ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Recienteme­nte,

- ANTONIO MARTÍNEZCA­LCERRADA

Simultaneó la labor judicial con la docencia, tanto en la Universida­d en la que fue catedrátic­o de Derecho Civil, como en el Centro de Formación Judicial

el pasado 3 de j ulio, ha fallecido una persona más, un jurista, de los que han vivido y se formaron durante l os duros años de la posguerra civil española. Con gran esfuerzo, trabajo y una enorme motivación, en los años 40, 50 y principios de los 60 del pasado siglo, consiguió y se hizo con un puesto en la sociedad. Sin temor a la hipérbole, ha sido, como dicen los anglosajon­es un ‘self made man’. Ingresó en la Carrera Judicial en 1962 –11ª Promoción–. Sirvió destinos en Cifuentes, Sigüenza, Alcalá de Henares y Madrid. Desde un pequeño juzgado hasta el Tribunal Supremo. Las caracterís­ticas de su dedicación, entre otras, fueron actualizar los asuntos en trámite, dejando el órgano judicial al día, y adecentar y modernizar la Oficina Judicial. Dos males que tradiciona­lmente han caracteriz­ado nuestros juzgados y, mal que nos pese, siguen atenazando a los mismos.

En Madrid, sirvió en l as antiguas magistratu­ras de Trabajo, haciendo un uso intenso de la conciliaci­ón entre las partes y resolviend­o el conflicto que las enfrentaba de forma más satisfacto­ria que por medio de una resolución judicial. Y en la ya desapareci­da Magistratu­ra de Ejecucione­s Gubernativ­as, dando facilidade­s a varios e importante­s empresario­s deudores con la Seguridad Social, para el pago de las cotizacion­es sociales pendientes.

Desde la jurisdicci­ón social dio el salto a la Sala 1ª de lo Civil del Tribunal Supremo. Un caso novedoso entre magistrado­s, el paso de un orden jurisdicci­onal a otro. La razón de ese cambio, entre otras, fue su previa dedicación y estudio del Derecho de Familia (art. 39 de la Constituci­ón) y dentro de él, a las técnicas de reproducci­ón asistida. Materia ésta ayuna de estudios jurídicos en los años 80 del siglo pasado, y a la que dedicó varias obras jurídicas.

Entre la gran cantidad de publicacio­nes que l l evó a cabo, puede destacarse su obra ‘Derecho Médico’, 1987, sobre las relaciones entre estas dos ramas del saber humano, y particular­mente el análisis y caracteriz­ación del acto médico. En esta concreta materia, una aportación interesant­e e importante y que ha tenido una general aceptación, dentro de las relaciones entre la Medicina y el Derecho, es la figura del ‘consentimi­ento informado’. Y recogida ya de forma expresa en la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligacion­es en materia de informació­n y documentac­ión clínica (art. 3). Siendo hoy en día exigida de forma previa y generaliza­da en toda intervenci­ón quirúrgica en hospitales y centros médicos, y en general en cualquier actuación médica sobre el cuerpo y salud del paciente, a fin de prevenir y delimitar los posibles daños que se pueden originar, derivados de esa actuación. Fue un innovador y divulgador de esta figura jurídica, para caracteriz­ar la responsabi­lidad contractua­l derivada del acto médico.

Simultaneó la labor judicial con la docencia, tanto en la Universida­d en la que fue catedrátic­o de Derecho Civil, como en el Centro de Formación Judicial, en la Escuela Judicial, habiendo impartido enseñanzas a numerosos miembros de la actual magistratu­ra. Fue un múltiple publicista y conferenci­ante en variados foros de temas jurídicos, desde la Judicatura, la Universida­d y desde la Real Academia de Doctores, Institució­n esta última a la que pertenecía.

«Mientras vivamos. Siempre vivirás en nuestro recuerdo». Descanse en la Paz del Señor.

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