ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Jon Rahm, la solidez de un grande

El español, con otro gran domingo, termina tercero en el British y recupera el número uno. Ha acabado en el top 10 de los cuatro grandes en tres meses de lujo

- MIGUEL ÁNGEL BARBERO

Golf

Es una realidad ya conocida y ampliament­e comentada en las últimas semanas: el nacimiento de Kepa Rahm el pasado 3 de abril supuso un punto de inflexión en la carrera de su padre Jon. Como él mismo ha explicado en numerosas ocasiones, su llegada le dio una tranquilid­ad que luego trasladó a los campos de golf, un jugador mucho más sereno y que ayer finalizó en un meritorio tercer puesto en un British que consagró a Collin Morikawa.

Sin embargo, lo que ningún manual podía prever era que esa mejora en el juego llevase al jugador español a conseguir el mejor nivel de juego de su carrera y, por ende, sus mejores resultados de siempre en solo tres meses. Las cifras son implacable­s. Jon siempre había sido un jugador centrado en los grandes con el objetivo de batir los dieciocho de Jack Nicklaus y, de hecho, en sus primeros cuatro años como profesiona­l se había manejado bastante bien en ellos (consiguió cinco top 10 en sus primeras diecisiete participac­iones). Por eso, lo que sucedió a partir de Augusta sigue siendo un misterio. Rahm llegó al National con poco entrenamie­nto, mucho sueño y, lo que es más importante, una gran sonrisa, que fue la que le ayudó a cuajar un gran torneo (quinto) a pesar de que nunca llegó a optar a la victoria. Pero, en lo que comenzó a ser una tónica desde entonces, apareció el ‘Rahm Campeador’ de los últimos tiempos, ese que da la sensación de ir volando por el campo y de atemorizar a sus rivales con su mera presencia.

Su actitud, basada en la confianza en sus posibilida­des, le permite ir sobrado de juego en relación a sus competidor­es, de manera que solo está pendiente de que un detalle de fortuna determine si sus tarjetas van a ser excepciona­les o simplement­e buenas. A lo largo de la semana verde Hideki Matsuyama nunca se vio presionado por el vasco, pero su vuelta final de 66 golpes fue un toque de atención para dejar claro que Jon nunca baja los brazos, porque siempre tiene un objetivo que conseguir: en ese caso, era lograr su cuarto top 10 consecutiv­o en Magnolia Road.

Domingos de alegrías

Con esas buenas sensacione­s se presentó en la siguiente prueba del Grand Slam, el PGA Championsh­ip de Kiawah Island. Aunque es cierto que se repitió la historia (las tres primeras rondas le alejaron del título y nunca puso en peligro el triunfo de Phil Mickelson), una última vuelta de 68 impactos le llevó a ascender hasta la octava posición. Era la primera vez que encadenaba dos grandes a ese nivel y un anticipo de lo que pasaría después en un mes de junio mágico.

Esa mezcla de buen juego y un oportuno cambio de putter le llevó a dominar el Memorial Tournament por seis golpes a falta de 18 hoyos, pero fue descalific­ado por Covid. Y ese tremendo mazazo, que podría haberle dejado por los suelos, le sirvió de estímulo para el posterior Abierto de los Estados Unidos que le esperaba en su campo talismán de Torrey Pines, donde se presentaba como favorito y cumplió con creces. Le dejó la responsabi­lidad a Louis Oosthuizen y con otra última tarjeta de lujo (67) se llevó el torneo y el primer ‘major’ de su colección.

Pese a alternar desde entonces el número uno mundial con Dustin Johnson, en su interior Rahm se siente el mejor del planeta. Por eso esta semana, en Royal St. Goerge’s, ha vuelto a estar peleando hasta el último momento y, con otra sólida última vuelta (66 golpes, cuatro bajo par) se volvió a quedar entre los de arriba. Un bronce, solo por detrás de Morikawa y Spieth. Espectacul­ar.

Si el año acabase ahora ya sería el mejor de su vida, pero afortunada­mente aún queda media temporada por delante y algunos de los eventos más importante­s por jugar. Los Juegos Olímpicos, la FedEx Cup, la Ryder Cup y la Carrera a Dubái le están esperando y seguro que peleará por ellos.

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