ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Ciencias de la falsificac­ión

- IGNACIO CAMACHO

Cómo dejar sin beca por plagio a quien siga un ejemplo que con perseveran­cia le puede llevar a la jefatura del Gobierno

O más extraordin­ario de este Gobierno, y sobre todo de su presidente, no es su sectarismo ni su incompeten­cia sino el desparpajo que muestra ante situacione­s o hechos que deberían sonrojarlo de vergüenza. Desde que en el primer minuto se pasó por el forro su enfático veto electoral a Pablo Iglesias, Sánchez se ufana de mentir con la misma frescura que se ríe del desdén por sus propias promesas o saca pecho por una gestión de la pandemia con un estado de emergencia –pronto dos– anulado y más de cien mil muertos a cuestas. No hay decisión que no acabe en fracaso y no hay fracaso que la propaganda oficial no convierta en motivo de autocompla­cencia. Sólo quedaba un asunto susceptibl­e de causarle cierta incomodida­d y era su célebre tesis de doctorado, una impostura tan palmaria que resultaba indefendib­le hasta para los panegirist­as más fanáticos, ese batallón de ‘pedrettes’ que preferían mirar para otro lado consciente­s de que semejante mistificac­ión le hubiese costado el cargo a cualquier político en un país de estándar democrátic­o mediano. Pues bien, fuera complejos: el último resto de pudor se ha disipado. El ministro Castells –ay, cuánto mejor estaba mano sobre mano– va a presentar una ley que impide retirar la beca a los universita­rios que incurran en faltas graves como usurpar la identidad de otro alumno o, atención, cometer plagio. Y ese anteproyec­to lo va a aprobar un Gabinete presidido por el autor –bueno, dejémoslo en el firmante– de un escandalos­o calco que hasta repetía las erratas de los trabajos ‘fusilados’.

Bien mirada, la medida tiene su lógica. Sería farisaico castigar a quienes sigan un ejemplo que con algo de suerte y atrevimien­to puede conducir a la jefatura del Gobierno. En la mentalidad sanchista incluso podría constituir un mérito; quién sabe dónde es capaz de llegar un estudiante que demuestre idénticas habilidade­s a la hora de adulterar exámenes o falsificar pruebas habilitant­es para el desempeño de puestos oficiales. Lástima que el nuevo criterio llegue tarde para la exministra Montón –¿quién?–, cínicament­e destituida por trucar un máster en la breve etapa en que el Ejecutivo presumía de conducta intachable. La Universida­d del futuro será una auténtica forja de dirigentes potenciale­s que subirán en el ascensor político a base de becas blindadas a prueba de fraude. Ya dice la otra ley de Castells que la memoria y el estudio no son importante­s y que hay que estimular las destrezas sociales. Ahora se entiende el hincapié en el aprendizaj­e de la búsqueda en internet, el verdadero secreto de la pedagogía del conocimien­to… ajeno. La originalid­ad y el esfuerzo están desfasados como principios académicos; en los próximos planes habrá que incluir una licenciatu­ra en ciencias del copieteo. Pero eso sí, que al menos esté bien hecho: el señor ‘ Voir M. Granovette­r’, quien quiera que sea, merece un respeto.

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