ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Toledo estudia la declaración de zona catastrófica tras sufrir importantes daños
La ciudad de Toledo, una de las zonas más afectadas por la última gota fría, está valorando los daños sufridos en todos sus barrios, incluido el casco histórico, Patrimonio de la Humanidad, para determinar si procede pedir la declaración de zona catastrófica y recibir los fondos necesarios para la reconstrucción.
Así lo dijo ayer la alcaldesa de la ciudad, Milagros Tolón, que ya ha hablado con la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico,
Teresa Ribera. La ministra ha expresado el compromiso del Gobierno central para atajar «problemas endémicos» como el caso del arroyo de Azucaica, cuyo desbordamiento ha sido causa de inundaciones por la canalización del arroyo Villagómez en la ciudad, que durante la gran tromba de agua registró 54 avisos por inundaciones y desplegó un dispositivo de 200 personas de todas las administraciones para paliar los efectos del agua.
Los puntos más afectados fueron la carretera TO-23 y la Nacional 400 (de propiedad estatal), que sufrió una tromba de agua que provocó el embolsamiento de hasta 40 vehículos, cuyos ocupantes tuvieron que ser rescatados con mucho trabajo. Los coches retenidos tuvieron que rodear 20 kilómetros para conectar el polígono con el centro de la ciudad a través de la N400 y la carretera de Algodor y Mocejón. La carretera del Valle, desde donde se divisa una preciosa panorámica de la ciudad histórica, seguía ayer cortada por riesgo de desprendimientos.
La situación más problemática se produjo en la Bajada del Barco, en pleno casco histórico, donde el firme de adoquines se levantó literalmente al paso de la tromba que bajaba a una velocidad vertiginosa por las cuestas de Toledo hasta desembocar en el río Tajo.
Además de la capital, los pueblos de la periferia más afectados fueron, de forma especial, Cobisa, además de Argés, Burguillos, Guadamur, Layos, Nambroca, Polán o Pulgar.
Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania y Connecticut, los cuatro estados más afectados por la última embestida de Ida. Además de la lluvia, varios tornados en Nueva Jersey y Maryland aplastaron casas y causaron grandes destrozos.
El fenómeno desembarcó en Luisiana el pasado domingo como un potente huracán de categoría 4, provocó fuertes destrozos en la ciudad de Nueva Orleans y sus alrededores y ha tenido un impacto catastrófico en su camino transversal por EE.UU. hasta la costa del noreste.
En Nueva York, la lluvia rompió todos los registros. La estación meteorológica de Central Park recogió 80 litros de agua por metro cuadrado entre las nueve y las diez de la noche, el mayor registro para esa estación. En otra estación de Manhattan, a la misma hora, todavía más, 95 litros.
Escenario de catástrofe
El diluvio llevó a las autoridades a decretar por primera vez en la historia de Nueva York el estado de emergencia por riada. La ciudad se convirtió en un escenario de catástrofe: miles de coches hundidos y arrastrados por agua turbia, cascadas en las escaleras de las estaciones de metro y en edificios residenciales y vecinos subidos a vehículos esperando a ser rescatados. «No he visto nunca nada así»,