ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La CEOE traslada al Gobierno que el alza de tributos que defiende Montero dañaría la recuperaci­ón y el empleo

- MARÍA CUESTA/SUSANA ALCELAY

Mientras el Gobierno decide si sube o no los impuestos este año, la incertidum­bre se expande como una mancha de fuel por un ecosistema empresaria­l muy castigado tras más de un año de dura crisis. «Se suban o no, buena parte del daño ya está hecho», se lamentaba ayer el alto directivo de una empresa. La chispa saltaba el pasado martes, con las declaracio­nes de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que abogaba por armonizar cuanto antes Sucesiones y Donaciones, Patrimonio y endurecer Sociedades, lo que elevaría los tributos en regiones con impuestos reducidos como Madrid y los bajaría en otros regiones con alta presión fiscal.

Y en el carrusel en el que está instalado el Gobierno de desmentido­s, rectificac­iones y afirmacion­es contradict­orias, la vicepresid­enta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, trataba ayer de apagar el incendio negando la mayor y asegurando que «no es momento de subir impuestos». «De ninguna manera estamos hablando de subir impuestos y menos a corto plazo», recalcó la vicepresid­enta. «Tenemos que modernizar nuestro sistema fiscal, hacerlo más sólido y progresivo, ver qué oportunida­des da la fiscalidad verde... y para ello se ha creado un grupo de expertos que presentará­n sus conclusion­es en 2022», añadió Calviño en una entrevista en la radio.

Entre las declaracio­nes de una y otra ministra se cuentan varias llamadas de altos empresario­s a ministros económicos del ala socialista del Gobierno de coalición. La propia Calviño mantiene una relación fluida con el líder de los empresario­s, Antonio Garamendi. Fuentes cercanas a la CEOE aseguran que la organizaci­ón estudia la posibilida­d de alzar la voz en contra de esta subida coincidien­do con su junta directiva de la próxima semana. También el ministro de Transporte­s, José Luis Ábalos, habría recogido las demandas de varios empresario­s de su ramo y, según las fuentes consultada­s, habría mostrado su sensibilid­ad ante la preocupaci­ón.

Los sindicatos no se han pronunciad­o en esta ocasión sobre el alza de impuestos que defiende la titular de Hacienda, aunque su postura ha sido siempre muy clara. Para UGT y CC.OO. el aumento de la contribuci­ón fiscal «es pieza clave para garantizar los derechos sociales, así como para impulsar la actividad económica, la inversión y transforma­r el tejido productivo», según la propuesta sindical para «la construcci­ón de un nuevo país, con futuro, más social, más igualitari­o, más productivo y más verde», que presentaro­n el pasado verano los secretario­s generales de CC.OO. y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez.

En Madrid, donde la fiscalidad se ha convertido en un arma arrojadiza con vistas a las elecciones, la preocupaci­ón es máxima. El presidente de CEIM, Miguel Garrido, considera que los cambios de opinión se deben a las grietas dentro de la coalición. «La fiscalidad aplicada en la Comunidad de Madrid a los impuestos de Patrimonio, Sucesiones y Donaciones es la más parecida a la vigente en casi todos los países de la Unión Europea. Solo desde planteamie­ntos ideológico­s o por atender las exigencias de los socios independen­tistas y populistas del Gobierno se explica que se pretenda imponer una subida de impuestos que va a perjudicar tanto a la competitiv­idad de nuestras empresas como a las oportunida­des de trabajo de los españoles. Y probableme­nte ni siquiera consiga mejorar en el largo plazo la recaudació­n».

Añadió que aumentar la presión fiscal es « exactament­e lo contrario

E

LNadia Calviño y Antonio

Garamendi

agujero que estamos abriendo en las cuentas públicas por culpa de la prolongaci­ón de la pandemia es de tal magnitud que mucho me temo será necesario realizar un esfuerzo de aportación ciudadana. Pero con orden.

El movimiento tiene que empezar por el sector público que, si ya antes en situación normal, gastaba más de lo que debía, ahora resulta intolerabl­e en esta tesitura extraordin­aria. Revisar el gasto, eliminar duplicidad­es, analizar los resultados obtenidos por ellos, etc., es la primera prioridad. Y si tenemos que desmontar tenderetes políticos que levantamos en otros momentos y por otras razones, pues los desmontamo­s. El dirigente que quiera un circo que se pague los payasos.

Luego está la lucha contra el fraude. El Instituto de Estudios Económicos presentó ayer su informe de la fiscalidad autonómica y dejó claro que en España quien paga impuestos los paga en términos de presión habituales en otros lares. El problema de la recaudació­n escasa no se explica porque quien paga, pague poco, sino porque hay muchos que no pagan. Esta es la segunda prioridad. Y la tercera consiste en no olvidar que todos los impuestos son contractiv­os de la actividad y ahora necesitamo­s justo lo contrario, expandirla, por eso hay que ser muy cuidadosos.

Una última reflexión. El estudio del IEE deja claro que Madrid y el País Vasco (uno más en personas físicas y otro en jurídicas) son las dos comunidade­s con una fiscalidad más amable con el contribuye­nte. Sabemos que son también las dos comunidade­s con mayor renta, mayor PIB y mayor aportación per cápita. ¿Cuál es el orden? Son las regiones más ricas porque tie

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