ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
El efecto gominola
Un clásico de las charlas empresariales de motivación es el relato sobre el ‘efecto gominola’. Tras contar una emocionante historia de piratas a un grupo de niños, se les invita a hacer un dibujo y los pequeños se lanzan a hacerlo más o menos con el mismo entusiasmo, hasta que se introduce un incentivo. Se anuncia a los niños que recibirán una gominola por cada dibujo que terminen. Enseguida surgen dos tipos de niños: las personalidades artísticas continúan trabajando en sus obras con el mismo celo que antes y ven la recompensa como un bono positivo. Las personalidades emprendedoras empiezan a producir en masa y dibujan con descuido y rapidez. Poco a poco los artistas, absortos en sus pinturas, comienzan a mirar de reojo los montones de gominolas de sus compañeros y sienten insatisfacción. En la última fase, las reglas del juego se cambian nuevamente y se dice a los niños que las gominolas se han terminado. Tanto los empresarios como los artistas pierden la motivación y dejan de dibujar. Los promotores del proyecto piloto de renta universal quieren probar si las gominolas para todos son capaces de mantener unas cuotas aceptables de creatividad, el bien más preciado de la economía del siglo XXI. ha hecho sentir más segura y libre».
Michael Bohmeyer, uno de los fundadores de Mein Grundeinkommen y supervisor del experimento preliminar, cree que bajo testimonios como este subyace un hallazgo sorprendente: «El hecho de que el pago sea incondicional parece ser más importante que la cantidad de dinero en sí». Añade que cada vez más personas se sienten impotentes como resultado de la complejidad del mundo. Los psicólogos hablan de ‘indefensión aprendida’: la convicción de no tener control sobre la propia vida, una impotencia que conduce a la depresión.
Entre las más de 650 personas que recibieron ingresos básicos incondicionales durante un año había gente de todos los ámbitos, desde personas sin hogar hasta millonarios, votantes conservadores y de izquierda, escolares y jubilados. Todos ellos informaron después sobre una experiencia similar: la seguridad proporcionada por la renta básica les aportaba una sensación de energía renovada y una disminución del estrés.
Pero la pregunta que sigue flotando en el aire es si una mayoría de nosotros seguiríamos trabajando o no en caso de no ne
cesitar el sueldo para sobrevivir. La hipótesis sobre la que se basa el experimento, respaldada por un metaanálisis de 165 estudios de transferencias de pagos del Overseas Development Institute, es que solo los más jóvenes y ancianos, junto a las personas que cuidan de dependientes, reducen su actividad laboral. El resto incluso aumenta su dedicación y motivación. Veámoslo desde otro punto de vista: ¿Dejaríamos de trabajar si nos tocase la lotería? Una encuesta a 184 ganadores de la lotería belga ‘ Win for Life’, que reparte rentas vitalicias de mil euros al mes, mostró en 2004 que menos del 10% habían renunciado a su empleo remunerado, aunque muchos cambiaron su ocupación o redujeron sus horas de trabajo.
Para el experimento que se está llevando a cabo en Alemania, el economista del comportamiento Frederik Schwerter está investigando los motivos por los que trabajamos, más allá del sueldo, y asegura que nos gusta mostrar y desarrollar nuestros talentos, además de que el trabajo es parte importante de nuestra identidad y puede proporcionarnos ingresos más allá de los estrictamente necesarios. «Puede crear significado y conducir a la aceptación social», dice Schwerter, profesor de la Universidad de Colonia, aunque reconoce que faltan datos para valorar el efecto que una renta básica generalizada tendría sobre la oferta laboral.
«Lo importante es que ese ingreso incondicional no haga sentir a las personas que son prescindibles», advierte Hartmut Rosa, sociólogo de la Universidad de Jena, que señala los daños colaterales de la ayuda social Hartz IV alemana, que paga alquiler y facturas junto a unos 400 euros de bolsillo a las personas sin ingresos y que ha creado «gente frustrada que se sienta frente al televisor con su botella de cerveza, porque ha devaluado a estas personas y su tiempo». «La gente necesita hacer un esfuerzo, ser creativos, y el hecho de que recibir esa ayuda suponga el pago al Estado del 80% de cualquier ingreso adicional, como ocurre actualmente en Alemania, desincentiva su entrada en el mercado laboral».
Otra cuestión por resolver, y de no poca importancia, es la financiación de esta renta universal. Sus partidarios señalan que el Estado se ahorra