ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Lo que Iván dejó pendiente
Lástima que Redondo se fuese sin organizar un homenaje a Sánchez por sus servicios en el Covid
SE dice que los españoles reservamos los reconocimientos para el trance de las exequias fúnebres. Puede ser. Por ejemplo, sorprende el escaso aplauso a los servicios del presidente Sánchez frente a la pandemia. Ha sido una lástima que el asesor Redondo fuese laminado antes de poder organizar desde La Moncloa un gran homenaje público al presidente feminista, ecologista y progresista. Ya saben: unas pantallas tochas, el pianista Rhodes, la CEOE en posición de firmes, los ministros arrobados ante el brillo que emana de Mi Persona y algunos líderes del Ibex, forzados a aplaudir ‘so pena’ de ser penalizados en el reparto digital de los fondos. Desde aquí animamos a los nuevos cargos monclovitas a promover el homenaje pendiente:
De entrada, el presidente Sánchez ha sido el único estadista del orbe que ha logrado derrotar ¡tres veces! al Covid. La primera, en fecha tan temprana como julio de 2020. Para ayudar al PSOE ante las elecciones gallegas y vascas, proclamó entonces que habíamos «derrotado al virus», invitó al público a «disfrutar de la nueva normalidad» y acto seguido, como la situación estaba controlada, se dio de baja en la crisis sanitaria y se piró a chapotear a la residencia oficial de Lanzarote (llevándose a sus amiguetes como corte con cargo al erario público). El presidente Sánchez ha destacado además por su prudencia, evitando en todo momento alarmar a la población. Por eso cuando Lombardía ya estaba cerrada por el virus y en España comenzaba a despuntar, mantuvo todo abierto de par de par, con partidazos con abarrote en el Bernabéu y el Wanda y las mogollónicas manifas del 8-M (y es que nuestro Gobierno tenía claro que la ideología de género debía imperar sobre la salud).
El presidente Sánchez ha sido también el mandatario que más cintura ha mostrado en esta crisis. Una adaptación táctica sin parangón: pasó de endilgarnos el (ilegal) estado de alarma más restrictivo del mundo, y de estar de sol a sol en la tele, a ponerse de canto en las cuatro siguientes olas, donde simplemente ha pasado de todo. Ha observado además un escrupuloso cuidado a la hora de tranquilizar a los españoles, trucando las cifras de muertos, ocultando que no existían los expertos del cacareado «comité de expertos» e inventándose falsos rankings donde destacábamos como líderes mundiales en test. Ha hecho gala también de un extraordinario nervio político al utilizar una tragedia sanitaria para sus intereses partidistas, con una campaña de persecución a la Comunidad de Madrid y la promoción del ministro de Sanidad como candidato en Cataluña. Además, ha sabido mantener siempre viva la llama del optimismo; por ejemplo, con aquella memorable campaña de propaganda de mayo de 2020 de «Saldremos más fuertes»… preludio de la mayor caída del PIB de toda la OCDE. Por último, el providencial presidente Sánchez ha tenido el acierto de no pintar nada en la vacunación (la UE compró las dosis y pinchan las comunidades), lo que quizá explica que sea lo único que ha funcionado en esta crisis. España le debe un homenaje, chuletón incluido.