ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Rahaf, la heroína de 18 años que fustiga al régimen de Riad

Su huida a Bangkok pone al desnudo la represión de la mujer en Arabia Saudí

- FRANCISCO DE ANDRÉS

Si usted está cansado del debate sobre la ley de violencia de género en España, viaje a Arabia Saudí para observar el panorama en el otro extremo del péndulo. El paisaje de discrimina­ción flagrante de la mujer árabe vuelve a estar bajo los focos gracias a la joven saudí Rahaf Mohammed al Qunun y su epopeya en la capital de Tailandia para escapar de un matrimonio concertado.

Rahaf, de 18 años, aprovechó un viaje con su familia a Kuwait para tratar de huir por avión a Australia, donde quería pedir asilo político. La joven apostató del islam y pretendía obtener protección alegando que su decisión conlleva la pena de muerte en Arabia Saudí. Pero su proyecto de huida, vía Bangkok, se precipitó cuando supo que su padre había arreglado su matrimonio, una práctica habitual en su país. En la ley saudí el contrato matrimonia­l se cierra entre el novio y el padre de la novia.

Durante el tránsito por la capital tailandesa, la falta de visado de la saudí produjo un forcejeo con las autoridade­s aduaneras, que anunciaron su intención de repatriarl­a a Kuwait. Rahaf se hizo fuerte en su cuarto del hotel y lanzó una campaña en busca de auxilio a través de Twitter y otras redes sociales, que finalmente obtuvo éxito. La ONU se hizo cargo de ella y le concedió el estatus de refugiado. Días después Canadá le otorgó el asilo político, y la joven aterrizaba ayer feliz en Toronto.

El caso de Rahaf Mohammed al Qunun –hija de un alto cargo saudí– contiene varias de las realidades más lacerantes sobre el estatus de la mujer, no solo en Arabia Saudí sino en general en todo el mundo árabe. Rahaf se opuso a portar el velo islámico, obligatori­o en su país, se negó a casarse con el elegido de su padre, contó para su huida con la circunstan­cia de que en Kuwait no existe, como en Riad, la obligación de que la mujer esté siempre acompañada por un tutor masculino (el padre, un hermano u otro pariente), y alegó que solo aspira a poder «estudiar y trabajar donde desee», algo que no puede hacer en su patria. La condena a muerte por apostatar del islam, en cambio, afecta por igual a hombres y mujeres.

Cortinas de humo

Con su actitud rebelde, Rahaf ha derribado algunas de las bambalinas montadas por Arabia Saudí desde la llegada al poder, hace más de un año, del príncipe heredero Mohamed bin Salman. Afectado aún por el caso Kashoggi, Bin Salman ha hecho campaña para presentars­e como «reformista» con una serie de medidas en favor de la mujer que, a la luz del caso Al Qunun, muestran ser meramente cosméticas. La más significat­iva fue la autorizaci­ón de que la mujer saudí pueda conducir, que entró en vigor en junio del año pasado. El resto de las reformas han sido casi anecdótica­s: la mujer ya puede acudir a los campos de fútbol (acompañada por su tutor varón), puede votar en asambleas municipale­s con escaso poder, y puede trabajar como dependient­a en lencerías, puesto que hasta hace poco era también exclusivo del varón.

En cambio, las grandes cuestiones relativas al sistema religioso que consagra la dependenci­a de la mujer del hombre, siguen intactas en todos los ámbitos. En el del código de vestimenta, el velo (con frecuencia el completo, el niqab). En la vida social, el régimen de tutela del varón: la mujer no puede caminar sola, ni trabajar, ni viajar al extranjero, sin permiso del tutor varón. En materia de familia, los matrimonio­s concertado­s entre los varones, el novio y el padre de la novia. En el terreno judicial, la infravalor­ación de la mujer: su testimonio vale la mitad que el del varón. Y en la vida profesiona­l, el escaso número de empleos abiertos a la mujer en el mercado laboral saudí.

Ninguna potencia occidental se atreve a rechistar por el peso económico de la superpoten­cia petrolera y la posición clave del régimen saudí en la lucha contra el yihadismo. Ha sido una joven de 18 años la que ha lanzado su honda contra los pies de barro del gigante.

Bambalinas Las reformas «feministas» de Bin Salman no afectan al núcleo de la discrimina­ción de la mujer

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REUTERS Rahaf Mohammed al Qunun, a su llegada ayer a Toronto, donde ha recibido asilo

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