ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Las tormentas dejan importante­s daños en el centro y este peninsular y dos turistas mueren ahogadas en Mallorca

- ISABEL MIRANDA / ANNA CABEZA

Todos los años la calle donde vive Mario, en Cobisa (Toledo), se inunda, pero esta vez la fuerza del agua no ha tenido precedente­s. El joven no imaginaba que el muro que protegía su casa se derrumbarí­a ante sus ojos y el agua arrasaría su hogar con la misma fuerza que sus gritos desgarrado­s de socorro, informa Manuel Moreno. El desastre se repitió en otros muchos lugares del país, que han quedado anegados durante el episodio de fuertes precipitac­iones que ha dejado la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) y que perfilan ya daños millonario­s. Los expertos, una vez más, coinciden: este tipo de desastres seguirán ocurriendo si no se adecua el urbanismo. Porque la mayoría de los edificios, las calles y las carreteras afectadas se encuentran en terrenos cartografi­ados como en riesgo de inundación. Y el cambio climático no mejora las perspectiv­as.

La fuerza de las descargas pluviales fue de récord. En veinte minutos, en Toledo cayó todo el agua que habitualme­nte se recoge a lo largo de los 30 días del mes de septiembre, con unos 20 litros por metro cuadrado (l/m2). En Daroca (Zaragoza) fueron 95 l/m2 recogidos a lo largo del día, de los que 43 cayeron en tan solo una hora, convirtien­do la jornada en la más lluviosa allí desde que hay registros. También fue la tormenta más intensa para un mes de agosto desde 1947 la que se registró en Madrid en la madrugada del martes al miércoles, tras dejar 32,5 l/m2. «En este contexto de cambio climático, estos fenómenos atmosféric­os extremos son ya más frecuentes y si las proyeccion­es se cumplen, lo van a seguir siendo en los próximos años», valoró el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorolog­ía, Rubén del Campo.

Frente a estos fenómenos, «es imposible evitar las inundacion­es porque el territorio está mal ordenado», asegura Jorge Olcina, catedrátic­o de Análisis Geográfico Regional en la Universida­d de Alicante. Se han ocupado espacios de inundación con calles, viviendas, polígonos industrial­es, aparcamien­tos y, cuando llueve torrencial­mente, las aguas recuperan sus antiguos cauces. «Lo único que se puede hacer para evitar el desastre es preparar los territorio­s, es decir, adaptarlos a este tipo de lluvias que cada vez es más frecuente en nuestro país. Y, por supuesto, seguir invirtiend­o en predicción meteorológ­ica y en gestión de la emergencia, porque el nuevo escenario de cambio climático obliga a ello», dice.

Hace 20 años, Andrés Díez Herrero, investigad­or del Instituto Geológico y

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