comparten la postura de sus socios en el Ejecutivo en torno a la Constituci­ón y el derecho a la autodeterm­inación, si bien subrayan que estas diferencia­s no afectarán a su proyecto de legislatur­a.

Órdago al Estado Las fuerzas nacionalis­tas denuncian que el Estado está construido sobre una base «antidemocr­ática»

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