ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Las protestas masivas contra el golpe militar paralizan Myanmar
Multitudinaria manifestación tras los nuevos cargos contra Aung Sang Suu Kyi
Casi tres semanas después del golpe de Estado, los birmanos no se rinden y siguen luchando por su joven democracia. Por undécimo día consecutivo, ayer siguió la huelga general y hubo protestas por todo el país que fueron más multitudinarias que en jornadas anteriores. De forma pacífica, con una campaña de desobediencia civil que va desde la paralización de los servicios públicos hasta el corte de líneas ferroviarias, los birmanos redoblan su apoyo a su líder democrática, la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, después de que los militares presentaron el día anterior nuevos cargos contra ella. A la bizarra acusación de haber importado ilegalmente seis walkie-talkies para la seguridad de su mansión se suma ahora otro delito peculiar: haber violado la ley de Gestión de Desastres Naturales. Para responder por estos cargos, Suu Kyi compareció el martes por videconferencia ante el tribunal, que fijó la próxima vista para el 1 de marzo.
Exigiendo su liberación, los líderes demócratas que todavía no han sido arrestados llamaron ayer a una demostración de fuerza contra el Ejército. Mientras Kyi Toe, político de la Liga Nacional para la Democracia (LND), pedía «marchar en masa contra el golpe que ha destruido el futuro de nuestra juventud y de nuestro país», el activista Khin Sandar apelaba en Facebook a «reunir a millones para derribar a los dictadores», recogía la agencia Reuters.
Cada noche, durante el toque de queda, los militares cortan internet para que no se difundan sus redadas, en las que ya han sido detenidas más de 450 personas según la Asociación de Asistencia a los Prisioneros Políticos de Myanmar, nombre oficial de Birmania. Entre ellos destacan numerosos políticos de la LND, el partido de Aung San Suu Kyi. Además, la liberación de miles de presos comunes de las cárceles ha desatado el terror en el país, ya que se cree que muchos de ellos están siendo utilizados por el Ejército para provocar incendios y desórdenes y amedrentar a la población. Para defenderse de ellos, se han formado patrullas urbanas que hacen rondas de noche en los pueblos y barrios.
Sin que ninguna de las dos partes ceda, la tensión va en aumento y se teme un estallido de violencia como en años anteriores, cuando el Ejército aplastó a sangre y fuego las protestas reclamando democracia de 1988 y 2007. Tras avisar desde hace días de la «guerra» que los militares han emprendido contra su propio pueblo, el Relator Especial de la ONU para Myanmar, Tom Andrews, alertó de la llegada de más tropas a Yangón (Rangún). «Estoy aterrorizado de que dada la confluencia de estos dos acontecimientos, las protestas masivas planeadas y la convergencia de tropas, podamos estar a punto de que los militares cometan crímenes todavía mayores contra el pueblo de Myanmar», denunció Andrews, quien recordó que «en el pasado, tal movimiento de tropas precedió a asesinatos, desapariciones y detenciones a gran escala». Con el fin de impedirlo, hizo un llamamiento urgente a cualquier país con influencia sobre los generales, y sus negocios, para presionarlos y acabar con la «represión continuada del pueblo de Myanmar y de sus libertades básicas y derechos humanos».
Incrédulos a las promesas
Con la creciente presión internacional liderada por EE.UU. y el Reino Unido, los birmanos siguen desafiando al Ejército. Con la excusa de que hubo un fraude en la arrolladora reelección del partido de Aung San Suu Kyi en noviembre, los militares recuperaron el 1 de febrero su tradición de dar golpes de
Estado. Escarmentados por su medio siglo de dictadura, los birmanos no se creen sus promesas de que celebrarán nuevas elecciones y se echaron un día más a la calle. Tal y como mostraban las fotos difundidas por las redes sociales, que volvían a funcionar tras el restablecimiento de internet, cientos de miles de personas se manifestaron de nuevo en las principales ciudades del país, como Naypyidaw, la capital, Yangón, Mandalay y Myitkyina, en el estado de Kachin. Como en los días anteriores hubo enfrenamientos que dejaron numerosos heridos y al menos un muerto, se teme que haya un nuevo baño de sangre en Myanmar.