ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La corrida de las fiestas de Borox rezumó ‘toledanía pura’

Una doble puerta grande para Lorenzo y Rufo ante toros y novillos de Alcurrucén

- MARIO GÓMEZ GUTIÉRREZ

La fecha, la ciudad y el cartel lo pedían. Era un homenaje a Toledo, a su afición, a sus ganaderías, a sus toreros. En la tierra de Domingo Ortega, con ganado de la familia Lozano, en el día después de que don Pablo hubiera cumplido 90 años y con el último producto de la casa (el torero Álvaro Lorenzo) abriendo un cartel junto a la más franca ilusión de la provincia (el novillero Rufo), se programaba un mano a mano de diferentes escalafone­s, pero de toledanía pura.

Toreó con elegancia al primero Álvaro Lorenzo a un bonito cuatreño. Lo hizo con suavidad al natural y se mostró fresco de mente ante un animal que pronto se vino a menos (ovación).

El tercero apuntó cosas muy buenas en el capote de Lorenzo. Tras el paso por el caballo cambió «Tamboriler­o» y embistió defendiénd­ose a media altura. Fue un Lorenzo firme, que no dudó ante los parones y pareció querer y necesitar más toro de lo que tuvo. Cerró por luquesinas y la espada no amarró el trofeo (silwncio).

El quinto lució el hierro de El Cortijillo y un gran cuajo. Lorenzo se estiró a la verónica saliendo hacia los medios. El toro embestía con todo, que no era poco. Toledano fue hasta el brindis a El Puchi, su hombre de confianza y se lo hizo en su Borox. «Pintamonas» se arrancó a la muleta del toledano como un tren a punto de descarrila­r y al que Lorenzo, muy firme, embarcó. Aguantó los parones y cuando el depósito del burel. No se quiso dejar nada dentro. Recetó un gran espadazo, que era lo único que de le había resistido en la tarde y le valió el doble trofeo (dos orejas).

Saludó Rufo al segundo encajandos­e a la verónica y se lo sacó a los medios entre olés. Se echó de hinojos para empezar de muleta y acabar toreando en redondo. Ya erguido, hizo todo a favor del bonito berrendo que amagó con irse. Lo mejor llegó entre las rayas cuando dejó dos extraordin­arios naturales antes de epilogar con torería. Pinchó al primer encuentro y recetó un soberbio espadazo que le valió una oreja.

Al cuarto lo quitó con gusto por delantales. Con la muleta se encontró a un gran «Tambor» y llegó la sinfonía. Fue al natural por donde el novillero de Pepino se descerrajó a torear. Tras la izquierda vino la derecha y la obra fue redonda hasta la estocada para pasear otro trofeo.

Se echó de rodillas para recibir al sexto y luego quitó por tafalleras. Pareció hacerlo mejor por el izquierdo. Y por ese pitón comenzó a torear tras un cambiado por la espalda en los medios. Hizo una labor esforzada sometiéndo­lo por ambos pitones. El animal tuvo embestidas pastueñas y Rufo se encontró a placer, y cuando se vino a menos el novillo le apretó hasta sacar todo lo que tenía y tras una gran estocada paseó una oreja más, la tercera.

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//MARIO GÓMEZ Tomás Rufo y Alvaro Lorenzo ayer en Borox

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