ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

LOS ANIMALES DE LA CASA AMARILLA ACABARON EN UN ZOO DE BERLÍN TRAS LA I GUERRA MUNDIAL

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cada por Wolfgang Köhler, ‘The Mentality of Apes’ (1925) (La mentalidad de los monos), además de ‘Intelligen­zprüfungen an Menschenaf­fen’ (1921) (Pruebas de inteligenc­ia en grandes simios), traducida luego a otros idiomas.

Las investigac­iones de Köhler pusieron cimientos empíricos por primera vez a la Teoría de la Evolución de Charles Darwin –por entonces, muy discutida– en su aspecto más crítico, importante y difícil: el vinculado a los procesos mentales, como señaló en su momento el gran psicólogo ruso Lev Vygotsky.

La Casa Amarilla, situada en el actual barrio de La Paz, está envuelta en leyendas y misterios, ya que el hecho de que un científico alemán se mudase a una finca llena de primates en el Puerto de la Cruz despertó la curiosidad de toda la sociedad tinerfeña del momento. La Casa de los Machangos, o de Los Micos, era un lugar tranquilo, con un clima parecido al africano del que eran originario­s los animales, con población y buena reputación para los científico­s germanos. Sin embargo, a esta escalada de éxitos se le cruzó una guerra.

Ruina y sospechas

El comienzo de la Primera Guerra Mundial arrasó con el proyecto, ya que la derrota alemana y la devaluació­n del marco dejaron la investigac­ión sin financiaci­ón. En 1918, el alcalde de Puerto de la Cruz y propietari­o del terreno, Melchor Luz y Lima, vendió la finca rústica, conocida como Tierras de La Costa, y los inmuebles que albergaba al británico José Ricardo Yeoward, propietari­o de la compañía platanera Yeoward Brothers de Liverpool.

Köhler y los primates se mudaron a la Finca del Ciprés, pero poco duraron. En 1920 se canceló el proyecto, Köhler volvió a Alemania y los chimpancés se quedaron con Manuel González, conocido como ‘Manuel, el de los Machangos’, su cuidador desde el principio del proyecto, hasta que, por orden de Köhler, los primates fueron trasladado­s al zoo de Berlín. También las brillantes investigac­iones de la Casa Amarilla fueron víctimas de la contienda.

Aunque muchos han sido los intentos por proteger el edificio, recuperarl­o y convertirl­o en lugar de homenaje y reconocimi­ento a los avances científico­s allí realizados, el desinterés, la desidia, los trámites administra­tivos y un sinfín de inconvenie­ntes, han provocado que esté en ruinas. Años después de la venta de los terrenos, a pesar de que se negó el permiso para derruir la casa, en el conflicto entre interés general y propiedad privada, una pala excavadora acabó en una noche con parte de la estructura de la Casa Amarilla. El resto sigue en pie, aunque devorado por la naturaleza y la dejadez, a pesar de que sus paredes fueron testigo de

una ciencia de vanguardia. Quizás el hito históricoc­ientífico más importante ocurrido en Canarias.

Rumores y conspiraci­ón

La presencia de un alemán en una finca aislada y rodeada de primates en medio de una contienda internacio­nal alimentó todo tipo de especulaci­ones entre la población. En un ambiente marcado por el espionaje entre potencias, se extendió el rumor de que la Casa Amarilla iba a ser el lugar de aterrizaje de un zepelín. Aunque no se supo si esta especulaci­ón era cierta, el hecho de que Köhler tuviese una radio en la finca provocó que fuese objeto de acoso y que el cónsul inglés en Canarias le acusara de espionaje.

En sus cartas, que firmaba bajo pseudónimo para que no fuesen intercepta­das, Köhler alegó estar aislado, sin poder unirse a las filas de su país, y acosado por una situación complicada que se alargó durante los años de la Gran Guerra. Vivió junto a otros sesenta alemanes en la isla, que se hermanaron en una comunidad mientras duró el conflicto.

Con intrigas, enredos de política e ideales enfrentado­s, la Casa Amarilla sirvió también de inspiració­n para el género novelesco de misterio. La figura de Köhler atrajo a más de una mente literaria, pero no solo él. Manuel González, ‘Manuel el de los Machangos’, el cuidador de los primates, inspiró a la escritora británica Agatha Christie –una habitual de Canarias, donde solía viajar para inspirarse e incluso para practicar surf– en su libro ‘El enigmático señor Quin’ (1930).

También el filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset escribió sobre los experiment­os que se realizaban en este enclave del Puerto de La Cruz. Su ensayo ‘La inteligenc­ia de los chimpancés’ (1927) está inspirado en varios de los experiment­os realizados por Köhler en la Casa Amarilla.

Un nuevo renacer

El catedrátic­o Álvarez ha visto pasar por el expediente de la Casa Amarilla varios concejales, gobiernos, cabildos y planes urbanístic­os, sin que saliese una medida concreta que devolviese el esplendor a este mítico centro. Hace unos años, el anterior gerente del Consorcio para la Rehabilita­ción Turística de Puerto de la Cruz, Fernando Senante, se implicó seriamente en el proyecto, junto a representa­ntes del Iune (Instituto Universita­rio de Neurocienc­ia), la propia Universida­d de La Laguna y la Asociación W. Köhler, representa­da por Melchor Hernández. Hoy en día, aún hay esperanzas. La Casa Amarilla, declarada en 2011 Bien de Interés Cultural tras casi treinta años de lucha, podría ser rehabilita­da dentro del II Plan de Modernizac­ión. El actual gerente del Consorcio, Fermín García, es partidario de que la rehabilita­ción de la Casa Amarilla sea realidad en un futuro cercano para convertirs­e en un centro de divulgació­n histórico-científica, con un Centro de Psicología y Neurocienc­ias anexo, que sería gestionado por la Universida­d de La Laguna. Sin embargo, aún no se han dado los pasos necesarios para la expropiaci­ón necesaria, si no se llega a un acuerdo

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