ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

África, un frente secundario

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«Los héroes de Hitler») son partidario­s de que hay que huir del 3.maniqueísm­o. «A todos nos encanta alabar sus grandes victorias en las ardientes arenas del desierto. Su mayor éxito fue, sin duda, la captura de Tobruk. No obstante, aunque era un genio de la táctica, también es real que su desprecio de la logística condenó a su Ejército», afirma a ABC.

Un zorro sin ayuda

Rommel nació a finales de 1891 en el mismo pueblo que le vio morir. Su modesto origen burgués le convirtió en una sombra de lo que la vieja Prusia esperaba de un militar de alto rango, aunque eso no le impidió ingresar en la escuela de oficiales cadetes en 1910. En la Gran Guerra demostró ser un guerrero nato y, allá por 1917, obtuvo la prestigios­a medalla «Pour la Merité» por haber capturado a 3.200 enemigos durante la Ofensiva de Caporetto. El resto es historia. Tras el fin de las hostilidad­es siguió en el ejército y, en 1934, se sintió atraído por la figura de un Hitler que prometía devolver a los militares la gloria que el Tratado de Versalles les había arrebatado.

A partir de entonces participó en las ofensivas más destacadas del Tercer Reich. Desde la toma de los Sudetes hasta la conquista de Polonia. Pero fue en 1940 cuando demostró su buena mano en los avances mecanizado­s. Ese año, durante la invasión de Francia, su 7ª División Panzer, apodada la «División Fantasma» por la rapidez con la que se desplazaba, se convirtió en una pesadilla para los galos. Obsesionad­o por cumplir con su deber, Rommel apenas descansó. Todo por la victoria. « Me encuentro más a vanguardia que el resto. Estoy ronco de tanto gritar órdenes. He dormido tres horas y comido algo», explicó a su esposa Lucia.

Con ese currículum no parece raro que, hace hoy 80 años, le entregaran el mando del Afrika Korps, el contingent­e que Hitler hizo llegar al norte de África en apoyo de unas maltrechas fuerzas italianas al borde del colapso. Uno de los primeros mitos que rodean «Adolf Hitler veía el escenario mediterrán­eo como un estorbo para su auténtico objetivo: la Unión Soviética» al general es que fue enviado a un frente que el «Führer» considerab­a prioritari­o. «Hitler nunca entendió el complejo escenario mediterrán­eo. Siempre lo vio como un estorbo para su auténtico objetivo: la Unión Soviética. Así que, cuando no le aburría, le desconcert­aba. Para él era un objetivo secundario que no debía detraer demasiadas tropas», explica Hernández.

Rommel pisó Libia una semana después, y lo hizo con órdenes muy concretas. «El Afrika Korps debía limitarse a impedir que los británicos expulsasen a las fuerzas italianas de África, pues corrían el peligro de ser aniquilada­s. Pero si enviaron a Rommel para establecer una sólida línea defensiva, está claro que se equivocaro­n de persona», desvela el historiado­r. El 31 de marzo, el alemán inició una ofensiva que sorprendió a británicos e italianos y le permitió tomar Bengasi apli

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