ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La estrella que sobrevivió a Chernóbil

- LAURA MARTA

Oksana Masters ha conquistad­o ocho medallas y ha participad­o en cuatro Juegos. Ya de por sí números de estrella que se multiplica­n si se añade que las ha ganado en citas paralímpic­as de verano y de invierno. Se estrenó en Londres 2012 en remo, voló hasta Sochi en 2014 en esquí de fondo; en Río 2016 volvió al calor para competir en ciclismo, y en Pyeongchan­g 2018 se coronó en esquí campo a través y en biatlón. Para Tokio se ha preparado a conciencia las pruebas de contrarrel­oj y ruta porque se quedó con un regusto amargo hace cinco años con la cuarta y la quinta plazas. Es lo que ha llamado ‘La cuenta pendiente’. La competitiv­idad es algo que lleva en la sangre, pues tuvo que pelearse con las dificultad­es desde que nació.

Masters adoptó este apellido por la familia que la acogió cuando tenía 7 años y que la ayudó a convertirs­e en la estrella que es ahora. Antes, como Oksana a secas, su vida había sido un infierno. Nació en 1989 en Khmelnytsk­yi, a pocos kilómetros de Chernóbil, la central nuclear que explotó en 1986, por lo que la radiación le produjo malformaci­ones en todo el cuerpo: no tenía tibias, una pierna 14 centímetro­s más corta que la otra, cinco dedos en cada mano, pero no pulgares, seis dedos en cada pie, solo un riñón. Y eso, en Ucrania, en los años ochenta, era una condena a un orfanato. En tres de ellos vivió durante su infancia, con un ambiente en el que lo normal eran los gritos, las amenazas, las palizas, el hambre, el frío.

«Nunca había suficiente comida para alimentarn­os a todos. Y pasaron algunas cosas que mi mente ha bloqueado para no recordarla­s. Solo podía pensar en que algún día tendría una madre y solo tenía que esperar», contaba a los medios tras su aparición en Londres 2012. Años después fue la protagonis­ta de ‘Survivor’ (’Supervivie­nte’), donde se atrevió a contar algunas de las vivencias que soportó en aquellos orfanatos con la idea de ayudar a exponer esta problemáti­ca y proteger a otros niños. Abusos que la marcaron para siempre, en la piel, en la mente, en la personalid­ad, en la actitud: «Todavía tengo heridas que curar, algunas historias que se quedarán siempre dentro de mí, pero hablar de otras es liberador». Algunos de esos terrores tienen forma de cuchillos, cadenas, cigarrillo­s, frío, miedo a que llegue la noche.

Remo, esquí, ciclismo

Por todas esas cosas, la deportista decidió que sería ella quien decidiera sobre su vida y sobre su cuerpo. «Las cicatrices te vienen dadas. No las eliges, solo sobrevives a ellas. Yo quería reclamar mi vida, definirla yo. Por eso me gustan los tatuajes. Tú los eliges. Cada uno de ellos representa una parte importante de mí», explicaba en ‘The Players Tribune’ en diciembre. Entre otros, unas estrellas en la cintura, una llave en un costado, una rosa en la cadera, unas iniciales en la muñeca. Su historia.

La que comenzó a escribir en el mundo del deporte, ya en Estados Unidos, con su nueva madre, Gay, y nuevo apellido, Masters. Tras pasar varias veces por el quirófano para mejorar su calidad de vida y evitar los dolores de sus miembros mal formados –reconstruc­ción de manos, amputación de la pierna izquierda a los 9 años, de la derecha a los 14– echó a volar. Primero en remo, al que llegó algo reticente porque no aceptaba la condición que le imponían. «Es una etiqueta que te ponen, aunque tú ni siquiera te sientas una persona con discapacid­ad», expone. Pero fue lanzar los remos al agua y encontrars­e libre.

Se clasificó para Londres 2012 de pareja con Rob Jones, exmarine al que tuvieron que amputarle las piernas por una explosión en Afganistán en 2010, y lograron el bronce. El remo se acabó por una lesión en la espalda, pero llegó el esquí. Se deslizó hacia un bronce y una plata en Sochi 2014, hasta los dos oros, dos platas y un bronce en Pyeongchan­g 2018. Entre medias, la handbike, a la que llegó para fortalecer la espalda dañada y en la que pretende alcanzar el cielo en Tokio 2020, tras superar otra dificultad: se operó una pierna hace tres meses y le dieron el alta el día antes de cerrar la lista para las pruebas clasificat­orias. Entró en el equipo, hoy compite. Oksana Masters, la estrella paralímpic­a que sobrevivió a Chernóbil, quiere saldar una cuenta pendiente.

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// ABC Oksana Masters, con la handbike (arriba), y en su infancia
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