ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Alustante, el pueblo cuyas campanadas presumen de ser Bien de Interés Cultural
La Junta reconoció esta semana sus 16 toques de campana como BIC en la categoría de patrimonio inmaterial
A lo largo de la historia, el sonido de las campanas ha sido un medio de comunicación más. En tiempos en los que no había otra manera de avisar a los vecinos de un pueblo o de una ciudad, tenían un papel básico para anunciar un evento social, un peligro o incluso para celebrar el fin de una epidemia, algo que ahora se espera con ansias. Sin embargo, aún hoy hay lugares en los que esta costumbre tiene bastante arraigo, como es el caso de Alustante, un pequeño pueblo de 100 habitantes de la provincia de Guadalajara.
Ubicado en la comarca del Señorío de Molina de Aragón, en este pueblo son tradición los 16 toques manuales de campana, que acaban de ser reconocidos como Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de patrimonio inmaterial, por parte del Gobierno de Castilla-La Mancha, tal y como anunció este miércoles la portavoz del Ejecutivo autonómico, Blanca Fernández, «por ser una de las manifestaciones culturales más importantes de Guadalajara y de las más antiguas de la región».
Durante más de 15 años, el Ayuntamiento de Alustante, la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y la Asociación Cultural Hontanar vienen trabajando en la conservación de un conjunto de toques de campanas que representa uno de los medios de comunicación de masas más antiguos de los que dispone esta comunidad rural y, gracias a ese trabajo, el Diario Oficial de Castilla-La Mancha publicó en diciembre de 2019 una resolución de la Viceconsejería de Cultura por la que se iniciaba el expediente para este reconocimiento.
En Alustante se recuperó el toque manual de las campanas al no ser rentable para la parroquia el sistema mecánico, ya que sufría constantes averías. Debido a ello, el campanero Juan Martínez Fonfría interpretó de nuevo los toques tradicionales y, tras su muerte en 1990, sus hijos y nietos continuaron con esta labor.
El reconocimiento como BIC de esta tradición conlleva una serie de medidas de salvaguarda de este bien, entre las que se encuentran desarrollar registros orales de memoria de personas mayores que puedan facilitar datos del pasado relativos a dicho elemento cultural, elaboración de colecciones de relatos o historias de vida de los actores más veteranos, vinculados a la representación, que transmitan sus vivencias y recuerdos como intérpretes de esta manifestación cultural.
El campanario de Alustante posee cuatro campanas, cuya refundición se documenta repetidas ocasiones desde principios del siglo XVI hasta 1974, año en que se refundió la campana María. Dicho campanario, realizado en sillar de caliza muy blanda de Orihuela del Tremedal, posee una altura aproximada de unos 40 metros.
Hasta más de 20 variantes
Los toques que se han podido mantener llegan a 16, cuyas variantes los convertirían en más de una veintena. Aunque la base de la documentación son los recogidos en Alustante, las aportaciones de los campaneros del resto del Señorío de Molina han permitido contrastar la información y analizar hasta qué punto existían diferencias y similitudes entre los distintos pueblos. En Alustante y en el territorio molinés se basan en cuatro técnicas, a veces combinadas, que son la señal, el repique, el medio vuelo o medio bando y el volteo o bandeo.
Los toques pueden ser de oraciones, de misa, de misa en ermitas, de rosario, repique de fiesta, repique de Domingos Terceros, de escuela (clase), de doctrina, de penitencia (confesión), de nublo (para conjurar tormentas), de concejo (aviso de eventos civiles), de rebato (de peligro), de perdidos (para avisar de que se había perdido una persona), de difuntos, de Gloria (niño difunto) y bandeo (fiestas patronales). Y ojalá que pronto las campanas de Alustante suenen también, como en épocas anteriores, para anunciar el final de una pandemia.