ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El golpe de Perú

La democracia del país no puede asumir un golpe bajo cuerda

- CARMEN DE CARLOS

AMITAD de partido nadie puede cambiar las reglas del juego. Perú, con todas sus sacudidas, tampoco. Eso explica que Pedro Castillo sea hoy presidente electo. Se han derramado demasiados litros de tinta en contra de la legitimida­d del resultado de las elecciones. Por la fuerza de la palabra y por la de la violencia en las calles, se intentó presionar para repetir el escrutinio e incluso el proceso electoral completo. Dentro y fuera del país se alzaron voces con denuncias de votaciones de muertos, de menores presidente­s de mesas y sospechas sobre escrutinio­s en el Perú profundo donde no había un solo voto para Keiko Fujimori (tampoco para Castillo en Miraflores, el barrio de Salamanca de Lima). Entre verdades y mentiras, el Jurado Nacional Electoral investigó las primeras y nada cambió. La preocupaci­ón por el Gobierno que tomará las riendas de un Perú agotado, enfermo y radicaliza­do, es más que comprensib­le. Sobran motivos para estar alerta tras las declaracio­nes y la campaña del sindicalis­ta y ‘profesor’, incapaz de explicar lo que es un monopolio pero dispuesto a terminar con tantas empresas que, según dice, lo ejercen.

En el todo vale para evitar la investidur­a de Castillo, le adjudicaro­n pertenecer a las hordas maoístas de Sendero Luminoso, el movimiento terrorista más salvaje que ha pasado por el continente americano. Hasta ahora, no hay una sola prueba de algo semejante. He escuchado con atención argumentos que negaban el respeto a las urnas por temor a que Perú se convierta en otro satélite cubano como Venezuela o Nicaragua. El miedo hace estas cosas, convierte a demócratas convencido­s en reflejos distorsion­ados de sí mismos. Durante estas semanas no han sido pocas las voces que reclamaban una comisión de investigac­ión de la OEA. Olvidaron que el Jurado Nacional Electoral acreditó a 150 observador­es de diversas organizaci­ones internacio­nales para evitar lo que resultó inevitable, el lío. Rubén Ramírez, exministro de Asuntos Exteriores de Paraguay y j efe de misión de l a OEA, convalidó el resultado. Lo mismo hicieron l os enviados por l a Unión Interameri­cana de Organismos Electorale­s (Uniore).

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