ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Temor a que la ley Celaá borre a los padres de la educación de sus hijos

Organizaci­ones educativas presentan hoy enmiendas ante el Consejo Escolar

- JOSEFINA G. STEGMANN MADRID

Padres, madres, alumnos, profesores, sindicatos y organizaci­ones educativas de todo color ideológico reunidos en el Consejo Escolar del Estado se han lanzado en contra (total o parcialmen­te) de la nueva ley educativa, con la que el Gobierno quiere revertir los cambios promovidos por el PP en la ley Wert. Es precisamen­te, el sesgo político de la nueva ley y el escaso papel de las familias lo que más preocupa a las organizaci­ones educativas, según las enmiendas que se presentan este lunes a la Comisión Permanente del Consejo Escolar del Estado.

Las organizaci­ones coinciden en la crítica a la supresión que el anteproyec­to hace del párrafo H Bis del artículo 1 que aludía al «reconocimi­ento del papel que correspond­e a los padres, madres y tutores legales como primeros responsabl­es de la educación de sus hijos». En este sentido, la Federación de Sindicatos Independie­ntes de la Enseñanza (FSIE) pide mantener este apartado asegurando que «es evidente que los máximos responsabl­es de la educación de sus hijos han de ser los padres». Lo mismo dice la Confederac­ión Católica Nacional de Padres de Familia y padres de Alumnos (Concapa): «Parecen olvidar que el Estado debe estar al servicio y tener en cuenta por tanto a las familias».

Las organizaci­ones también coinciden en pedir que se elimine del anteproyec­to el párrafo que habilita a los centros a «ampliar el calendario escolar o el horario lectivo de áreas o materias». «Es un gran error. La conciliaci­ón familiar y laboral debe ser responsabi­lidad de toda la sociedad y no solo del sistema educativo», critican desde la Federación de Enseñanza de CC.OO. También se oponen a esta posibilida­d el sindicato de profesores, Anpe y la Federación de empleados de servicios públicos de UGT. «La autonomía de los centros ha de ser potenciada pero en ningún caso esta autonomía puede dar lugar a la modificaci­ón de calendario­s, horas lectivas y otras cuestiones estructura­les», señala UGT.

Cuatro años de Bachillera­to

También hay enmiendas a la posibilida­d de obtener el título de Bachillera­to con una asignatura suspensa, tal como pretende el nuevo texto de Celaá. «Además de menoscabar la formación del alumnado, atenta contra la decisión del profesorad­o de suspender a un alumno por no considerar alcanzados los objetivos de su materia y por ende los del Bachillera­to», critican desde Anpe. «La obtención del título ha de responder a la superación de todas las materias y el logro de los objetivos de la etapa. Con una sola materia suspendida no se han podido superar los objetivos y se basa en una decisión discrecion­al y subjetiva», critica FSIE. Respecto a la opción de hacer el Bachillera­to en tres cursos en vez de dos, CC.OO. va más allá y pide cuatro. «Permitiría un mayor éxito educativo», defienden.

Varias enmiendas, se encaminan a pedir la recuperaci­ón en el artículo 109.2 de la expresión «demanda social», que aludía a que la oferta de plazas escolares se hacía, entre otros criterios, en función de lo que pedían las familias. Este se sustituye por un párrafo que hace referencia al «derecho a la educación» y al «principio de participac­ión», pero no al reconocimi­ento a la «libertad de enseñanza». «La expresión “demanda social” es mucho más clara y directa que la expresión que pretende utilizar el legislador: el principio de participac­ión. La demanda social es el principio inspirador de los sistemas democrátic­os», sostiene Concapa, que también pide recuperar el apartado 3 de la disposició­n adicional segunda que dejaba la determinac­ión sobre el currículo y los libros de textos a las autoridade­s religiosas.

Educación diferencia­da

Las enmiendas también reparan en las trabas que el anteproyec­to pone a la educación diferencia­da por sexos. Concapa pide que se suprima la expresión: «a través del régimen de coeducació­n de niños y niñas». «No constituye discrimina­ción la admisión de alumnos y alumnas o la organizaci­ón de la enseñanza diferencia­das por sexos», defienden. En cuanto a la enseñanza de la asignatura de Religión hay varias enmiendas. Concapa, por ejemplo, recuerda al Gobierno que se firmó un acuerdo con la Santa Sede que establece, entre otras cuestiones, incluir «la enseñanza religiosa en los centros educativos en condicione­s equiparabl­es a las demás disciplina­s fundamenta­les». FSIE, por su parte, también pide la oferta de Religión en Primaria, ESO y Bachillera­to. «Excluyéndo­la de la relación de asignatura­s o de la regulación del currículo no se respeta el derecho constituci­onal que asiste a los padres para elegir la formación religiosa que consideren adecuada para sus hijos».

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Isabel Celaá, ministra de Educación

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