ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

LA LUZ SE DISPARA A CIFRAS RÉCORD

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El alza del precio de la factura eléctrica no solo está lastrando el bolsillo de los españoles, sino la productivi­dad de cientos de miles de empresas que pierden capacidad competitiv­a

L precio de la electricid­ad experiment­a hoy un nuevo récord histórico, con 130,35 euros el megavatio hora, lo que fija la media de todo el mes de agosto en más de 105 euros, algo inédito que convierte en una cruda realidad para los consumidor­es, las familias y la industria que la luz sea hoy casi un 200 por ciento más cara que hace solo un año. La vicepresid­enta Teresa Ribera compareció ayer en el Congreso, pero no anunció ninguna medida concreta y urgente para paliar los efectos de este coste sobredimen­sionado, que supera con creces el precio de esta energía en los demás países europeos de nuestro entorno. El precio de la luz no solo está lastrando el bolsillo de los españoles, sino también la productivi­dad del país con unos costes empresaria­les que en algunos sectores empieza a ser inasumible. Y también está perjudican­do la imagen de un Gobierno que ha hecho del populismo la bandera más ineficaz posible para luchar contra una subida tan abusiva de la electricid­ad. Ni siquiera la reducción del IVA decretada recienteme­nte para compensar el coste de la factura ha servido de nada, y la estrategia que avanzó Ribera ayer suena más a marketing político que a una auténtica solución una vez que la inflación ya llega al 3,3 por ciento y se sitúa en el nivel más alto en una década.

Argumentar que las eléctricas ganan mucho dinero, y que la opción es que dejen de obtener beneficios, es solo una verdad a medias que además carece de sentido porque vulneraría las normas más esenciales de la competenci­a, y porque Europa permite una cierta intromisió­n por parte de los Gobier

Enos en la regulación del precio de la luz, pero no una intervenci­ón total del mercado. Por eso resulta convenient­e recordar algunas evidencias que el Ejecutivo de Pedro Sánchez maquilla, cuando no adultera a convenienc­ia, para que la hemeroteca no le recuerde los tiempos en los que acusaba a los gobiernos del PP de enriquecer al sector energético a costa de la cartera de los españoles. Sánchez, como Ribera, pueden engañarse a sí mismos cuanto quieran. Pero si eso supone también engañar a los ciudadanos alegando que la luz solo sube cuando gobierna la derecha, entonces todo se distorsion­a más. La factura eléctrica tiene un 43 por ciento de costes regulados y un 13,5 de impuestos aplicados, de modo que el intervenci­onismo de cualquier Gobierno, con su presión fiscal, representa casi el 60 por ciento del coste de la factura. Por ahí tiene Moncloa una vía con la que abaratarla… Eso sí, dejando de ingresar dinero de modo automático en las arcas públicas y, sobre todo, comprometi­endo el cumplimien­to de sus objetivos presupuest­arios, ya de por sí expansivos e irreales desde el mismo día en que fueron aprobados. Si a eso se le añade el argumento ideológico que ha condenado a España a limitar una energía nuclear que hoy sería una tabla de salvación evidente, la realidad nos convierte en rehenes de una situación no deseada.

Es cierto que la planificac­ión del llamado ‘mix’ energético ha sido insuficien­te durante años, que las energías renovables no están resultando ser la panacea de todos los males, y que buena parte de las subvencion­es que reciben sus impulsores provienen de un dinero que el Estado repercute en el consumidor. Pero también lo es que el Gobierno tiene la llave para bajar el precio de la luz por la vía de los impuestos en lugar de elucubrar con ocurrencia­s, como la de nacionaliz­ar la parte hidráulica de las compañías eléctricas, o crear una empresa pública que invada el mercado a capricho hasta intervenir­lo. Pero en eso, Sánchez calla. Y la luz sube a niveles de récord.

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