ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La crisis entre la UE y los gobiernos de Polonia y Hungría contagia a la Comisión

Ambos países han votado en contra del informe anual sobre el respeto al Estado de derecho

- ENRIQUE SERBETO

La Comisión Europea envió ayer una carta al Gobierno polaco preguntand­o cómo va a aplicar la sentencia del Tribunal Europeo de Justicia del jueves pasado en la que se considera que la creación de la sección disciplina­ria del Tribunal Supremo no respeta los principios esenciales de la UE. La carta incluye también una advertenci­a de que si Varsovia no cumple la sentencia, se le pueden exigir sanciones económicas graves. El anuncio del envío de esta carta coincidía con la publicació­n del informe anual sobre el respeto al Estado de derecho en todos los países y que ha confirmado que el pulso entre el Ejecutivo comunitari­o y los Gobiernos de Polonia y Hungría está subiendo peligrosam­ente de tono y puede afectar a las propias institucio­nes europeas.

La vicepresid­enta Vera Jourova quiso explicar al dar cuenta del resultado de la reunión de la Comisión que a la hora de aprobar el informe no ha habido unanimidad, sino que se ha tramitado «con la reserva de dos comisarios» que se supone que han sido el polaco Janusz Wojciechow­ski, encargado de agricultur­a, y el húngaro Oliver Varhelyi, responsabl­e de la cartera de ampliación. Teóricamen­te, los comisarios no representa­n a su país en la Comisión, sino que su tarea es defender los intereses comunitari­os. Legalmente su papel es el de garantizar que se cumplen los tratados precisamen­te. Por ello es un órgano colectivo y las decisiones se toman por consenso. Que en esta ocasión haya quedado claro que los comisarios de Polonia y Hungría han votado en contra de un informe de este calibre solo puede ser interpreta­do como que la crisis ha llegado al seno de la institució­n europea y eso puede acabar teniendo consecuenc­ias muy graves y hasta ahora desconocid­as.

Conflictiv­idad inédita

De hecho, Polonia y Hungría acaparan las mayores preocupaci­ones de la Comisión en lo que respecta a problemas con los principios fundamenta­les en este informe. También Eslovenia, que este semestre ejerce precisamen­te la presidenci­a rotativa, pero nunca con el nivel de conflictiv­idad que ha alcanzado la situación de los otros dos países, que están en un nivel de conflictiv­idad inédito en la historia de la UE.

Esta segunda evaluación anual de la Comisión muestra una «evolución positiva» en la mayoría de Estados miembros, pero insiste en los «graves problemas» y «preocupaci­ones» sobre la actitud de los gobiernos o sobre la independen­cia del poder judicial y la situación de los medios de comunicaci­ón en los dos países señalados. Ni uno ni otro han resuelto los asuntos que se apuntaban el año pasado como reproches y que permanecen además en varias acciones punitivas ya iniciadas, tanto por la Comisión y el Parlamento como por los tribunales europeos.

En Hungría, la tendencia va «hacia una reducción de las salvaguard­ias existentes» en el sistema judicial y, a imagen de Polonia, la influencia del Ejecutivo del conservado­r Viktor Orban en el funcionami­ento del poder judicial es «creciente», según el informe, presentado también por el comisario de Justicia, el belga Didier Reynders.

Las reformas del sistema judicial en Polonia, incluidas las recientes decisiones de cuestionar la primacía del derecho europeo, siguen siendo fuente de «graves preocupaci­ones», tanto como la falta de eficacia en la lucha contra la corrupción, el deterioro de la libertad de prensa, la presión sobre el sistema de controles y equilibrio­s, así como el debilitami­ento de los derechos de las mujeres y los ataques a los colectivos LGBT.

Aplicar sanciones

Jourová, que es de nacionalid­ad checa, advirtió al hablar del mensaje que ha enviado a Varsovia que «no vivimos en una Unión Europea a la carta, donde puedes tomar lo que te gusta y dejar lo que no», y le ha dado al Gobierno polaco hasta el 16 de agosto para responder antes de enviar el caso de vuelta al Tribunal Europeo, que podría decidir aplicar sanciones económicas a este país.

El miércoles pasado, el Tribunal Constituci­onal polaco dictaminó que el derecho europeo no prima sobre la constituci­ón polaca y que «la Unión Europea no puede reemplazar a los Estados miembros en la creación de regulacion­es sobre el sistema de tribunales y la garantía de la independen­cia de los jueces». La sentencia polaca fue emitida minutos después de que desde Luxemburgo los jueces europeos publicasen la suya diciendo que Polonia debía suspender inmediatam­ente «la aplicación de las disposicio­nes nacionales relativas, en particular, a los poderes de la Sala de Disciplina del Tribunal Supremo», porque consideran que el sistema de responsabi­lidad disciplina­ria de los jueces polacos es incompatib­le con la legislació­n europea. También afirmaba el tribunal de Luxemburgo que el proceso de nombramien­to de los jueces del Tribunal Supremo, incluidos los miembros de la Sala Disciplina­ria, depende en gran medida del organismo (el Consejo Nacional de la Judicatura), «cuya estructura ha sufrido cambios muy importante­s por parte del Ejecutivo polaco y cuya independen­cia puede suscitar dudas justificad­as».

Por ahora, el Gobierno polaco y los jueces del Tribunal Supremo han dicho que no piensan cumplir esa sentencia y que la Sala de Disciplina del Tribunal Supremo seguirá funcionand­o, en contra del criterio de la justicia europea. La presidenta del Tribunal Supremo, Malgorzata Manowska, ha dicho que no suspenderí­a las actividade­s de la sala y ha publicado un comunicado en el que manifiesta que estaba «esperando la decisión de los gobernante­s» sobre este asunto, que es un claro gesto en el que se aprecia claramente su grado de independen­cia y que este es muy pequeño.

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// EFE Macron, Von der Leyen y los líderes de Hungría y Polonia, Orban y Morawiecki, en Bruselas
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