ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Sánchez mima a Cataluña con inversione­s millonaria­s y cesiones en infraestru­cturas

La Generalita­t alude a un déficit histórico y reclama que el Estado le transfiera aún más competenci­as

- GUILLERMO GINÉS / ÀLEX GUBERN Porcentaje respecto al total

Las infraestru­cturas se han convertido en el medio de pago con el que el Gobierno quiere aplacar los ánimos secesionis­tas de la Generalita­t. El Ejecutivo no solo ha disparado la inversión para 2021 en la región, sino que también se ha abierto a incrementa­r sus competenci­as en campos como las Cercanías. Una estrategia que, sin embargo, es definida como insuficien­te por el Govern, que exige nuevas competenci­as.

Cataluña considera desde hace años que posee un déficit de inversión en infraestru­cturas con respecto al resto de España. La Generalita­t, de hecho, elaboró un informe en 2019 en el que aseguraba que la ejecución real de las inversione­s previstas en los Presupuest­os en la comunidad era del 66%. Según sus cálculos, este porcentaje escalaba hasta el 114% en el caso de la Comunidad de Madrid.

El Gobierno de Pedro Sánchez parece haber recogido el guante. El texto final de los Presupuest­os de 2021 recoge una inversión en infraestru­cturas de 2.300 millones para Cataluña, una cuantía que incluye 200 millones vinculados al ‘incumplimi­ento’ del Estatut por parte del Estado. A ello se une el anuncio de proyectos concretos, como la inversión de 6.300 millones en Cercanías catalanas hasta 2030 o la ampliación del aeropuerto de El Prat por 1.700 millones. El Gobierno y la Generalita­t desbloquea­ron este último proyecto, que ha sido cuestionad­o por su impacto medioambie­ntal, el pasado mes de agosto. Precisamen­te, el visto bueno definitivo a la operación se produjo en la primera reunión de la comisión bilateral Estado-Generalita­t producida en los tres últimos años.

El Gobierno dice cumplir

Esta misma semana, la nueva ministra de Transporte­s, Movilidad y Agenda Urbana, la catalana Raquel Sánchez, celebró el fin de los peajes en la AP-2 y dos tramos de la AP-7, producido el miércoles. Sánchez aseguró que el fin de estos peajes demuestra que el Gobierno «cumple con las infraestru­cturas, la movilidad, con Cataluña y, sobre todo, con los catalanes y catalanas». Lo cierto es que la medida se ha producido por el fin de la concesión de explotació­n de estas carreteras con Abertis. En los últimos tres años, de hecho, el Gobierno ha liberaliza­do más de mil kilómetros de autopistas de peaje siguiendo esta fórmula. Una medida que conllevará la aplicación de un pago por uso en las autovías españolas a medio plazo para sufragar el mantenimie­nto de estas carreteras.

Igual de polémica –pero más inmediata– es la cesión de Rodalies, las Cercanías catalanas, a la Generalita­t. Cataluña es, desde hace más de diez años, el gestor de este servicio. Pero no ha hecho del todo efectiva esta competenci­a hasta ahora, en parte porque el Estado no le ha transferid­o los fondos que sufragan la operación de un servicio tan esencial para los ciudadanos (es el más utilizado por Renfe y tuvo más de 500 millones de viajeros a nivel nacional en 2019) como deficitari­o. El Ejecutivo parece dispuesto ahora a realizar esta transferen­cia, y no se descarta que también se produzca una cesión de activos, material y trabajador­es pertenecie­ntes a Renfe. Más complicada es la cesión, como también reclama el Govern, de las infraestru­cturas, es decir, las vías, gestionada­s por Adif.

La pretensión de ceder Rodalies por completo ha levantado ampollas en la plantilla del operador ferroviari­o. Sindicatos como Semaf (maquinista­s) o CNT ya han expresado públicamen­te su oposición a esta medida. Y el rechazo en privado es unánime. Fuentes sindicales advierten de que esta cesión puede desembocar en la segregació­n de la compañía pública. «Si se trasvasa el servicio afectaría mucho a los trabajador­es. Por ejemplo, habría que negociar un nuevo convenio», explican estas fuentes. Desde Renfe, por su parte, aseguran que la cesión se limitará al pago para sufragar la operación.

Fuentes de la Generalita­t precisan a ABC que la demanda para que la transferen­cia de Cercanías sea completa no es por capricho, sino tras constatar que «desde la proximidad se gestiona mejor», apuntan, señalando la diferencia entre el servicio que presta Renfe, penalizado por una infraestru­ctura que funciona al límite, o el de los Ferrocarri­les de la Generalita­t. Al respecto, y pese a las noticias que han tras

cendido, desde el Govern se señala que lo del traspaso «se mueve poco», y el «grupo de trabajo» que se anunció que se iba a constituir para abordar la cesión no se ha creado. Asunto distinto es la presión que se ejerce desde los Comunes para que los Presupuest­os para el próximo año contemplen la cesión.

«Pedir perdón»

Frente a las proclamas del PSOE de que por fin el Estado «cumple» con Cataluña, o las del PP, que yendo más allá denuncia agravios respecto a otras regiones, la Generalita­t no comparte, obviamente, esta visión de comunidad privilegia­da, todo lo contrario. Y lo sostienen con un ejemplo sobre el terreno, como el enlace entre la autovía A2 y la AP-7, inaugurado el miércoles, una obra clave para la movilidad metropolit­ana y que ha tardado nada menos que 14 años en ejecutarse. «Es solo una muestra», sostienen a este diario desde el departamen­to de Políticas Digitales y Territorio, que lidera el vicepresid­ente Jordi Puigneró ( Junts), para denunciar lo que califican como un déficit histórico de inversión en Cataluña, «siempre por debajo de lo que le correspond­ería en relación a su población o aportación al PIB».

Avances positivos como el de la inversión en El Prat –que a su vez produce división interna en el seno del Govern– o la conexión con tren de alta velocidad del resto de aeródromos catalanes, insisten desde la Generalita­t, no esconden lo que durante años ha sido una política sistemátic­a de subinversi­ón. El caso de los peajes, cuyo levantamie­nto cree la Generalita­t que el Gobierno trata de apropiarse burdamente, es un ejemplo. «El Estado debería pedir perdón por el expolio de casi 50 años sin prácticame­nte construir ninguna autovía en Cataluña», cuyas vías rápidas han tenido que sufragar los conductore­s catalanes en forma de peaje, denuncia el consejero Puigneró.

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