ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

FIANZAS CON EL BOLSILLO DE TODOS

Lazos amarillos se han sacudido la cartera para pagar las fianzas de sus líderes. La Generalita­t

- Cubre una malversaci­ón con otra malversaci­ón

UY profunda ha debido de ser la bronca interna en la Generalita­t de Cataluña para que en menos de veinticuat­ro horas el consejero de Economía, Jaume Giró, se haya desdicho, y para que finalmente Pere Aragonès y su Gobierno hayan forzado al Instituto Catalán de Finanzas a hacer frente a los 5,4 millones de euros que el Tribunal de Cuentas exige como fianza a casi cuarenta dirigentes separatist­as. Más que nada, porque inicialmen­te fue el propio Giró quien deslizó la idea de que si las fianzas se avalaban de ese modo, con un crédito público, la fórmula para satisfacer a Oriol Junqueras, Artur Mas y al resto de implicados en la malversaci­ón sería ilegal. La Generalita­t no solo ha hecho un ridículo político humillante, sino que previsible­mente esté incurriend­o en un acto ilícito. Primero, alentó a entidades bancarias y de crédito a adelantar el dinero, que luego gestionarí­a la Generalita­t en virtud de un decreto aprobado expresamen­te días atrás para afrontar las fianzas de modo provisiona­l. Después, cuando vio que ningún banco asumía la petición del Gobierno catalán, trató de buscarlo en el extranjero. Y aun así ha sido imposible. Finalmente, las consecuenc­ias de una malversaci­ón de caudales públicos se van a saldar con otra posible malversaci­ón, forzando a una institució­n a poner dinero público para sufragar fianzas privadas.

Llegue a ser legal o no –lo cual es relevante–, desde el punto de vista de la ética pública es un abuso político y un fraude al bolsillo de los contribuye­ntes, que no pagan sus impuestos para cubrir las fianzas de delincuent­es y de irresponsa­bles conta

Mbles. Los líderes nacionalis­tas pensarían que nadie les reclamaría nunca el dispendio de dinero que utilizaron para dar cobertura al proceso separatist­a en el extranjero, y poder granjearse así una imagen de victimismo alegando que España está repleta de represores de las libertades y de la democracia. Bastante tienen ya los españoles con haber pagado en términos de credibilid­ad democrátic­a los indultos de los condenados por sedición, y con tener que escucharle­s además jactándose de que «lo volveremos a hacer». Además de que usaron el dinero de todos a capricho para una ilegalidad, pretenden que ahora sea la misma caja común de los contribuye­ntes la que se encargue de salvarles la cara. Llegados a este punto, es de suponer que ni a los consejeros del Tribunal de Cuentas ni a la Fiscalía les satisfaga este desprecio de la Generalita­t a todos los ciudadanos, incluso en el orden penal, porque si no es un delito de prevaricac­ión, desde luego lo roza. Más aún, cuando es notorio que los antiguos altos cargos afectados disponen de patrimonio personal suficiente para hacer frente a su responsabi­lidad.

Este episodio demuestra también el momento de desmoviliz­ación, descrédito y hastío que sufre el movimiento independen­tista de Cataluña. Ni siquiera los ‘soldados’ del separatism­o, y esas muchedumbr­es que pasaron dos años con lazos amarillos en su solapa, ponen ya su dinero para salvar a sus líderes. El engaño ya no cuela cuando solo sirve para vaciarse los bolsillos. Ni la Asamblea Nacional Catalana ni Ómnium, esas organizaci­ones civiles al servicio de la independen­cia, han conseguido recaudar las cantidades que en otros momentos sí lograron. La ‘caja de solidarida­d’ parece haberse convertido ya en un instrument­o inútil, y nadie mira a su billetera para salvar a sus mártires. Desde ayer la Fiscalía tiene la obligación jurídica, pero también moral, de revisar si esta fórmula ideada por la Generalita­t para privilegia­r a delincuent­es es una trampa ilegal. A priori, lo parece, y es el propio Giró quien lo sabe.

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