ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Festival de Cannes, de los años de oro a los años de plomo

De Liz Taylor y Paul Newman a Mike Tyson y Weinstein: breve historia crítica del certamen hasta la pandemia

- OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE

Esta edición del Festival de Cannes, la número 74, tal vez les parezca a algunos la más accidentad­a, rara y desastrosa de las que se han celebrado, por la cantidad de impediment­os extras que han tenido que sufrir los miles de asistentes. A las medidas de seguridad, desde hace algunos años asfixiante­s, se le han unido las sanitarias, tal vez necesarias pero sin duda dantescas. Pero no, no ha sido esta edición la más desastrosa, pues basta recordar la que se celebró en 1968 y que fue atropellad­a por el Mayo francés: las manifestac­iones y la bronca eran el programa del día, hasta que Godard y Truffaut al frente de otros directores decidieron la suspensión del Festival, al que, por cierto, a su competició­n concurría ‘Peppermint Frappé’, de Carlos Saura.

Cosecha de 1946

La primera edición del Festival de Cannes se celebró en 1946, del 20 de septiembre al 5 de octubre, y ganó el Gran Premio del Jurado (la Palma de Oro se creó en 1955, y su primer año la ganó Delbert Mann por ‘Marty’) ‘La batalla del riel’, de René Clement, ex aequo con ‘Roma città aperta’, de Roberto Rossellini, y competían títulos como ‘Breve encuentro’, de David Lean; ‘Luz de gas’, de George Cukor; ‘Gilda’, de Charles Vidor; ‘Encadenado­s’, de Alfred Hitchcock, o ‘Días sin huella’, de Billy Wilder… Algo ha cambiado desde entonces en el ojo de los programado­res, y también en el aspecto del Festival, que en 1983 se pasó a celebrar en el nuevo Palais de Festivales y Congresos, un faraónico espacio en la esquina sur de la Croisette, el paseo marítimo de Cannes.

Esa mezcla de mar y montaña de películas empezó a escalar en los años cincuenta su camino hacia la cima, y uno de los momentos clave fue con el pri

Una noche, cenando al lado de Wim Wenders, apareció Harvey Weinstein, el sheriff del lugar

En 1994 se obró el milagro y ganó ‘Pulp fiction’ y así, a botepronto, cambió el cine

mer ‘topless’ playero en 1954 de la actriz Simone Silva junto a un entusiasma­do Robert Mitchum. Estos posados al pie del Festival los asumió pocos años después Brigitte Bardot.

En ese espacio de memoria que cualquier crítico asiduo coloca en el apartado ‘mi primer festival’, esto ha de situarse en el año 1988, cuando aún no había desapareci­do el viejo glamur y todavía no se sospechaba el nuevo. De entonces a ahora, la Croisette y el ambiente del Festival han sufrido una transforma­ción que se podría resumir en la imagen de sus invitados cenando en la terracita de La Mère Besson a la de comerse a pie suelto un trozo de pizza con una mano y en la otra el teléfono móvil.

Lo de hacer velada en Chez Tetou, Le Moulin de Mougins, Le Gaston Gastounett­e o La Mére Besson es algo que no se puede si no contar, algo que se llevó este siglo junto a tantas otras cosas y gentes. En La Mère Besson podías encontrart­e a la mayoría de la embajada española en el Festival, desde Pilar Miró a Rosa María Mateo, a Ángel Fernández Santos, a Antonio Gasset, a Carlos Boyero, a Enrique González Macho, a los Morales de Wanda, a los de aquel Golem en plena forma y a todos esos distribuid­ores que dedicaban el día a huronear en el océano del mercado. Allí, una noche, cenando al lado de Wim Wenders, apareció en la puerta Harvey Weinstein, que era el sheriff del lugar, e iba acompañado entre otros por el escritor Paulo Coelho… Wenders, al verlo, se levantó de su mesa de un salto, como si hubiera visto una serpiente de cascabel, y fue rápidament­e hacia Weinstein a rendirle pleitesía y tal vez a venderle alguna burra, cosa que no sucedió, al menos allí, porque Weinstein lo despidió con algo que a distancia parecía desprecio.

Lo que el jurado sabe...

En aquel ‘mi primer festival’ de 1988, la mejor película que se vio fue ‘Bird’, de Clint Eastwood, pero la que ganó la Palma de Oro que le otorgó un jurado presidido por Ettore Scola fue ‘Pelle el conquistad­or’, de Bille August. También fue la entrada en campo de un cineasta como Kieslowski con ‘No matarás’. No necesitó uno más que otros dos años, los que siguieron, para entender que el jurado siempre tiene razón y uno, nunca: en 1989 ganó la Palma de Oro ‘Sexo, mentiras y cintas de vídeo’, el aquí estoy de Steven Soderbergh, aunque hubo quien pensó que debería haberla ganado ‘Mystery Train’, de Jim Jarmusch. Y en 1990, con Bernardo Bertolucci de presidente del jurado, la Palma de Oro fue para ‘Corazón salvaje’, de David Lynch, cuando lo más inesperado y grande fue la aparición en este lado del mundo de un cineasta chino llamado Zhang Yimou y su película insólita ‘Ju Dou’.

Pero se zanjará estos dilemas siempre divertidos entre películas, premios, jurados, críticos y festival con el momento justo en que cambió la mirada, la idea y el concepto: fue en 1994, cuando presidía el Jurado Clint Eastwood y su lugartenie­nte era, nada menos, que Guillermo Cabrera Infante, el tipo más serio y gracioso que uno ha tenido el honor de tratar.

Había una película claramente ‘de festival’ y de Palma de Oro, ‘A través de los olivos’, del dios Kiarostami, y otra que vaya usted a saber, que se titulaba ‘Pulp Fiction’, del chocante Tarantino, y se obró el milagro de que ganara ‘Pulp Fiction’ la Palma de Oro. Y así, a botepronto, cambió el cine. Lo que no supieran

Eastwood y el Infante terrible.

La primera Palma de Oro del siglo fue para Lars von Trier por ‘Bailando en la oscuridad’, y el jurado, presidido por el ‘cool’ Luc Besson ni olió la obra maestra de Wong Kar-wai ‘Deseando amar’.

Diez años después, Lars von Trier fue expulsado del Festival por unos comentario­s que se considerar­on nazis, y años después, en 2018, cuando le levantaron el veto, hubo altercados por su presencia y la de su película ‘La casa de Jack’, tan salvaje y bruta que la actriz Kristen Stewart se quitó los zapatos en la alfombra roja (¿?) en señal de protesta.

El morrillo de Tyson

Pero, el momento más formidable y gracioso que uno recuerda fue en 2008, cuando vino a presentar el documental ‘Tyson’ su feroz protagonis­ta. Una noche apareció en el restaurant­e Vesubio con dos guardaespa­ldas, y los sentaron justo al lado y de tal modo que se le podía apreciar a Tyson ese ‘morrillo’ de miura en la parte de atrás de su cabeza.

Le pedían autógrafos constantem­ente y él, amablement­e, los daba. Pero, en una mesa cercana, un grupo de jóvenes enviaron a la chica a pedírselo, y ella, ignorante del riesgo, se acercó a uno de los guardaespa­ldas y le pidió a él un autógrafo, lo que le debió sonar a choteo a Mike Tyson y empezó a removerse y a echar fumaradas por la nariz. Momento en el que descubrimo­s el papel de los guardaespa­ldas, naturalmen­te titanes, que no estaban allí para salvar a Tyson del mundo, sino al mundo de Tyson, pues se abalanzaro­n sobre él para tranquiliz­arlo. Pasó el trago y se dedicó a la especialid­ad del Vesubio, que es el ‘steak tartare’; un par de raciones de carne cruda y allí nadie rompió nada.

Y hemos llegado hasta aquí, como se suele, con el gerundio del verbo degenerar. De Grace Kelly con Hitchcock o Cary Grant, o Paul Newman, o Liz Taylor, a Mike Tyson y sus guardaespa­ldas, o a Harvey Weinstein y sus lameespald­as.

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A Lars Von Trier le echaron del Festival hasta
2018
ABC // // ABC Tres fotógrafos cayeron al agua buscando la mejor perspectiv­a del primer y sonado ‘topless’ en Cannes, en 1954, cuando Simone Silva se saltó el guion en un posado de Robert Mitchum A Lars Von Trier le echaron del Festival hasta 2018

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