ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Las tormentas dejan importantes daños en el centro y este peninsular y dos turistas mueren ahogadas en Mallorca
Todos los años la calle donde vive Mario, en Cobisa (Toledo), se inunda, pero esta vez la fuerza del agua no ha tenido precedentes. El joven no imaginaba que el muro que protegía su casa se derrumbaría ante sus ojos y el agua arrasaría su hogar con la misma fuerza que sus gritos desgarrados de socorro, informa Manuel Moreno. El desastre se repitió en otros muchos lugares del país, que han quedado anegados durante el episodio de fuertes precipitaciones que ha dejado la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) y que perfilan ya daños millonarios. Los expertos, una vez más, coinciden: este tipo de desastres seguirán ocurriendo si no se adecua el urbanismo. Porque la mayoría de los edificios, las calles y las carreteras afectadas se encuentran en terrenos cartografiados como en riesgo de inundación. Y el cambio climático no mejora las perspectivas.
La fuerza de las descargas pluviales fue de récord. En veinte minutos, en Toledo cayó todo el agua que habitualmente se recoge a lo largo de los 30 días del mes de septiembre, con unos 20 litros por metro cuadrado (l/m2). En Daroca (Zaragoza) fueron 95 l/m2 recogidos a lo largo del día, de los que 43 cayeron en tan solo una hora, convirtiendo la jornada en la más lluviosa allí desde que hay registros. También fue la tormenta más intensa para un mes de agosto desde 1947 la que se registró en Madrid en la madrugada del martes al miércoles, tras dejar 32,5 l/m2. «En este contexto de cambio climático, estos fenómenos atmosféricos extremos son ya más frecuentes y si las proyecciones se cumplen, lo van a seguir siendo en los próximos años», valoró el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología, Rubén del Campo.
Frente a estos fenómenos, «es imposible evitar las inundaciones porque el territorio está mal ordenado», asegura Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante. Se han ocupado espacios de inundación con calles, viviendas, polígonos industriales, aparcamientos y, cuando llueve torrencialmente, las aguas recuperan sus antiguos cauces. «Lo único que se puede hacer para evitar el desastre es preparar los territorios, es decir, adaptarlos a este tipo de lluvias que cada vez es más frecuente en nuestro país. Y, por supuesto, seguir invirtiendo en predicción meteorológica y en gestión de la emergencia, porque el nuevo escenario de cambio climático obliga a ello», dice.
Hace 20 años, Andrés Díez Herrero, investigador del Instituto Geológico y