ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
‘Yo quiero bailar’, nuevo ‘hit’ indie
as modas vuelven a ser lo que eran. Un fenómeno que mojaba a ‘todo el mundo’, como los Beatles, Nirvana o Serrat, iconos de crítica y público. O ahora con un Bad Bunny o C. Tangana, que lo mismo te los programan en el Primavera Sound que en unas fiestas populares. Pero hubo otros tiempos en donde había gresca entre lo masivo y lo ‘cool’, quizá mejores, dirá el elitista que llevo dentro y que en aquellas se quejaba de lo contrario. De hecho, J Planetas, por ejemplo, considera haber propiciado que lo alternativo se hiciera ‘mainstream’ aquí, o sea que grupos tipo Lori Meyers o Vetusta Morla lo hayan petado es por la piedra picada por el indie en los 90.
Todo esto para hablar de ‘ Yo quiero bailar’, de Sonia y Selena, canción bandera en las verbenas estivales de 2001 y que en la actualidad hasta te la reivindica un teórico posmarxista en Twitter. ‘Me no entender’, por supuesto. El ‘hit’ es pegadizo, tiene una trompetilla luminosa y la ilusión colectivo- lasciva que toda canción veraniega aspira a insuflar, interpretada aquí por dos cantantes neumáticas dignas Vigilantas de la Playa. Sonia Basseda Cárdenas y Bárbara Selena Rodríguez Parra no entraron en la preselección española a Eurovisión, pero se redimieron en la canícula con esta apología del escarceo sexual nocturno en un disco de estratosférico éxito de ventas.
LLos follones las separaron muy poco después y su carrera perdió relevancia. Pero ese verano de hace 20 años lleva su firma, y eso que competían con los siempre dinámicos Coyote Dax y David Civera. «Baila bailando, ¡hey!»
«Cuando llega el calor los chicos se enamoran. Es la brisa y el sol...», cantaban en ese pre-estribillo tan mágico como sencillo. Sin embargo, eran otros días. Recuerdo que mis amigos metaleros de las Vascongadas contaban que cuando actuaron en la Semana Grande de San Sebastián les cayeron hortalizas al escenario. Entonces me divirtió, hoy me parece mal. Mi proceso de paz es firme y cristalino. Y siempre alegra que gente que ama a Albert Serra, los loops desintegrados de Basinski o hasta Bildu, ¡ quién sabe quién es fan ya!, haya liberado la mirada musical para bailarla como buenamente sepa. Seguramente, mal.