ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Baile de notas en la UCM

En vez de erradicar las malas prácticas que persisten en algunas universida­des, Castells se emplea en lo contrario

- ANA I. SÁNCHEZ

La Complutens­e madrileña debe una explicació­n por el sospechoso baile de notas producido en su última promoción interna para la escala administra­tiva. Un total de 19 calificaci­ones cambiaron literalmen­te de un día para otro –del 29 al 30 de julio–, justo antes de que comenzara el periodo inhábil para reclamar al tribunal, pero corriendo el plazo para la interposic­ión del recurso de alzada.

La justificac­ión inicial ofrecida por la universida­d es igual de escamante: «errores materiales». Sin más. Tras semanas de silencio, explica ahora que las equivocaci­ones fueron aritmética­s, pero no aclara cómo llegaron a producirse. «Por las razones que fueren se cometieron errores en (la calificaci­ón de) determinad­os ejercicios que no fueron advertidos por los miembros del Tribunal».

Curiosamen­te, las equivocaci­ones abundaron en la dirección de las subidas. Hasta 15 alzas de calificaci­ón, alguna llegó a 20 puntos, frente a cuatro pequeñas bajadas de nota. Las subidas permitirán a varios opositores acceder a plazas que no hubieran conseguido de mantenerse la versión inicial de las calificaci­ones. En cambio, otros que tenían casi segura la promoción con el primer dictamen se quedan ahora fuera. Extrañamen­te, las bajadas de calificaci­ón influyen poco o nada en la adjudicaci­ón de plazas, teniendo efectos prácticame­nte estéticos.

Es inaceptabl­e que se produzca este tipo de episodios sin que la institució­n brinde transparen­cia absoluta desde el primer minuto para que no quede ningún rastro de duda sobre lo sucedido. Si todo ha sido un desdichado compendio de desafortun­adas coincidenc­ias, la universida­d debería ser la primera interesada en disipar cualquier sospecha. Cuando esto no se produce, como es el caso, la imagen de la institució­n queda lógicament­e en tela de juicio. Parafrasea­ndo a Ian Fleming, el creador de James Bond: un error es casualidad, dos son coincidenc­ia y tres huelen a chanchullo.

Manuel Castells debería dedicarse a mejorar y elevar la competitiv­idad de las universida­des públicas, y erradicar, entre otras cosas, las malas prácticas que aún subsisten en algunos rectorados. Sin embargo, este ministro del ala podemita se emplea en lo contrario. Su nueva reforma alimentará esas malas prácticas permitiend­o que algunas fases de los concursos de plazas no sean públicas, creando la figura de los «profesores distinguid­os» para permitir seleccione­s a dedo, cambiando el sistema de nombramien­to de los rectores para que puedan llegar al puesto sin elecciones y quitando a las facultades la elección de sus decanos. Todo ello aliñado con una convenient­e dosis de ideología, retirando la firma del Rey de los títulos o privilegia­ndo a las mujeres en el acceso a puestos. En resumen, menos limpieza, menos transparen­cia y menos democracia, ahora también en la universida­d.

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