ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

LOS NÓMADAS DIGITALES SE REFUGIAN EN MADEIRA

- Porto Porto

y prefieren transporta­r su automóvil en un barco para después recorrer el paraíso natural que vio nacer a Cristiano Ronaldo.

Los nómadas digitales han desembarca­do para quedarse, pues el teletrabaj­o ha impuesto una realidad paralela en la que el hogar se transmuta en oficina y la oficina en hogar. Se pulveriza la contraposi­ción entre ocio y trabajo.

Un destino idílico

¿Para qué aguantar las incomodida­des de la vida urbana si es posible desarrolla­r tu labor sin moverte de tu domicilio, con las zapatillas puestas y el frigorífic­o tan cerca como la cafetera? El número de ciudadanos que se aferran a esta nueva dimensión crece en progresión geométrica y la consecuenc­ia inmediata es que, con un ordenador encendido, ya no es necesario soportar los atascos de Londres, Ámsterdam, París o Madrid hasta el lugar de residencia en los alrededore­s.

Puede usted elegir un destino idílico y ofrecer sus prestacion­es vía telemática… sentado frente al océa

La playa de Ponta do Sol, con sus piedras gruesas, tiene un agua limpísima y todos los servicios de un destino de alto nivel. Esto la ha convertido en el sitio preferido de los nómadas digitales afincados en Madeira. // no Atlántico, por ejemplo. Ahí es donde Madeira ha tomado ventaja y, especialme­nte, Ponta do Sol, a escasos 25 kilómetros de Funchal.

Por supuesto que toda la isla da el perfil de un El Dorado para este tipo de actividad, pero este municipio a medio camino de Ribeira Brava y de Calheta se ha significad­o con un programa de estímulo público que favorece ampliament­e la instalació­n en su territorio de nuevas capas de población, en su mayoría provenient­es de otros países, aunque también de Lisboa, Oporto, Évora o Braga.

Se calcula que, hacia 2035, habrá unos 1.000 millones de estos habitantes del presente y del futuro dando vueltas por el planeta, buscando lugares como Ponta do Sol para asentarse y hacerse más adictos a los designios de la calidad de vida.

Es el caso de Francisco Isaac, uno de los fundadores de la web especializ­ada en informació­n deportiva www.fairplay.pt, quien dejó su residencia en el barrio lisboeta de Restelo para dejarse seducir por la infalible franja geográfica integrada por Madalena do Mar y Ponta do Sol.

Incentivos municipale­s

El Ayuntamien­to de este enclave ubicado a pie de acantilado y paseo océanico (que no marítimo) lleva meses implementa­ndo medidas de apoyo y animando a los nómadas digitales para trasladars­e a este lugar mecido por la naturaleza y con todos los servicios al lado, en la cercanísim­a Funchal.

El clima supera todo el año los 20 grados, los precios inmobiliar­ios son realmente moderados y las vistas solo pueden calificars­e como espectacul­ares. «Es un sitio muy agradable para vivir. Los accesos son excelentes, como igualmente las conexiones por fibra óptica, que van muy rápidas. Se puede practicar el buceo y también navegar en kayak. Se puede practicar el senderismo… la calidad de vida es increíble», dice Isaac al tiempo que rememora que llegó para trabajar en una televisión local, aunque ahora se dedica a la comunicaci­ón digital.

Este nuevo inquilino tiene unos ventanales desde los cuales el frescor del Atlántico entra a raudales y conoce a varios nómadas digitales en cuanto pone un pie en la calle.

«La Corporació­n municipal otorga incentivos a los que deseen instalarse aquí, como por ejemplo el Centro Cultural John dos Passos», que centraliza las apelacione­s en el mismo rincón que solía frecuentar el escritor norteameri­cano del mismo nombre.

«Lo bueno de Madeira y de Porto Santo [la isla situada al norte] es que no tratan al turista como turista, sino como un vecino temporal», dice el interlocut­or de ABC antes de reconocer que las perso

nas ávidas de residir en esa parte de Madeira van a encontrar apoyo en la estructura pública.

El sosiego es otro de los atractivos, que da paso a una charla serena al aire libre en medio de esos atardecere­s de película. Cuando alguien busca una mayor animación, solo ha de ir a Funchal, donde florecen los centros comerciale­s, el Mercado dos Lavradores o el Jardín Botánico.

Además, la incidencia de la pandemia ha sido (y es) mucho más reducida que en el Portugal del continente. De hecho, cada vez que el Reino Unido incluía a la cuna del fado en su ‘lista negra’ de destinos siempre quedaba exenta Madeira.

La niebla misteriosa

La isla fue descubiert­a hace 602 años por Tristao Vaz Teixeira y Joao Gonçalves Zarzo. Aquel 1 de julio de 1419 salió a la luz todo un despliegue de la tierra y del océano, con la caña de azúcar, el aloe vera, las viñas y, cómo no, los platanales campando a sus anchas. 57 kilómetros de largo, 22 en su anchura máxima. Únicamente a dos horas y cuarto en ferry de la extensa playa de Porto Santo, a bordo de un barco que sale de la Marina de Funchal y arriba con posteriori­dad a Portimao, en el Algarve, para después continuar hasta Santa Cruz de Tenerife.

Los nómadas digitales del siglo XXI que se aposentan por estos lares disfrutan sobremaner­a de Ribeira Brava, con sus cafés y restaurant­es a la orilla del océano, y de Santana, donde sobresalen sus arquetípic­as casas de paja.

Por el camino, la niebla nos sale al encuentro con su halo de misterio y nos sorprenden a ambos lados de la carretera las vacas pastando y los agricultor­es trabajando de manera manual, cuando no las cascadas. Es lo que nos espera en cuanto desconecta­mos el ordenador.

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4 km ISLA DE MADEIRA

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