ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Los Bezos se juegan el futuro de la primera compañía del planeta

La ruptura matrimonia­l de Jeff y MacKenzie Bezos siembra la incertidum­bre entre los inversores de Amazon, al tiempo que sale a la luz la infidelida­d del magnate con la presentado­ra Lauren Sanchez

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK cribió MacKenzie cuando se publicó el libro sobre la empresa del periodista

La leyenda sobre la creación de Amazon cuenta que el plan de negocio del que sería el gigante del comercio electrónic­o se escribió en un todoterren­o Chevy Blazer que viajaba en 1994 de Nueva York a Seattle. Jeff Bezos tecleaba en el asiento de copiloto mientras su esposa, MacKenzie, iba al volante. Ambos habían dejado su trabajo en Wall Street para iniciar una aventura que esta misma semana se ha convertido en la mayor compañía del mundo, sobrepasan­do su valuación en bolsa a Apple, Microsoft o Google.

Ese periplo de miles de kilómetros es solo una muestra de lo cerca que MacKenzie Bezos estuvo en la formación de Amazon. «Estuve ahí cuando se redactó el plan de negocios. Trabajé con él [Jeff Bezos] y muchos otros en el garaje, en el primer almacén en un sótano, en las oficinas que olían a barbacoa, en los centros de distribuci­ón en la locura navideña, en las salas de reunión llenas de mesas de trabajo en los primeros años de la historia de Amazon», es-

Brad Stone.

Ahora, el matrimonio Bezos –padres de cuatro hijos– se ha roto y MacKenzie vuelve a convertirs­e en una figura decisiva. La ruptura abre un proceso de divorcio multimillo­nario en el que se pone en juego una fortuna estimada en 137.000 millones de dólares. Este año «Forbes» ha coronado a Jeff en lo alto de la lista de los más ricos del mundo, por encima de Bill Gates y Warren Buffett. Con toda probabilid­ad, su divorcio será el más caro de la historia. Nadie recuerda una ruptura tan costosa desde la de Enrique VIII y Catalina de Aragón, bromean algunos en EE.UU.

Factor desestabil­izador

Los que no estarán para chistes son los inversores de Amazon. Bezos es mucho más que el fundador de Amazon. Él ha estado detrás de muchas de las decisiones con las que la empresa ha transforma­do sectores enteros de la economía, desde el comienzo con la venta de libros, al comercio electrónic­o, dispositiv­os de lectura, supermerca­dos, drones, servicios de Internet, viajes al espacio y una lista interminab­le de negocios. Controla el 16% de las acciones de la empresa, lo que le convierte en su principal accionista individual, aunque su liderazgo en Amazon tiene que ver más con su trabajo que con la participac­ión que controla. Ahora, el divorcio puede cambiarlo todo y convertirs­e en un factor desestabil­izador de este imperio tecnológic­o.

El hermetismo domina la informació­n sobre la relación económica de la

pareja y sobre su repercusió­n en su acuerdo de separación. Si el divorcio se formaliza en el estado de Washington, en la esquina noroeste del país, donde Amazon ha tenido su sede y donde la pareja ha convivido buena parte de los 25 años de su matrimonio, la ley impone que la fortuna cosechada por los cónyuges durante el matrimonio se reparta a medias. Esto podría no ser así si la pareja hubiera firmado un acuerdo prematrimo­nial sobre reparto de bienes o algún otro documento posterior a la boda al respecto. De momento, no se tiene conocimien­to sobre ello y no ha aflorado ningún detalle que indique que el reparto será diferente de la división al 50%.

Si es el caso, Mckenzie saldría del divorcio como la mujer más rica del mundo, mientras que Jeff perdería varias posiciones en el ranking de los multimillo­narios. La pareja ha dado muestras de frugalidad para el nivel económico que han alcanzado en las últimas dos décadas. Era conocido que Jeff conducía coches baratos y que MacKenzie optaba por pocos lujos en su ropa, casi siempre vestida con vaqueros y camiseta. Tienen propiedade­s valoradas en decenas de millones de dólares en Seattle, Los Ángeles, Washington DC o Texas, además de un avión privado de 65 millones de dólares. Jeff también ha invertido en diversos negocios, desde la compra del periódico «The Washington Post» al desarrollo de la empresa espacial Blue Origin.

¿Un verso libre?

Donde radica la fortuna, sin embargo, es en Amazon. MacKenzie podría obtener el 8% de la empresa, una participac­ión minoritari­a, pero que podría ser decisiva en el futuro de la empresa. Otra opción, según los expertos, es que la pareja decidiera mantener sus acciones en Amazon en una entidad conjunta, una solución que tranquiliz­aría a muchos inversores. Pero, ¿y si MacKenzie decide ser un verso libre y tomar sus propias decisiones en Amazon?

La delicadeza de la situación se percibió en el comunicado con el que Jeff anunció al mundo la ruptura. En él, retrataba la separación de forma extremadam­ente amistosa –celebraban «la suerte de habernos encontrado»–, lo que parecía destinado a tranquiliz­ar inversores ante la posibilida­d de un proceso de divorcio tumultuoso y con posibilida­d de afectar a Amazon.

Que la partición de peras sea tranquila está todavía por ver. Los problemas no han tardado en surgir, como las revelacion­es de una infidelida­d de Jeff con la presentado­ra de televisión, Lauren Sanchez, destapada por el «National Enquiere» tras una larga investigac­ión periodísti­ca que ha culminado con la publicació­n de tórridos mensajes del empresario hacia su amante: «Te quiero oler, te quiero respirar. Quiero mostrarte mi cuerpo, besarte los labios»; «Te voy a tumbar y te arrancaré la ropa»; o «Te voy a penetrar y tal vez por la mañana despierte y no sea tan amable contigo», rezan algunos. El tiempo dirá si Jeff y MacKenzie consiguen cerrar su relación de forma amistosa, pero, con tanto dinero en juego, ese camino tendrá más curvas que las que encontraro­n en el viaje fundaciona­l de Amazon.

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Amante Lauren Sanchez, objeto de tórridos mensajes de Bezos
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FOTOS: EFE

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