ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Fascismo

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BORJA SÉMPER

«Hoy se llama fascista a cualquiera. Si todos somos fascistas, el verdadero fascista ya no es tan peligroso»

«El PP ha conseguido que la gente asocie a Ayuso con la palabra

libertad» bras para nombrar sus propios principios y valores». «La clave es el progreso. Esa palabra lo justifica todo. Desde un referéndum hasta una ley de eutanasia. Desde la supresión de una libertad a la expropiaci­ón de una propiedad. Lo ampara todo. El progreso es de izquierdas», lamenta. En la campaña por el poder en Madrid, en cambio, la situación parece que se ha revertido. «Ayuso ha creado un marco en el que se habla de libertad, un concepto que encontró gracias al tema de los bares en la pandemia, y que la gente asocia a ella. Sobre esa causa ha construido su campaña. Cuando logras que tu rival entre en ese marco es más fácil ganar la batalla, y a ella la están convirtien­do en la líder de la campaña, en la hembra alfa», afirma Santiago Martínez.

Hay una crítica recurrente a esta fiebre por el ‘marketing’, y es que los políticos han ido perfeccion­ando la comunicaci­ón a medida que descuidaba­n la gestión. A veces da la sensación de que debajo de las palabras no hay nada. « El lenguaje es un medio para la transforma­ción, pero esto está en desuso, porque el mensaje político se ha convertido en un fin en sí mismo: el fin es llenar la agenda. Es un mal camino porque el lenguaje tiene que servir para algo», apunta Madina, que además alerta sobre esa tendencia a hacer política de escaparate: «Antes, en la tribuna, aunque se vigilaba la dimensión comunicati­va, importaba el anfiteatro que te escuchaba, más allá de la trascenden­cia mediática. Ahora se piensa más en la televisión que en el BOE».

Deriva violenta

El otro gran temor que recorre el Congreso de los Diputados es la polarizaci­ón y la posibilida­d de que sea algo imposible de frenar. «El nivel de electrizac­ión del mensaje yo no lo he vivido antes. Hay determinad­as palabras que nunca había oído antes en el Parlamento. El nivel de violencia verbal es tremendo. Nunca había oído, por ejemplo, un ‘les maldigo a ustedes’ [se lo dijo Francisco Alcaraz, de Vox, a los parlamenta­rios de Bildu]. Tampoco que nadie dijera que veía en otra diputada el ‘rostro de la muerte’ [esto es de Macarena Olona, también de Vox, en referencia a Mertxe Aizpurúa, de Bildu]», relata Marta González, portavoz adjunta del grupo parlamenta­rio popular en la Cámara Baja.

«Podemos y Vox han contaminad­o el debate público y, en cierta manera, han contaminad­o a los políticos no populistas. Por ahora, el clima de crispación está en el rango político, el gran miedo que tengo es que contamine a la sociedad. El lenguaje es un arma muy poderosa, condiciona la mente, orienta las voluntades», apostilla Borja Sémper. Los sucesos en Vallecas y Coslada confirman una tendencia peligrosa. Hace diez años nadie podía imaginar que la Policía tuviera que diseñar un dispositiv­o específico en un mitin para proteger a un partido constituci­onal. Y eso ya está pasando.

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