Un viejo pergamino

Crónica hallada tras obras de fábrica en la calle de la Vida Pobre. Según se relata, al picar una pared mampostera se halló el pergamino cuyo textículo transcribo sin corrección alguna: …del Doctor Alfonsus Tostado, Episcopus Abulensis. Nonas septembris anno salutis MCCCCXLI –Orate pro anima ipsius–: Kikiriquea un gallo. Pinta apenas el alba en el azul de un cielo sereno. La fronda del Valle murmura al germinal y flores ansiosas de rocío refrescan sus corolas. Frente al ventanal, el alcaide se atusa los flecos del copete y observa tuno azores y halcones, y el nuevo arnés de su magnífico bayo oscuro. La campana desgrana un lento toque de alba. Un fraile magro y renegrido se mueve bajo su pesada cogulla de paño burdo a esta vera diestra. ¡Temprano nos existe hoy el maese alcaide!, pensó. En la plaza, una tropa armada, como de cien lanzas espera dentro de sus armaduras. En la cámara del ajuntamiento, el zlcaide departe en el serrallo.

Capiteles en deliciosa curva, el arquitrabe y un tapiz en tiras y fajas cubren la desnuda pared. Un ataurique y la escritura cúfica con caracteres nesjíes delatan al paño. Un libro de caza señorea sobre un estarivel. Un escudero de cuerpo ni alto ni bajo, membrudo, velloso, la cabeza no chica, pescozudo y pelinegro observa a su amo. Desde sus cejas apretadas, como tiznas de carbón, diríase que piensa. En el brasero de la Vega se observa despertar el día. Junto a un peñasco del lugar de san Jerónimo, un peregrino que se llega desde La Puebla mira hacia este alcázar. Jadeante, súbito de emoción, camina hacia la Ceca con el fin de mitigar la pena del fallecimiento del príncipe Juan. Ayo d´este, busca ese aire refrigerador del alma. Camina lento. Busca a la valerosa Isabel, reina cristiana y armario de todas las virtudes. Con el rostro más de bandolero que de penitente, con expresión humilde, se encasqueta el sombrero. Trajinantes majagranzas ruines, ganapanes y arrieros villanos cruzan la marcha d´el. Tras horas largas de camino esperan al cambalacheo de aceytes…