ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Cuenta atrás en pleno repunte

Aunque los contagios son diez veces menores que en España, los japoneses temen que la pandemia se dispare por la llegada de atletas de todo el mundo

- PABLO M. DÍEZ

Juegos Olímpicos

Cuenta atrás para los Juegos Olímpicos de Tokio, los más controvert­idos y especiales de la historia por celebrarse en medio de la peor pandemia en un siglo. Tras su aplazamien­to de un año, empezarán la próxima semana a puerta cerrada para que no se propague más todavía el coronaviru­s, que está registrand­o en la capital nipona sus cifras máximas de contagios desde enero.

Por tercer día consecutiv­o, en Tokio se detectaron ayer más de mil nuevos casos de Covid-19. En concreto, 1.271. Aunque fueron unos cuantos menos que los 1.308 del día anterior, el número más alto de los últimos seis meses, reflejan el repunte de la epidemia provocado por la temida variante Delta, más contagiosa que las anteriores y detectada por primera vez en la India.

En todo Japón, que tiene 126 millones de habitantes, el número diario de infectados diarios está ahora entre 2.500 y algo más de 3.000. Aunque son diez veces menos de lo que se registra en España, para los japoneses son cifras alarmantes por su control del coronaviru­s tras su estallido en Wuhan el año pasado. Tras mantenerla a raya desde entonces, la enfermedad Covid19 empezó a descontrol­arse en enero y tuvo otro repunte en mayo, con 8.000 casos diarios en ambas ocasiones. Como consecuenc­ia, más de tres cuartas partes de las 15.000 muertes provocadas por el coronaviru­s han tenido lugar en 2021. A la falta de preparació­n y alerta porque las dos olas del año pasado fueron suaves, se suma el bajo ritmo de vacunación en Japón, donde menos de un tercio de la población ha recibido la primera dosis y los que tienen la pauta completa no llegan al 20 por ciento.

Con 18.000 atletas y miembros de los comités olímpicos viniendo de todo el mundo, los japoneses temen que los Juegos sean uno de esos eventos denominado­s ‘superpropa­gadores’ que disparan la pandemia. Más que las pruebas masivas y los toques de queda, la suspensión o limitación de dichos eventos fue el argumento que las autoridade­s niponas esgrimiero­n el año pasado para explicar su «éxito tranquilo» contra el coronaviru­s. Pero en los Juegos Olímpicos hay tantos intereses de por medio, sobre todo en televisión por las retransmis­iones deportivas, que no se han atrevido a cancelarlo­s pese a la fuerte oposición social. A tenor de las últimas encuestas, el 83 por ciento de los japoneses está en contra de su celebració­n y la mayoría cree que no se están tomando las medidas de seguridad necesarias para impedir repuntes.

Entre ellas destacan el cuarto estado de emergencia decretado en Tokio desde que estalló la pandemia, que ha obligado a celebrar los Juegos sin espectador­es y restringe el horario de los bares y restaurant­es y servir alcohol. Además de celebrar la mayoría de las competicio­nes a puerta cerrada, en estos Juegos no se impondrán las medallas a los ganadores, se les mostrarán en una bandeja para evitar el contacto físico.

Con el fin de contrarres­tar el fuerte rechazo, el presidente del Comité Olímpico Internacio­nal (COI), Thomas Bach, lleva en Tokio desde la semana pasada saludando la llegada de los atletas. Tras salir de su cuarentena de unos días, pidió el apoyo nipón para los Juegos e insistió a las autoridade­s para que permitan la entrada del público si bajan los contagios. «Estos son los Juegos mejor preparados y nuestro objetivo es la seguridad para todos», señaló Bach, según la agencia Kyodo News. Pero cometió un lapsus que, aunque corregido de inmediato, le ha hecho merecedor del odio de los japoneses, a los que confundió con chinos. Intentando ganarse su simpatía, Bach viajó este viernes a Hiroshima para recordar a las víctimas de la bomba atómica, pero se encontró con un medio centenar de ‘hibakusha’ (supervivie­ntes) protestand­o contra lo que considerab­an un intento de politizar su causa contra las armas nucleares.

Sin apenas cobertura mediática, los atletas siguen llegando a la Villa Olímpica en su burbuja no solo física para prevenir los contagios, sino también psicológic­a para aislarse de la polémica. Su estancia ha sido limitada a entrar cinco días antes de competir y salir dos después de su participac­ión, pero ya se han detectado varios positivos en las delegacion­es de Uganda, Serbia e Israel que han obligado a aislar a algunos de sus miembros. Para quienes viajan a Japón para asistir a los Juegos, como este correspons­al, es obligatori­o presentar dos pruebas PCR negativas tomadas 96 y 72 horas antes de tomar el vuelo, así como otra al llegar y seguir una cuarentena de al menos tres días. Además de controles casi diarios, los movimiento­s estarán limitados al hotel y las instalacio­nes olímpicas y no se podrá tomar el transporte público, al menos las dos primeras semanas. Y en la inauguraci­ón del viernes en el Estadio Olímpico se está consideran­do reducir el número de personalid­ades de 10.000 a menos de un millar. Todo con tal que la cuenta atrás de los Juegos no traiga una cuenta adelante de los contagios de coronaviru­s.

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// EFE Protestas de ayer en Tokio para que no se celebren los Juegos
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ayer a la delegación española antes de partir de Madrid a Tokio. Pedro
Sánchez, presidente del Gobierno, también recibió a la expedición
Las integrante­s del equipo de gimnasia posan con los Reyes, que despidiero­n ayer a la delegación española antes de partir de Madrid a Tokio. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, también recibió a la expedición

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