ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Saúl Craviotto

Al piragüista le faltan palabras para expresar el orgullo que siente por ser uno de los elegidos para portar la bandera española en la inauguraci­ón

- Piragüista y abanderado español EMILIO V. ESCUDERO

ara Saúl Craviotto (Lérida, 1984) se acercan unos días intensos. Emotivos como pocos en su vida. Y eso es mucho decir en un deportista que cuenta en su palmarés con cuatro medallas olímpicas. El catalán será el abanderado español en Tokio, honor que compartirá con Mireia Belmonte, a donde llega con la intención de ampliar su cosecha en los Juegos y convertirs­e en el atleta nacional con más metales de la historia. Reto mayúsculo que no le asusta. —¿Ha pensado mucho en la ceremonia inaugural de los Juegos?

—Sí, claro que he imaginado cómo será ese momento, pero creo que no se va a parecer en nada a lo que haya podido pensar. No tenemos aún muy claro cómo va a ser la ceremonia ni lo que nos espera. Sabemos que no habrá público, que es una lástima, pero seguro que sea como sea será bonito y lo disfrutare­mos por los que estemos allí, por los que lo sigan desde casa y por los que no lo puedan hacer porque nos hayan dejado durante la pandemia. —¿Tendrá muy presente a todas esas personas que lo han pasado mal durante los últimos meses?

—Por supuesto, después del año y pico que llevamos pasándolo mal todos de una u otra manera tenemos claro que todo lo que hagamos en Tokio irá especialme­nte dedicado a los que han sufrido por la pandemia, incluido mi entrenador, que perdió a su padre por coronaviru­s en la primera ola.

—Mireia Belmonte y Saúl Craviotto, vaya pareja de leyendas para llevar la bandera de España...

—Es un momento histórico, porque es la primera vez que se va a ver algo así en unos Juegos Olímpicos de verano y yo estoy encantado con ello. No solo por compartir ese honor con una mujer sino por hacerlo con una deportista como Mireia, que es una leyenda del deporte español. Va a ser un momento precioso y me muero de ganas por estar ya en el estadio junto a ella. —Van a ser un ejemplo de igualdad… —Pues sí y un ejemplo muy bonito. For

Pmar parte de esa imagen y servir de alguna manera de modelo para otras generacion­es es algo que es muy positivo y que el Comité Olímpico Español ha decidido con acierto. Yo estoy casado y tengo dos hijas y no imagino la vida de otra manera que en igualdad. Estos Juegos deben ser ejemplo de igualdad, empezando por este gesto de la bandera entre Mireia y yo y siguiendo con la paridad casi total que habrá en todos los deportes de Tokio.

—Y dos catalanes portando la bandera de España con todo lo que está pasando en el país…

—Mire, si sirve para unir, pues yo encantado. La verdad es que no había pensado en ello. Yo me siento español hasta la médula y para mí llevar la bandera de mi país en los Juegos Olímpicos es lo más bonito del mundo.

—¿Ha hablado ya con Belmonte de cómo van a hacer en el desfile? —Pues no sabemos muy bien cómo va a ser todo y eso que nos hemos intentado informar, pero hay mucha incertidum­bre. Nos hemos preguntado incluso cómo vamos a coger la bandera, porque claro, no sabemos si podremos portarla los dos o nos tendremos que alternar. Llevar un mástil entre los dos es raro, porque uno se quedará tapado por la bandera… Veremos. Lo importante es que la llevaremos con orgullo y será un momento inolvidabl­e. —¿Qué se le pasará por la cabeza durante la ceremonia?

—No lo sé. Aunque sepa que no están en el público, porque no pueden, pues pensaré seguro en mis padres, en mi mujer y mis niñas, en mi familia y en toda la gente que ha estado junto a mí en todos estos años de carrera deportiva. Todos se merecen tener sitio en mi corazón en ese día tan especial y que espero vivir con tanto orgullo. También, por supuesto, habrá un lugar para los que lo han pasado mal en la pandemia y los que han perdido a familiares y amigos. Será un momento especial, sin duda, al nivel de aquella primera medalla en Pekín o de las tres que vinieron después.

—¿Cuando debutó en unos Juegos, en 2008, imaginaba que algún día podría ser el abanderado de España? —No, para nada. Entonces era casi un chaval, que iba a sus primeros Juegos cargado de ilusión. Desde entonces, han cambiado mucho las cosas, he crecido como deportista y como persona, aunque creo que la esencia, aquella ilusión, sigue siendo la misma.

—¿En qué ha cambiado Craviotto en estos años?

—Yo creo que no he cambiado tanto, pero sí que mi paso por la televisión –concursó en ‘Masterchef Celebrity’ en 2017– me ha hecho dar un salto a nivel mediático. Igual sí que me reconocen más por la calle y eso, pero yo lo vivo con normalidad. La gente es muy respetuosa, muy cariñosa, y como mucho me piden alguna foto. Nada del otro mundo. Nada que no pueda gestionar con esa normalidad que le comento. —Si pudiera dar marcha atrás, ¿cambiaría algo de estos últimos años? —No, para nada. Me siento muy orgulloso de mi camino, de haber entrado en la televisión y de haber aprovechad­o esa oportunida­d. He conocido a gente maravillos­a, formo parte de la familia de ‘Masterchef ’ y eso me ha abierto muchas puertas a nivel comercial. Gracias a eso he podido dar a conocer más mi deporte, el piragüismo, y no me arrepiento de nada. —¿Y se ve en ese mundo de la televisión cuando se retire?

—No, no. Seguro que no. No es mi mundo ni creo que valga para ello. Me gustó mucho la experienci­a, pero no me veo dedicándom­e a ello de manera profesiona­l. Sí para hacer alguna aparición puntual, pero nada más. Mi mundo es la piragua, el deporte, la Policía y mi familia.

«Si sirve para unir, pues encantado. La verdad que no había pensado en ello. Yo me siento español hasta la médula»

«Estos Juegos deben ser los de la igualdad y compartir el honor de ser abanderado con Mireia es un ejemplo»

—En Tokio puede igualar o superar a David Cal como máximo medallista español en los Juegos. —David es una leyenda y poder estar a su altura sería increíble. Para ello tendremos que hacerlo muy bien, aunque es cierto que la única competició­n que hemos hecho antes de Tokio no se nos ha dado mal (ganaron el oro en la Copa del Mundo, por delante de Alemania, la gran favorita en Tokio). Hay que tener los pies en el suelo, porque está todo muy igualado y una mala salida o cualquier detalle te saca del podio. Seguro que los alemanes están entrenando como bestias, porque estarán dolidos después de la derrota y eso les hace más peligrosos. —Ustedes también tendrán ganas de demostrar que son los cuatro que se merecen estar ahí después de todo lo que ocurrió durante el selectivo.

—Si le digo la verdad, aquello es un episodio que hemos dejado definitiva­mente atrás y en el que no pensamos para nada. No forma parte de nuestra motivación ni tenemos ánimo de revancha de ningún tipo. Pensamos en los alemanes, en los demás rivales y en las ganas que tenemos de subir al podio para celebrar una medalla, pero no perdemos ni un minuto de nuestro tiempo en aquello.

Tocó la pared del Centro acuático de Río y se dio la vuelta. Le costó un segundo mirar al marcador y palmear el agua con la mano. En ese gesto, la alegría propia y la de todo un país que nadó con ella esas últimas brazadas para atrapar la medalla en los 200 mariposa. El culmen de todo deportista. Mireia Belmonte (Badalona, 1990) volvía a empujar los límites de lo posible, borrando el prefijo ‘im’ para inscribir su nombre en letras doradas en la historia del deporte español. La catalana había completado un póker que la convierte en la mejor nadadora española de todos los tiempos, con las dos platas en Londres 2012 (200 mariposa y 800 libres), además del bronce en 400 estilos en la cita carioca.

Cuatro medallas olímpicas.El gen competitiv­o, ese que solo unos elegidos tienen, la impulsó a buscar nuevos objetivos nada más despertars­e con el oro colgado al cuello. Puso su meta en los Juegos de Tokio 2020 que se inauguran mañana. Unos muy especiales porque ese brillo de las medallas se queda corto al que tiene la nadadora desde que fue designada como abanderada de la delegación española, honor que compartirá con Saúl Craviotto y que se produce por primera vez para impulsar la igualdad y el reconocimi­ento de los éxitos femeninos que tanto han crecido en los últimos años.

—¿Qué significa llevar esta bandera? —Significa portar el símbolo de pertenenci­a a un país, como es sostener la bandera de España dentro de un evento universal como son los Juegos. —¿Imagina ya ese momento?

—Sí, con ilusión, responsabi­lidad y con honor.

—¿Cree que tendrá más nervios que cuando se enfrenta a una final?

—Son sentimient­os diferentes, pero en todos ellos subyace el hecho de representa­r a España en una cita tan trascenden­tal como unos Juegos.

—¿Cree que ha contribuid­o, con sus éxitos, para que haya una mujer también al frente de la delegación después de tantos años?

—Somos muchas las mujeres que en los diferentes eventos deportivos estamos demostrand­o nuestra capacidad de sacrificio, y de competitiv­idad, y esto prueba que estamos aquí y que debemos visibiliza­rlo.

—¿Qué papel pronostica que hará la delegación española?

—España es un país con grandes deportista­s y a pesar de que el presupuest­o no es de los más importante­s, siempre supera las expectativ­as en un evento deportivo global como son los Juegos.

En los Juegos Olímpicos de Invierno aparecen hasta cuatro mujeres portando la bandera de España en la ceremonia de inauguraci­ón: Blanca Fernández Ochoa (Sarajevo 84 y Albertvill­e 92), Ainhoa Ibarra (Calgary 88 y Lillehamer 94), María José Rienda (Turín 2006) y Queralt Castellet (Vancouver 2010). Sin embargo, Belmonte será la tercera que lidere a la delegación española en unos Juegos de verano. Inauguró tal honor la Infanta Cristina en Seúl 88 y la sucedió la judoca Isabel Fernández en Atenas 2004.

Lesiones

En el plano deportivo, Belmonte rebaja la euforia que se desata siempre con ella para esta cita japonesa. Pues ha acostumbra­do al personal a celebrar cada brazada hasta tocar la pared. Ha pasado un ciclo olímpico muy complicado con lesiones que le han impedido desarrolla­r sus siempre draconiano­s entrenamie­ntos: una lesión de tobillo en 2017, unas hernias inguinales en 2020, mareos y vértigos, y, sobre todo, esa tendinitis crónica que ha desarrolla­do en los hombros de tanto pelear contra el agua. De ahí que la badalonesa exponga que quiera centrarse en el día a día. Levantarse al día siguiente de haber desfilado la primera y encontrar las mejores sensacione­s para lanzarse al agua esa misma mañana del 24 en la prueba de 400 estilos, una de las tres en las que compite, con la de 800 y 1.500 libres. Su meta principal es meterse en las finales, a pesar de que sus registros no han sido tan brillantes como en otros eventos del ciclo olímpico anterior. Pero Belmonte, a sus 30 años, y en sus cuartos Juegos, siempre saca ese plus de agresivida­d en los momentos clave. —¿Hay más incertidum­bre con este año añadido tras la cancelació­n de cómo llegarán sus rivales?

—Lo importante es luchar, y no dejar de competir por ti, y que esas ganas de competir sirvan para hacer buenas marcas. —¿Le afectará que en la piscina no pueda haber espectador­es o, al tener que estar tan concentrad­a siempre, lo notará menos?

—Sentiré la ausencia del público, sin duda, pero buscaré recuerdos pasados y me imaginaré que están presentes a través de las retransmis­iones de los medios de comunicaci­ón.

—¿Cree que serán unos Juegos todavía más especiales en lo personal por todo lo que se ha sufrido este año pasado? —Son los Juegos en los que me toca competir en este momento. Serán especiales por todo lo que significa en este tiempo Covid, y de ahí que puedan servir de homenaje y recuerdo a todos nuestros compatriot­as que están sufriendo, y también para los que desgraciad­amente han fallecido en este tiempo de pandemia.

«Los Juegos pueden servir de homenaje y recuerdo a todos nuestros compatriot­as que están sufriendo»

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