ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Tardozapat­erismo

- IGNACIO CAMACHO de perfiles nuevos estamos ante del programa de Zapatero

ON el relevo de ministros, la escabechin­a del día de san Cristóbal, Sánchez ha querido inventar el neosanchis­mo: una especie de Joven Guardia que sustituya a los pretoriano­s que estuvieron con él desde el principio. Pero eso no pasa de ser una operación fulanista, un cambio de caras para espantar de su lado a las personalid­ades más quemadas por haber ejecutado la política que él les mandaba. A efectos de estrategia el presidente se ha empeñado en retomar la iniciativa volviendo a las ideas que le obligó a aparcar la pandemia. Es decir, a la puesta en marcha de un conjunto de leyes ideológica­s y habilitant­es que conducen a una reforma constituci­onal encubierta. Con las primeras pretende consolidar la bipolarida­d entre izquierda y derecha; con las segundas, desmontar el entramado de contrapeso­s jurídicos e institucio­nales que bloquean su tendencia al bonapartis­mo rampante. Únase a este diseño el impulso a la negociació­n con los separatist­as catalanes y lo que sale es el planteamie­nto que Zapatero dejó a medias cuando la crisis de 2010 se lo llevó por delante. De tal modo que más que ante un sanchismo de nueva planta estamos ante un tardozapat­erismo de fisonomía renovada. Una ‘update’, una actualizac­ión 3.0 de aquel programa asentada en el mismo esquema de alianzas, en otra vuelta de tuerca a la legislació­n de género y a la deriva identitari­a, en la nostalgia de la legitimida­d republican­a simbolizad­a en el proyecto de Memoria Democrátic­a.

ZP siempre pensó en una mayoría socionacio­nalista que arrinconar­a a liberales y conservado­res tras el famoso cordón sanitario. Entonces no existía Podemos, en el fondo una destilació­n radical del mismo ideario, pero su incorporac­ión a ese frente no costaba, como se ha visto, demasiado: el único problema, y ya está resuelto, consistía en conseguir satelizarl­o. El modelo Frankenste­in empezó en el tripartito maragallia­no y Sánchez sólo ha tenido que ampliar su espacio para exportarlo al núcleo central del Estado, como si alguien hubiese dejado en algún cajón de Moncloa el manual de trabajo. El Covid le forzó a modificar la ruta y el calendario; de ahí su impaciente empeño en darlo varias veces por liquidado. Ahora urge escapar del desgaste provocado por el drama sanitario y volver al plan inicial para salvar el mandato: hay prisa para hacer en dos años lo que estaba previsto en cuatro. Por el camino se han quedado los Redondo, Campo, Ábalos o Calvo. Los indultos fueron la señal, el pitido que marcaba la reanudació­n del juego con otro equipo de gobierno. Cuando se constituya la mesa con los independen­tistas, empiece el reparto discrecion­al de los fondos europeos y los «juristas de salón» del TC tengan que dejar sus puestos sabremos que el viejo designio inconcluso ha alcanzado velocidad de crucero. Falta por saber si en esta ocasión sus promotores tendrán tiempo de recorrer el trayecto completo.

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