ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Los ‘cazafugiti­vos’: 400 asesinos, violadores y mafiosos en sus redes cada año Dos grupos

El padre secuestrad­or alemán, un camorrista italiano y un agresor sexual ecuatorian­o, sus presas más recientes

- CRUZ MORCILLO

«No hay caza como la caza del hombre y aquellos que han cazado a hombres armados el tiempo suficiente y les ha gustado, nunca se preocupan por nada más a partir de entonces». (Ernets Hemingway)

La caza del hombre. El inspector Darío Varela recuerda la frase mientras ve la televisión nervioso. Piensa que si Loren Toska mata a sus hijos no se lo perdonará nunca. Antes de que pasen 72 horas, Toska está detenido al norte de Lisboa. Los niños de 10 y 11 años, secuestrad­os por él desde enero en Hamburgo, en perfecto estado, y una madre puede volver a abrazar a sus críos. Misión cumplida. El engranaje ha funcionado a la perfección. La red de fugitivos ha vuelto a triunfar.

Es martes 24 de agosto. Sus compañeros en la Sección de Fugitivos de la Policía Nacional están en Barcelona.

Unas horas más tarde cae una nueva presa: un peligroso camorrista italiano del clan Mazzarella, reclamado por participar en un tiroteo en Nápoles contra un clan rival en 2018. La orden europea de detención llegó a través de Interpol en abril. «Hicimos un estudio de su entorno social y familiar: pareja, amigos, amantes, cualquiera que tuviera vínculos con España. Nos enteramos de un viaje y establecim­os un dispositiv­o de vigilancia y seguimient­o. Y salió», explica el inspector Varela, al frente del Grupo II de Fugitivos.

Ellos se encargan de los huidos nacionales y latinoamer­icanos. El Grupo I, de los internacio­nales, europeos sobre todo. Los ‘cazahombre­s’ no dan abasto. Al día llegan una media de veinte correos y mensajes a cada grupo. Cada mensaje es un prófugo de la Justicia, un individuo que se esconde. Los hay de perfil alto, los más urgentes, los que les quitan el sueño: violadores, asesinos, pederastas, mafiosos, atracadore­s... el catálogo del mal al completo asomando por las costuras de sus fichas policiales.

España es un refugio de desertores. Viven comunidade­s enormes de extranjero­s europeos (británicos, alemanes, daneses...) y entre sus compatriot­as se camuflan y pasan desapercib­i

«A veces me despierto y me meto a medianoche en las redes sociales de la novia de algún objetivo a ver si se han dicho algo, un mensaje»

La sección de Fugitivos de la Policía Nacional, que depende de la Comisaría General de Policía Judicial, tiene dos grupos: el de fugitivos internacio­nales, centrado sobre todo en Europa, y el de nacionales y latinoamer­icanos. Entre los dos suman 17 agentes. dos. Pueden seguir ‘ trabajando’ y gastando dinero a espuertas. Cuando en 2004 entra en vigor en España la orden europea de detención se crea el grupo para localizar fugitivos en la Policía. No ha parado de crecer. Ahora son dos y cuentan además con una Red Nacional de Localizaci­ón de Fugitivos desde 2017. Una sucursal de ‘cazahombre­s’ en cada provincia. Más agilidad, más resultados. La media de detenidos está entre 380 y 400 al año. En 2019 llegaron casi a los 500.

Martes, niños de Portugal. Miércoles, mafioso en Barcelona. Jueves, paquistaní buscado por asesinato y capturado en Hospitalet de Llobregat. El lunes, en ese mismo lugar detuvieron a un ecuatorian­o reclamado por violar a una menor a la que dejó embarazada. Cuenta el inspector Varela que es una semana normal. El cierre, con paréntesis porque están en medio de otra vigilancia importante, llega el viernes con la petición a través del oficial de enlace de localizar a un sicario colombiano, con ocho asesinatos en su cuenta. Creen que está en Tenerife. Las primeras gestiones para centrarlo se hacen a través del enlace en la isla.

Varela y sus compañeros viven con la maleta detrás de la puerta. El reloj se lo dejan en casa y las excusas, también. Primero desgastan pestañas con labores de Inteligenc­ia, peinando bases y más bases de datos, y luego actúan. Algunos seguimient­os pueden durar dos años o décadas. Como la del Innombrabl­e.

Anglés, el ‘Innombrabl­e’

Con ese apodo se refieren a Antonio Anglés, el autor del triple crimen de las niñas de Alcàsser en 1992, que escapó en un carguero en 1993. Es uno de los ‘códigos rojos’ más antiguos de Interpol y el gran reto de Fugitivos: saber qué pasó. Si está vivo o muerto y cómo sucedió. Lograron dar en Brasil con Carlos García Juliá, uno de los asesinos de los abogados de Atocha; detuvieron a Herve Falciani, pese a su célebre lista, reclamado por Suiza, a decenas de mafiosos al sol de Cataluña, Baleares, Málaga o Cádiz.

La red es una telaraña que atrapa a los que quieren escapar. Funciona en España, pero sobre todo entre países. Es la Red Europea de Equipos de Búsqueda Activa de Fugitivos –Enfast–, integrada por 28 estados miembros y a la que pertenecen otros países como observador­es, por ejemplo los cinematogr­áficos U.S. Marshals estadounid­enses. «Es lo que da potencia, con gran contacto personal, nos reunimos dos o tres veces al año. Hay reuniones operativas y otras informales. Y levantas el teléfono a tu contacto alemán o francés o el que sea: ‘Mírame esto rápido’. Funciona», cuenta el inspector.

Sus presas son la ‘élite’ de los fugitivos. Y por eso a muchos de ellos –a Varela le pasa– les quita el sueño. «Me obsesiono pensando por dónde tirar. A veces me despierto y me meto a medianoche en las redes sociales de la novia de algún objetivo. A ver si se han dicho algo, a ver si ha puesto algún mensaje». La caza no termina nunca.

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// ABC Amantia y Kristian se reúnen con su madre en Portugal, Enkelejda Sulaj, tras permanecer secuestrad­os por su padre

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