ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Forofos impertérritos
Ascensión y triunfo del totalitarismo secesionista, con los mossos convertidos en soldados, resulta algo ridículo
N su ‘Historia de famas y cronopios’, aconseja Julio Cortázar que para llegar a ser cantante hay que dejar tranquilo a Schumann. En la misma dirección, pero en sentido contrario, podríamos afirmar que para ser un revolucionario totalitario español lo mejor es NO dejar tranquilo a Moscú. A Moscú acudieron socialistas y comunistas de la II República, mucho antes de la guerra civil, y a Moscú han acudido los promotores del movimiento totalitario catalán, según han revelado con abundantes detalles ABC y ‘The New York Times’.
Es lógico. Si los amigos de mis amigos son mis amigos, está claro que los enemigos de mis enemigos se convierten automáticamente en mis amigos. El único problema es que el secesionismo catalán tiene tanto tiempo la mirada fija en su ombligo que pierde la perspectiva. O, por decirlo de otra forma, su obsesión es tan hegemónica que la composición del mundo exterior se le desvanece.
Un viejo periodista catalán, ya fallecido, me contaba que, un día, la redacción estaba enfebrecida con el avance de los barcos rusos cargados de misiles hacia Cuba, y el bloqueo de la flota estadounidense. Era octubre de 1962, y muchos, muchísimos, creyeron que estábamos ante el comienzo de la III Guerra Mundial, entre ellos, muy convencido, el gobierno de Estados Unidos. Me narró que llegó uno de los redactores, que venía de viaje, y le informaron de cómo estaban las cosas en el Caribe con los barcos rusos y los barcos estadounidense, y comentó: «Sí, sí, claro, pero ¿cómo ha quedado el Barça?». Al forofo no hay nada ni nadie que le distraiga de sus obsesiones, sea un terremoto o la posibilidad de una guerra.
El panorama actual del mundo es preocupante. A corto plazo, porque puede estallar otra burbuja económica, cuando se deje de comprar deuda y suban los intereses, y, a medio plazo, porque la situación geopolítica es muy complicada, con EE.UU. replegado, la OTAN sin saber qué quiere ser de mayor, y la UE dándose cuenta, de repente, de que Trump tenía razón, y no puede prolongarse una situación en la que EE.UU. siga siendo quien aporta más dinero y más soldados muertos, por lo que ya se habla de un Ejército europeo. Pero es que, a largo plazo –no se ha demostrado que Putin sea inmortal– hasta cabe la posibilidad de que Rusia, asustada ante la evidente proximidad del gigante chino, pida apoyo y ayuda a la UE. En este panorama, la ascensión y triunfo del totalitarismo secesionista, con los mozos de escuadra convertidos en soldados, y los guardias urbanos en fuerzas de apoyo, resulta algo ridículo, de no tener tan tristes consecuencias esta continuada obcecación, que sigue contando con la complicidad de gran parte de una burguesía burriciega.
Procedo de una tierra con fama de cabezudos, y reconozco que los secesionistas lo son (por algo hemos pertenecido todos al Reino de Aragón) pero también me consta que ser cabezudo puede ser un grave impedimento para ser gigante.
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