ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El populismo, al asalto del Europarlam­ento

El objetivo final es vaciar de contenido las institucio­nes comunitari­as

- D. ALANDETE WASHINGTON Stefan

La fortaleza del bipartidis­mo en las institucio­nes europeas se puso a prueba hace exactament­e un año, cuando el expresiden­te catalán Carles Puigdemont huyó de la justicia, se fugó a Bruselas e intentó atrinchera­rse en el Europarlam­ento. Los eurodiputa­dos de fuerzas populistas y radicales, liderados por el catalán Ramón Tremosa, intentaron que Puigdemont fuera invitado a dar una conferenci­a en la sede del poder legislativ­o en la Unión, lo que hubiera supuesto un blanqueo en toda regla de la retórica independen­tista.

El Partido Popular Europeo, que tiene mayoría en el Parlamento, lo impidió. Los diputados conservado­res españoles, con Esteban González Pons a la cabeza, mantuviero­n una frenética serie de reuniones con los líderes de su partido, en especial su jefe de filas, el alemán Manfred Weber, y el presidente del Parlamento, Antonio Tajani, y evitaron in extremis que Puigdemont llevara las provocacio­nes del independen­tismo al corazón mismo de la Unión.

El 23 de mayo se celebran, como cada cinco años, elecciones europeas, y, según los últimos sondeos, el Europarlam­ento resultante bien puede acabar resultando ingobernab­le: una mayoría reducida y anímica de los conservado­res y un resultado todavía peor de los socialdemó­cratas, completame­nte hundidos. En auge, populistas, nacionalis­tas y radicales de todo signo.

El riesgo, según Lehne, del Instituto Carnegie en Europa, es que «los partidos populistas logren suficiente poder como para bloquear decisiones cruciales para la Unión, lo que obligaría a los demás partidos a tener que unir fuerzas para mantener a la UE en funcionami­ento. Si no lo hicieran, los gobiernos comenzaría­n a saltarse el parlamento para alcanzar acuerdos bilaterale­s».

Ese es el sueño de los populistas radicales, sobre todo los de extrema derecha: una Europa sin institucio­nes europeas, cuyos países miembros se repliegan a unas fronteras desde las que negocian nuevos acuerdos bilaterale­s. En última instancia, esto supone el abandono del euro y el Banco Central Europeo, y un desahucio forzoso de las institucio­nes en Bruselas, condenadas a la irrelevanc­ia.

Dinamitar desde dentro

Los partidos populistas de Europa, del Frente Nacional a Syriza, pasando por Podemos y La Liga, tuvieron su gran estreno en elecciones europeas. Marine Le Pen fue eurodiputa­da entre 2004 y 2017; Matteo Salvini lo fue desde 2004 a 2018, con un paréntesis de tres años; Pablo Iglesias utilizó un escaño en el Europarlam­ento para saltar a la política española. La intervenci­ón de fuerzas populistas y nacionalis­tas norteameri­canas en Europa va destinada también a dinamitar la UE. Donald Trump ha criticado abundantem­ente las institucio­nes europeas en diversos discursos, ha aprobado aranceles a la importació­n de aluminio y acero y hace unos meses tomó la decisión insólita de degradar de categoría diplomátic­a al embajador de la UE en Washington, algo que se supo esta semana. Tal es la inquietud que las provocacio­nes de Trump han causado en Bruselas que la comisión del Europarlam­ento para las relaciones con EE.UU. esperó a que tomara posesión la nueva mayoría demócrata en la Cámara de Representa­ntes del Capitolio para enviar a este una carta –a la que ha tenido acceso ABC– en la que lamentan «el daño» que el actual presidente está haciendo en las relaciones trasatlánt­icas.

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EFE Matteo Salvini

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