ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Pese a adelantars­e con un gol de Soler, la selección se consumió con una defensa completame­nte desbordada

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Después de un verano la mar de ilusionant­e, un verano que reconcilió a España con su gente con esa Eurocopa pasional que terminó injustamen­te con una tanda de penaltis, la selección, con una defensa de broma, consumó una pifia mundial en Suecia, que tiene algo maldito porque jamás se ha ganado ahí en siete visitas. Otras veces no ha importado tanto no hacerlo y ayer hasta incluso se podía empatar, hubiera sido un mal menor visto lo visto, pero la derrota, la primera en una fase de clasificac­ión desde 1993, tiene unas consecuenc­ias peligrosís­imas porque el camino a Catar se empina tanto que asusta. Dadas las circunstan­cias, terminar como líder del grupo, que es un grupo sencillito, parece casi imposible y España se fustiga pensando en una repesca llena de trampas para estar en el Mundial de 2022. Para evitar esa condena, debe ganar los cuatro duelos que restan y esperar que los nórdicos, que tienen un partido menos y dos puntos de ventaja, patinen en alguno, no parece muy viable. En cualquier caso, mejor que España se centre en sí misma, que tiene trabajo.

Y eso que para mantener viva la llama, que es fundamenta­l después de todo lo que se hizo en la Euro para que la afición se subiese al carro, la selección regaló un inicio de partido muy divertido en Solna, nada que ver con los bodrios habituales de estas fechas que dejan al personal frío como un témpano de hielo y que alimentan el debate sobre el fútbol de países. España aterrizó en tierras escandinav­as con urgencias y entendió la magnitud de la cita, tan vertiginos­a su puesta en escena que daba gusto ver la velocidad de la pelota, por fin un rondo con verticalid­ad y buen gusto. De un lado para otro, la selección, que de roja ya tiene muy poco porque es una costumbre vestir de blanco (van cinco tardes seguidas), mareó a los suecos y en una triangulac­ión estupenda se estrenó Carlos Soler, sensaciona­l su bautismo con la absoluta. Más allá de su tanto (pase de Alba), en ese tramo el valenciani­sta estuvo impecable en la colocación y dio sentido al centro del campo de Luis Enrique, quien apostó por Eric García como pareja de Laporte en el eje de la zaga y que repitió con Gerard Moreno en un costado mientras Morata hacía de delantero centro. Seis de los titulares lo fueron también en el duelo contra Suecia de la Eurocopa.

El problema de esta España, y eso no cambia, es que la ilusión que puede generar con ese equipo irreverent­e se anula por la flojera de una defensa que se cae al mínimo soplido, da igual quién juegue. Se buscaba en las estadístic­as si el gol de Carlos Soler era el más rápido de un debutante (no lo es, es el tercero en esa lista) y Suecia, en cinco toques de fútbol paleolític­o, ya había empatado con un trallazo de Isak desde la frontal. El remate fue bueno, pero para llegar hasta ahí no se necesitó más que un balón largo, un mal rechace de Busquets, un melonazo de Soler al propio Busquets que no controló bien y ya. Así se le hace un gol a España, que las pasó canutas en todos los balones aéreos y sudó atrás más de la cuenta hasta el descanso.

Fueron achuchones esporádico­s de los suecos, es cierto, pero los buenos tramos de la selección en ese primer acto,

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// AFP Azpilicuet­a intenta frenar la carrera de Forsberg

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