ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Negacionis­mo de dictaduras

Es como si alguien sale diciendo que la de Franco no era una dictadura

- ANTONIO BURGOS

EL coronaviru­s nos está trayendo tantas nuevas palabras, o volviendo al uso tantas otras olvidadas, que van a faltar páginas del DRAE para ponerlas. O están cambiando el sentido de muchas locuciones. ‘Toque de queda’ sonaba a guerra, sonido de sirenas, bombardeos; ahora te hace pensar en unos irresponsa­bles borrachos a los que siempre les parece temprano el cierre de madrugada de los bares de copa y que se van de botellón (y de contagio) a los parques públicos, a las plazas, a las playas. Como lo de ‘negacionis­ta’, palabra de moda donde las haya, y que tienen diversos observante­s de su doctrina. Hay quien es negacionis­ta de vacuna, y en los mismos Estados Unidos los hay a porrillo, que hasta tienen que hacer regalitos para que la gente acceda a ponerse la Pfizer. Los más divertidos son los negacionis­tas del chip. Que dicen que no se ponen la vacuna porque con ella te colocan un chip que te tiene controlado las veinticuat­ro horas. ¿Más controles todavía, con la de ellos que padecemos? Y los hay negacionis­tas del propio virus, que dicen que es un invento de los gobiernos para que no hablemos de otras cosas: que el Covid no existe.

Ahora ha surgido un nuevo tipo de negacionis­ta, que no tiene nada que ver con el virus y sí con las libertades y su represión: los negacionis­tas de dictaduras. Los que ni aunque se lo mande el médico le aplican la palabra ‘dictadura’ al régimen comunista que implantó Fidel Castro en 1959, engañando a la burguesía cubana que pedía libertades frente a Batista y creía que iban a llegarles desde Sierra Maestra con los barbudos. Desde entonces, para la izquierda hay una mitología de la revolución cubana, que la reverencia haga lo haga, pase el pueblo el hambre que pase, sean negadas las libertades que fueren, aunque estén las cárceles llenas, y que elogia los que dicen dos grandes aciertos del régimen comunista de la dictadura que dejó implantada Fidel Castro: la enseñanza y la sanidad.

Negacionis­ta de dictadura es el propio Gobierno del Reino de España, a pesar de que hablar de Cuba es como referirse a un pariente, de alguien de la familia. No se olvide que Cuba nunca fue una colonia, sino una provincia más de España. Ya lo dijo el ahora denostado don José María Pemán: «Cuando España perdió Cuba es como si a Cádiz se le hubiera muerto alguien de la familia». Se han dado todos los rodeos posibles para quitarle a Cuba el estigma de la «dictadura», palabra prohibida por sus negacionis­tas los progres. Sánchez se ha atrevido a ir más lejos, y ha dicho que no es una democracia. Entonces, si no es una democracia, ni hay libertad y encarcelam­ientos por pedirla, ¿qué es, hijo mío? Son las dos habituales varas de medir. Las de derechas sí son dictaduras. La de Pinochet sí era una dictadura. ¿Pero la de Cuba? Es tan incomprens­ible todo como si a estas altura de curso alguien sale diciendo que la de Franco no era una dictadura. ¡Madre mía, la que le hubieran liado! Y ya ve usted, los negacionis­tas de la dictadura cubana: los progresist­as dicen que Cuba busca un camino a la democracia.

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