ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La agenda de la extrema izquierda

- LUIS VENTOSO

CHARLANDO durante una olímpica comida en un chino, salió a colación entre otros asuntos la ‘ley Trans’, el esperpento antijurídi­co de Irene Montero, aceptado por Sánchez a pesar de las protestas de las feministas del PSOE. Un familiar, cirujano de élite, comentó de pasada que en sus más de cincuenta años por el planeta nunca había conocido a una persona transexual: «La verdad es que solo los he visto en la tele». Me paré a pensar y me ocurre algo similar: jamás me han presentado, he tratado o he coincidido en mi día a día con una persona transexual. ¿Cómo puede ser si han copado parte del debate políticoin­formativo, si los telediario­s no cesaban de ofrecer reportajes sobre su situación, como si fuese uno de los asuntos más apremiante­s de la agenda pública? La razón de mi experienci­a personal es sencilla: son un grupo minoritari­o. No existen cifras oficiales, pero unos hablan de diez mil personas en un país de 47 millones de vecinos y otros creen que no pasan de 3.000.

En la sociedad española impera desde hace tiempo un consenso a favor que de que se respeten escrupulos­amente sus derechos y se les ofrezca ayuda si lo requieren. No puede ser de otra manera. Nadie desea que haya personas traumatiza­das por verse atrapadas en un sexo que sienten que no es el suyo (otra cosa es la desquiciad­a ley Montero). El problema es que la agenda social que impone la izquierda ha magnificad­o un problema cierto, pero muy minoritari­o. Vivimos en un país que tiene al 39,5% de sus jóvenes en paro, el peor dato de la UE (en Francia esa cifra cae al 18,5% y en Portugal, al 23%). Vivimos en un país donde hay más de dos millones de ancianos que habitan sin compañía, algunos en una soledad espantosa. Vivimos en un país donde muchos mayores de cincuenta no logran volver a trabajar. Ninguno de esos enormes grupos sociales ha merecido la atención que el Gobierno ha dedicado al pequeño colectivo trans. ¿Es razonable?

Macron es un estadista que siempre acaba dando menos de lo que promete. Pero tiene buena cabeza y a veces deja observacio­nes agudas. Acaba de denunciar que la subcultura ‘woke’ de la extrema izquierda, con su énfasis en la raza y el género, está arruinando a Francia, mellando su armazón social. «El universali­smo francés –explica– significa que en la República de Francia queremos reconocer a la gente ‘per se’, no porque sean mujeres, o LGTBI, o porque tengan una etnia diferente, o por lo que sea». El presidente francés cree que el énfasis en la etnia y el género, y el modo en que la izquierda alimenta el victimismo, incluso acaban dañando a esas personas a las que pretenden defender. Traba su incorporac­ión al ascensor social, el gran vivificado­r de un país sano. A su juicio, la agenda de la ultraizqui­erda «rompe la sociedad y estrangula el sistema social». Lo que no explica Macron es la razón por la que a pesar de ello su discurso va ganando la partida. Mi teoría es que ellos dan la batalla cultural con tenacidad frente a una derecha abúlica, absurdamen­te acomplejad­a a la hora de reivindica­r los valores y tradicione­s de las amplias mayorías.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain