ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
García Bragado, medalla a la experiencia
El marchador alcanzará, a los 51 años, su octava participación en unos Juegos, rompiendo su propio récord «Ojalá tuviera la juventud de Barcelona 92 con la experiencia que tengo ahora», reconoce el atleta
dad que existen allí, así que para conseguir algo similar lo estamos haciendo con unas cámaras climáticas, una especie de sauna, en la que se coloca una cinta y determinas las condiciones que quieres tener durante una o dos horas. Lo probé por primera vez en el centro de instrucción del Ejército del Aire en Torrejón de Ardoz y luego hemos actualizado una de estas cámaras que había en el CAR y por ahí estamos pasando todos los marchadores que vamos a Tokio», reconoce el veterano atleta que en Tokio superará su propio récord de participaciones.
No es precisamente el atletismo uno de los deportes que ofrece más facilidades para repetir presencia en los Juegos. Según los datos del COE, la media de participaciones de los atletas españoles no llega a dos ediciones olímpicas, lo que agranda aún más la figura de García Bragado. La exigencia física y la gran competencia que hay en los selectivos hace que resulte muy complicado perpetuarse como lo ha hecho el madrileño afincado en Barcelona. «A ver, la genética habrá tenido algo que ver. Supongo que mis padres me transmitirían algo, pero creo que he tenido mucha fortuna también. Suerte de rodearme de un gran equipo que me ha cuidado muy bien. Como el doctor Rivas, que me operó de la cadera en 2006 y al que desde entonces he tenido siempre cerca. También he sido afortunado porque siempre que he tenido una lesión he encontrado una solución. Si las hubiera tenido siendo más joven quizá me habría tenido que retirar antes o no habría podido ir a alguna cita olímpica», señala como uno de los secretos de su longevidad.
El recibimiento en Río
Otro, sin duda, es cómo ha cuidado su cuerpo, mimando cada día un físico que le ha llevado a ser campeón del mundo y a rozar el podio olímpico. Alegría que se le escapó por muy poco en Pekín 2008, donde fue cuarto. Aquel recuerdo sobrevuela aún por su cabeza, pues está convencido de que en aquellos Juegos hubiera merecido ganar la medalla. Aun así, su mejor recuerdo olímpico en estos casi 30 años de carrera no tiene que ver con la competición. «Me quedo, sin duda, con el recibimiento que me dieron en el comedor de la villa mis compañeros de la delegación española en Río 2016. Fue un momento muy emotivo para mí que guardo para siempre en mi corazón», reconoce.
García Bragado cumplirá en Tokio ocho participaciones olímpicas y por detrás de él solo aparecen Manel Estiarte y Luis Antonio Álvarez Cervera (6), a los que se unirá en unos días la piragüista Teresa Portela.
Ella será la primera española en alcanzar esa cifra, superando a leyendas como Arantxa Sánchez-Vicario o María Vasco. A sus 39 años, la gallega buscará en Japón su primera medalla olímpica con la que redondear un palmarés magnífico con 32 metales mundiales y europeos.
La experiencia, como reconocen tanto Bragado como Portela, ayuda y mucho a la hora de afrontar un evento tan importante, aunque también contribuye el brío y la potencia de los primeros años. «Ojalá tuviera la juventud de 1992 con la experiencia que tengo ahora», señala el atleta con cierto aire melancólico a solo unos días de afrontar su última participación en los Juegos. Un último baile que le regalará una medalla inesperada y muy valiosa. La de ser el olímpico español que más veces ha vivido la magia de las olimpiadas. Ser olímpico. Un anhelo con el que muchos sueñan pero que solo unos pocos consiguen hacer realidad.